Una cosa es seguro: recorrer la Patagonia argentina en 8 días es muy estresante!
El taxi para el aeroparque nos pasó a buscar a las 6 de la mañana y como nunca habíamos estado en el sur e hicimos todas las reservas desde Buenos Aires, realmente no sabíamos que esperar de la próxima semana…
Ya en el aeroparque Jorge Newbery, el aeropuerto doméstico de Buenos Aires, todo resulta bien y sin complicaciones, rápido check-in, medialunas y submarinos para desayunar en el café del aeropuerto y estamos listas para salir rumbo a Bariloche.
El vuelo sólo toma una hora y media y para cuando arribamos lo primero que notamos es la temperatura, hace mucho más frío que en Buenos Aires. Luego de meses de calor húmedo y constante en la capital de Argentina, estábamos en realidad muy felices de toparnos con un lugar de clima frío.
Para llegar al Centro de Bariloche tomamos un minibús, que en ese momento nos pareció que era el bus local, y de ahí otro bus –que esta vez sí era el local, para llegar a nuestro hotel ubicado a 2 km del centro de la ciudad.
Durante el corto viaje es imposible perderse la sorprendente vista, el paisaje es impresionante: un lago de aguas azules verdosas rodeado por montañas de un verde profundo y Bariloche mismo que parece un pueblo acogedor con hermosas casitas, todo está limpio y claramente se ve que es un pueblo acomodado. Instantáneamente nos recuerda un Ski Resort de Austria o Suiza. La arquitectura es predominantemente de estilo alpino, desde la alineación de balcones floridos y la coloración pan de jengibre hasta el contorno de la calle principal con sus fachadas clásicas.
Debido a que no habíamos hecho ninguna reservación en lo que excursiones se refiere, lo primero que hicimos al llegar a nuestro hostal fue organizar los próximos 3 días. Afortunadamente puede recurrir al personal de los hoteles y hostales para ayudarla/o a organizar las excursiones; usted decide a donde ir, paga la excursión en el hostal y le dan sus vouchers, ¡eso es todo!
Bariloche día uno: al Cerro López en jeep
Debido a lo temprano que comenzamos ese día y al viaje, nos sorprendió el hecho de que a las tres de la tarde ya comenzáramos a sentirnos exhaustas. Decidimos comenzar nuestras excursiones con un tour que en ese momento pensamos que sería descansado, un viaje en jeep al Cerro López. Luego de un rápido almuerzo, que lamentablemente no pudimos disfrutar debido al apuro, el jeep nos pasó a buscar al hostal. Una pareja argentina y nosotras cuatro éramos los únicos participantes de la excursión, lo que le daba un carácter más privado y nos hizo sentir menos turistas.
El conductor/guía era muy competente y sabía muchísimo sobre la zona, nos contestó todas nuestras preguntas y paraba para permitirnos tomar fotos. 15 minutos después, nuestra decisión de engullir empanadas y milanesas en el almuerzo, se reveló mala pues el terreno es escarpado y accidentado, lo que nos hizo temer por un momento que comenzáramos a vomitar! En algunas partes, el camino es tan escarpado que decidimos no mirar afuera, especialmente si una sufre de vértigo… Sin embargo debo reconocer que el paisaje que apreciamos a medida que subíamos más que compensó el malestar.
Viajamos a través de bosques vírgenes y disfrutamos una vista increíble del distrito de los lagos de Bariloche, los colores son tan vívidos que parecen irreales, casi como si los hubieran pintado, verdes y azules profundos acompañados de unas vistas tan amplias y enormes que parecen no tener fin.
El guía detuvo el jeep en un mirador para que pudiéramos descender y tomar fotos, desde ahí podíamos apreciar el lago, una superficie sin fin de agua clara y azul golpeando las rocas. Es difícil de creer la claridad del agua y por primera –y afortunadamente no última- vez en este viaje, no podíamos parar de tomar fotografías.
En la siguiente parada bajamos del jeep e iniciamos un corto trekking hacia la cima de la montaña. Afortunadamente el tiempo estaba cálido y el sol calienta el frío aire de la montaña obsequiándonos con las perfectas condiciones para un trekking. Comenzamos a andar por senderos desiertos, cruzamos cauces de ríos de agua clara y refrescante apta para beber y disfrutamos el inmenso placer de estar inmersas en la naturaleza y sentirnos parte de ella.
¡Y es tan calmo! El aire fresco, limpio y claro es un regalo. A pesar de su nombre, Buenos Aires es una ciudad con smog, tráfico y realmente apreciamos el aire limpio de Bariloche, aprovechando para inhalarlo y limpiar nuestros castigados pulmones.
El paisaje que rodea Bariloche es tan hermoso que es difícil describirlo. Los turistas alemanes dicen que les recuerda a su Bavaria o a la campiña suiza. De hecho la zona es conocida como “la pequeña Suiza” y muchos suizos se asentaron en esta área durante el siglo XIX.
La ciudad de Bariloche mira al lago Nahuel Huapi, una especie de mar interior que se expande más de 100 km rodeado de montañas. Otra característica de la ciudad son los chocolates caseros. Descansamos en un pequeño refugio en donde podemos apreciar muchas fotografías de Emilio Frey, quien fundara la primera escuela de Ski y el Club Andino Bariloche, o sea que sería el suizo que introdujo el ski en Argentina.
