La Administración es una ciencia polémica.
Casi todo lo que se conoce de ella se articula, según la teoría, la escuela o el enfoque, alrededor de áreas especializadas intentando, desde su visión del problema, potenciar el logro de la meta declarada por la organización, adoleciendo de un enfrentamiento del problema administrativo de forma sistémica.
Introducción
La mayoría de las escuelas del pensamiento empresarial se han basado en un enfoque parcial lo que trae consigo la necesidad de aislar un elemento para comprenderlo independientemente de otros eventos simultáneos e, indiscutiblemente, relacionados.
Los expertos han sacado partido de enfoques sectoriales en lugar de utilizar las ventajas del enfoque sistémico, para, al final, pagar caro su posición. Las limitaciones del atomismo y el holismo hacen que los autores no duden en adoptar un enfoque sistémico a la hora de analizar la administración.
La insistencia de muchos «evangelistas» de la administración en demostrar que tienen la respuesta correcta, ha puesto de moda dichos enfoques parciales que han tenido seguidores y entusiastas que creen que existe verdaderamente una respuesta única a los problemas relacionados con la administración.
Esto explica por qué el estado de arte en materia de administración ha evolucionado al ritmo de «gurues» que al frente de su facción administrativa, apoyada con suficiente dinero como para hacer de su propuesta una «receta mágica», intentan hacerla vendible al mundo organizacional.
Esto hace difícil a los administradores la adopción de una filosofía administrativa que se ajuste a las condiciones concretas de su organización; la realidad ha demostrado que, generalmente, se ha ido cambiando de «receta» a tenor de su aparición en el «mercado de filosofías administrativas».
Dada la complejidad creciente de las organizaciones y del entorno en que estas se mueven parece vano el uso de recetas actuando sobre una única variable.
Todas las organizaciones parecen estar afectadas por la imperiosa búsqueda de nuevas maneras de administrar, pero ya no parece posible razonar en términos de herramientas y técnicas de administración aplicables siempre y en todas partes sino abordar el fenómeno organizacional con una filosofía global que permita hacer uso de herramientas y técnicas como medios utilizables en determinados momentos y no como fines en sí mismas.
El planteamiento de la polémica
La «selva de la administración», como la llamara H. Koonz, nos enfrenta a una diversidad de criterios, que hacen casi imposible regirse por un sólo enfoque para poder administrar.
Cada uno de ellos propone conceptos de administración en los que se reconocen, con meridiana claridad, los paradigmas dominantes que caracterizan los puntos de vista de la línea de pensamiento que rigen los planteamientos teóricos en que se sustentan. Por lo que se considera necesario tomar partido en la ya perenne discusión sobre el controvertido término Administración.
Desde el punto de vista de los autores la Administración es: La ciencia que estudia el proceso consciente e ininterrumpido de mejora de la Cualidad Sistémica de una organización, en relación con su entorno y las causas que condicionan su comportamiento. Lo cual constituye su objetivo.
Este proceso se lleva a cabo a través del diagnóstico y aplicación de acciones concretas sobre la restricción que se opone a dicha mejora, combinando información, tecnologías y factores económicos puestos a disposición de ejecutivos y subordinados, unos por el dueño de la organización y otros por acreedores debido a la gestión de los ejecutivos de la organización.
El éxito de este proceso descansa, como premisa, en lograr los niveles mínimos de insatisfacción de las necesidades de los clientes y, como requerimiento indispensable, niveles mínimos de insatisfacción en las necesidades de sus trabajadores. Constituyendo estos dos elementos la esencia de la Misión de cualquier organización.
Definiendo la cualidad sistémica
Este proceso se lleva a cabo a través del diagnóstico y aplicación de acciones concretas sobre la restricción que se opone a dicha mejora, combinando información, tecnologías y factores económicos puestos a disposición de ejecutivos y subordinados, unos por el dueño de la organización y otros por acreedores debido a la gestión de los ejecutivos de la organización.
El éxito de este proceso descansa, como premisa, en lograr los niveles mínimos de insatisfacción de las necesidades de los clientes y, como requerimiento indispensable, niveles mínimos de insatisfacción en las necesidades de sus trabajadores. Constituyendo estos dos elementos la esencia de la Misión de cualquier organización.
La Cualidad Sistémica de una organización es la categoría que expresa la unidad, la integridad de la organización, su estabilidad relativa y su identidad con ella misma. Ella determina que un tipo de organización sea ella y no otra constituyendo el objetivo supremo o fin último expresado en términos de Meta y Condición Indispensable que determinan la tendencia del desarrollo y supervivencia del sistema.
La Cualidad Sistémica tiene las siguientes propiedades:
- 1. Puede ser mejorada constantemente en beneficio de la propia organización y del sistema mayor al cual pertenece.
- 2. Teóricamente puede crecer hasta el infinito.
- 3. Se puede medir objetivamente.
- 4. Se mide desde sí misma.
Meta organizacional
La existencia de una Meta organizacional es una concepción apoyada por varios autores. Para los autores de este artículo la Meta es la razón última por y para la que existe la organización, es aquel objetivo tan trascendental que no admite postergaciones como no sean temporales por situaciones coyunturales extraordinariamente complejas y sus atributos más significativos son ser medible y siempre creciente, al mismo tiempo es aglutinador y propulsor de las acciones de la organización caracterizada no sólo por sus resultados, sino también por su proceso.
