Disfruta de unos días de real descanso hospedándote en los castillos más imponentes de la Inglaterra medieval
Los castillos británicos han sobrevivido a guerras, revoluciones y al paso del tiempo. Y ahora también son invadidos, pero en una forma distinta y menos violenta, por los turistas.
Los descendientes urbanos de la realeza británica están haciendo un excelente trabajo al recibir a diario, con los brazos abiertos, a miles de turistas de todas partes del mundo.
Estos son los castillos que no puedes dejar de visitar:
Hampton Court
Era el palacio de Enrique VIII a orillas del Támesis. Aunque el origen del palacio se remonta a 1236 cuando los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén compraron la propiedad y la usaron como graneros para acopiar lo producido en sus tierras. Por casi 200 años Hampton Court ha sido el centro de la vida cortesana y hogar de los reyes y reinas de Inglaterra desde Enrique VIII. Es mejor conocido como Palacio Tudor. En 1836 la reina Victoria lo abrió al público.
Hay 2 departamentos disponibles para alquilar, consultar con www.landmarktrust.co.uk
Hampton Court Palace visto desde el Támesis. Foto: James Cridland
Castillo Thornbury
Cuando el apasionado Enrique VIII de Inglaterra quiso pasar algunas noches en el castillo Thornbury, allá lejos en el siglo XVI, se armó la grande. El Conde de Buckingham, propietario del recinto, no era demasiado hospitalario. De hecho, se dice que era más rico que el mismo Enrique, y que tenía diseños y pinturas de él mismo sentado en el trono. Enrique lo declaró traidor y ordenó su ejecución. ¡Afortunadamente en estos días no es necesario hacer algo tan extremo para obtener una habitación en este hotel!. Con llevar efectivo o una tarjeta de crédito alcanza.
El castillo de Thornbury nunca llegó a terminarse del todo. Paradójicamente, eso lo que lo salvó de la destrucción cuando Oliver Cromwell, un anti-monárquico, deambulaba por la campiña y elegía los edificios reales que iba a demoler. El castillo a medio construir ni siquiera merecía ser derribado…
Por tres largos siglos, la piedra caliza del castillo Tudor se deterioró en la campiña inglesa, a pocas millas al norte de Bristol. Nadie habitó el lugar desde 1550 a 1850 aproximadamente.
Castillo Thornbury. Foto: Mikej1971
A mediados del siglo XX, el castillo devino en restaurante. Hace 20 años, un hombre dedicado a los bienes raíces -ya retirado- convencido de que el mundo pagaría por permanecer en un edificio medieval, compró el castillo y las seis hectáreas circundantes. Y tenía razón. En la actualidad, el castillo, sus 24 habitaciones, y el restaurante lucen, en efecto, como un castillo medieval. Los huéspedes entran por el precioso parque verde y caminan por los senderos serpenteantes y las escaleras sinuosas, para llegar a los corredores de adoquín de sus habitaciones.
Las habitaciones más grandes tienen el tamaño de tres habitaciones normales de hotel, y tienen dos chimeneas funcionando. Grandes cortinas de terciopelo cubren tanto las ventanas como los armarios. En el medio de la habitación, hay una enorme cama con baldaquino. La mesa de época ofrece un cesto de deliciosas frutas y un decantador de jerez.
Los huéspedes aguardan la cena en las lujuriosas salas de recepciones, con sus paredes llenas de retratos de nobles británicos. Un ejército de camareros se encarga de proveer el listado del menú, que incluye carne de venado, codorniz, pato, cordero, salmón cocido y platos vegetarianos. Sin dudas, creerás que el Rey Enrique aparecerá de un momento a otro.