Luego del café y de unos increíbles panqueques con dulce de leche, nuestros estómagos se sentían nuevamente… Descansamos un poco al sol y tomamos cientos de fotos pues, a medida que subimos el paisaje se torna aún más impresionante. Comenzamos el descenso, el aire se vuelve más frío a medida que bajamos pero el día es soleado, cruzamos un pequeño glaciar que decidimos escalar y descender resbalando, ¡muy divertido! Los estómagos siguen causándonos sinsabores… comer mucho antes de un paseo no es una buena idea ¡y cometimos el mismo error dos veces!
Quizás fuera el aire fresco al que no estamos acostumbradas o el largo día pero cuando volvemos al hostal nos sentimos completamente extenuadas, por lo que decidimos irnos temprano a la cama para ahorrar energía para el día siguiente, tenemos grandes planes: ¡rafting hasta la frontera con Chile!
Día dos: Rafting en el corazón de los Andes
Las vans nos pasaron a buscar a las 9 de la mañana, ligeramente cansadas pero entusiasmadas, comenzamos un viaje de 2 hs hasta una pequeña granja a orillas del río Manso, donde desayunamos. El lugar es idílico, un prado de un increíble color verde profundo, un río moteado, cielo azul y rodeado por increíbles montañas. La gente del equipo que organiza la excursión son amables, prontos a ayudar y parecen estar muy bien entrenados, nos sentimos en buenas manos a pesar de que algunas de nosotras no hemos hecho rafting anteriormente y la idea nos da un poco de temor.
Entusiasmadas nos pusimos los ajustados trajes de buceo, chalecos salvavidas, cascos y nos abocamos a solucionar el asunto del calzado… Se puede usar zapatillas (que quedarán empapadas) o sandalias. Pero en caso de caer del bote, perderá su calzado y, como uno de los guías comentara: “sus zapatos se van para Chile junto con el río!” dado que no teníamos sandalias apropiadas se nos ocurrió una idea: usar los cordones de las zapatillas para atar las ojotas lo que sorprendentemente resultó una buena idea, ¡ninguna de nosotras perdió su calzado!
Luego de que el guía nos diera algunos consejos comenzamos nuestro rafting a Chile. Una experiencia increíble y muy divertida. Nuestro grupo sigue cuidadosamente las instrucciones que va dando el líder: “Adelante! Adelante!”, “Stooop!”. Ocupadas con los remos en este caudaloso río no pudimos realmente disfrutar el paisaje, sólo a veces entre las partes más agitas hay un poco de calma, el gomón flota en el río y de repente se escuchan los aaaahhhh y wooooowww!, sencillamente el paraíso, haciendo rafting en el corazón de los Andes!
Las partes más álgidas del río son para palear como el diablo y una de nosotras cayó al agua helada, aún así es tan divertido y los botes son tan seguros y los guías atentos que inmediatamente socorren si alguien cae del bote, por lo que no hay realmente razón para temer. Al finalizar nuestra experiencia, heladas y exhaustas, arribamos a un adorable miradero desde donde se ve la frontera y tomamos las obligadas fotos junto al cartel que indica CHILE con la ropa de rafting. Finalmente nos quitamos los trajes de neoprene y de vuelta a la van, felices y exhaustas emprendimos el viaje de vuelta a la granja donde, luego de un corto descanso nos esperaba un típico asado argentino, ¡yum, yum!
En el viaje de vuelta no quedó nadie despierto, imposible hacer algo durante el resto de la tarde, nuevamente temprano a la camita. Dicen que Bariloche tiene una gran vida nocturna, lamentablemente no estábamos en condiciones de aprovecharla…
Día tres: recorremos una estancia patagónica a caballo
Para el día siguiente, nuestro último en Bariloche, también teníamos grandes planes: ¡paseo a caballo en una estancia! Nuevamente nos pasan a buscar a las 10 de la mañana y viajamos hacia el medio de la nada que termina en una hermosa estancia llamada “Fortín Chacabuco”.
El edificio es de muy buen gusto, la familia es muy amable y unos 20 caballos nos aguardan al frente de la casa. Todos parecen calmos y fáciles de manejar, hasta un miembro de nuestro grupo que les tiene miedo toma coraje y monta uno para comenzar el paseo. Uno detrás del otro, cabalgamos en un hermoso paisaje, atravesamos el bosque y recorremos los campos. Es el escenario perfecto para una película de vaqueros, un poco como la publicidad de Malboro pero mil veces mejor. ¡Disfrutar el aroma, el silencio, el espacio abierto, mientras montamos a caballo es realmente increíble! Es totalmente distinto a la equitación que se practica en Europa, no hay senderos, no hay reglas, sólo la inmensidad y cabalgar libremente.
Algunas de nosotras somos buenos jinetes y el dueño de la estancia nos lleva a buscar sus caballos que pastan libremente en el campo. Encontramos 3 caballos en lo alto de una colina y los hicimos bajar al valle, donde nos esperaban otros 3. Galopando a gran velocidad sobre la pradera nos acercarnos a los caballos y los hacemos agrupar con el resto. Así perseguimos 6 caballos, gritando y voceando para mantenerlos juntos. Las chicas nos sentimos como vaqueras detrás de una misión- ¡una experiencia inolvidable!
Luego de dos horas de una interminable experiencia al natural, retornamos a la estancia donde la familia había preparado una sorprendente parrillada que nos perdimos pues teníamos que volver para tomar el ómnibus a Puerto Madryn.
En la semana publicaremos las otras dos etapas de este agitado viaje por la Patagonia argentina.