La Meta no caracteriza sólo a una organización sino a todas las de su tipo dentro del sistema al que pertenezca. Por lo diferente que puede ser la Meta para distintos tipos de organizaciones convendría acogerse al algún tipo de clasificación que permitiera deslindar unas de otras.
Por constituir una clasificación esencial los autores se avienen a distinguir dos tipos de organizaciones:
- Con fines de lucro o autónomas, entendidas estas como un sistema social, coordinado conscientemente, que tiene la Meta de conseguir cada vez más beneficios sobre la base de aportar bienes o servicios a la sociedad que satisfagan las necesidades, deseos y demanda efectiva de un conjunto de personas que constituyen su mercado objetivo.
- Sin fines de lucro o asistidas, entendidas éstas como un sistema social, coordinado conscientemente, que tiene la Meta de servir cada vez más a la sociedad sobre la base de aportar bienes o servicios que satisfagan las necesidades, deseos y demanda efectiva de un conjunto de personas que constituyen su mercado objetivo. (Es necesario incluir en esta clasificación a aquellas organizaciones con fines de lucro que deliberadamente pierden debido a su función social y es conveniente mantenerlas subsidiadas. De mantenerse esta situación debe considerarse su paso a organizaciones asistidas).
El proceso de administración pueden aplicarse, sin lugar a dudas, tanto a las organizaciones no lucrativas, como a las lucrativas. No obstante, entre ambas existen diferencias que resultan sumamente importantes para la Administración. Estas diferencias emanan de la Meta que explican la formación de los dos tipos de organizaciones.
Los autores adoptarán una posición muy directa para explicar la Meta que persiguen las organizaciones lucrativas, dicha Meta está necesariamente asociada con el resultado final, es decir, la obtención de beneficios – relación favorable y siempre creciente que se establezca entre sus ingresos y sus gastos lo que garantiza su desarrollo gradual y continuo – que permitan, a la Administración como guía del proceso organizacional y a sus miembros como creadores de dicho resultado, sentirse útiles a la sociedad y simultáneamente contribuir con sus capacidades a la obtención de bienes y servicios que van a deparar la satisfacción de las necesidades a sus clientes y, de forma general, un bienestar a la sociedad.
Esto es así porque no hay resultado posterior a ello, en lo adelante solo hay distribución, destinos y recomienzo del proceso. Lo anterior no quiere decir que los otros objetivos carezcan de importancia o que no sean importantes para muchas organizaciones, sino simplemente que al final, la organización con fines lucrativos que no genera utilidades no sobrevive.
Algunos de estos otros objetivos se podrían interpretar más como formas para obtener beneficios que como Meta por derecho propio.
En algunas organizaciones lucrativas podrían predominar, alguna vez, una Meta que retarde la obtención de la Cualidad Sistémica a tenor de la situación concreta por la que transite y siempre que dicha Meta tribute al beneficio social y no vaya en contra de la razón social con la que tiene que cumplir, pero dicha Meta, como
Si se acepta el concepto de que las organizaciones lucrativas existen para obtener beneficios, entonces la administración de la estrategia se convierte en una tarea mucho más clara. Así, otras ideas se pueden evaluar comparándolas con la Meta de las ganancias y el desempeño se puede medir comparándolo con el de otras organizaciones de su tipo.
Sobre todo, la necesidad básica de generar utilidades puede apuntalar el proceso entero de la Administración, reforzando la autoridad de la Administración y su capacidad para tomar decisiones en todos los niveles de la organización y no sólo en el ápice estratégico.
La situación de una organización no lucrativa es bastante diferente. La falta de un «resultado final medible» significa que los administradores de las organizaciones no lucrativas o asistidas se les dificulta más el actuar
Por lo tanto para las organizaciones no lucrativas la Meta ha de estar expresada en términos de satisfacción de necesidades, y no del proceso de organización o de parte de él, debido a que su desarrollo no depende de la retribución del cliente por el producto o servicio prestado, sino de las asignaciones presupuestarias que las instancias, en la que está inserta, le destinen.
Más allá de la satisfacción del cliente no hay resultado posterior para estas organizaciones.
En el primer tipo de organizaciones, la satisfacción del cliente es un medio para alcanzar la Meta, en las segundas es la Meta misma, en este sentido los administradores de las organizaciones no lucrativas tienen mucha más necesidad de una Misión bien elaborada que los administradores de organizaciones con fines de lucro, ya que de hecho ella es su Meta.
Existe la tendencia a confundir la Meta con la Visión de la organización, componente estos de la Planeación Estratégica.
Desde el punto de vista de los autores la Visión es la aspiración futura del estado de la organización relacionado con uno o varios medios para alcanzar su Meta.
El peligro de confundir la Visión con la Meta es dejarlo ahí sin profundizar en lo más trascendental, es decir, la mejora de la Cualidad Sistémica y no de los medios a través de los cuales se llega a esa mejora.
Condición indispensable
La Condición Indispensable es un medio necesario y suficiente que determina el umbral por debajo del cual no se garantiza la supervivencia del sistema, y de forma temporal puede ocupar el lugar de la Meta.
La Condición Indispensable en este tipo de organizaciones es un mínimo de efectivo que garantice los pagos en tiempo y cantidad. La escasez del dinero puede provocar el uso eventual de otro medio para efectuar dichos pagos.
También puede resultar condición indispensable, de forma coyuntural, otro medio cuando el dinero disponible no tiene capacidad de compra y la ausencia de dicho medio pone en peligro evidente la obtención de la Meta.
Este planteamiento tiene su raíz en la condición del dinero como medio redundante que sustituye cualquier elemento deprimido del sistema.