La mayoría de los microemprendedores desean aumentar sus ventas y que sus compañías crezcan. El punto es saber cómo hacerlo… ya que no siempre está tan claro.
Lo fundamental, como para todo en la vida, es seguir un plan específico.
No obstante, la cosa tiene sus bemoles ya que se trata, no sólo de seguir un plan, sino de elegir aquel que es apropiado para cada negocio. No olvide que, como en el cole, copiarse no vale. Lo que funciona en un área, puede no hacerlo en otra y, además, el enfoque que cada persona imprime a su proyecto tiene también mucho que ver con su propio perfil y red de referidos.
¿Más claro? Si usted tiene un producto excelente, pero no tiene una estrategia para distribuirlo… no tiene nada.
Si fabrica dulces, puede distribuirlos en almacenes, en supermercados u otorgarle la mística de la cosa artesanal y venderlos sólo a través de referidos…
No hay una sola manera, pero para cada una hay que tener los contactos adecuados y, sobre todo, mantener una línea coherente de principio a fin.
De lo que se trata es de encontrar una fórmula que le permita, con los recursos que tiene, maximizar su tiempo, dinero y esfuerzo para conseguir sus objetivos. Fácil, ¿no? Recuerde que muy a menudo lo que parece buena suerte no es más que el resultado de una elección inteligente y adecuada.
Sin ánimo de dar recetas… ya que acabamos de decir que las recetas no sirven, proponemos algunas sugerencias para empezar a pensar coherentemente en ese plan.
Primero, y aunque parezca trivial, plantéese qué quiere hacer. Mal podrá elaborar una estrategia para alcanzar un destino desconocido. Esto, que parece tonto, es una de las principales razones del fracaso de los microemprendimientos.
Recibimos diariamente innumerables consultas sobre cómo hacer tal y cual cosa, pero cuando le preguntamos realmente qué quieren lograr, la cosa se pone resbalosa.
Hay una vieja historia sobre un alumno que le pregunta a su maestro cuál era el camino más apropiado y este le repregunta a dónde quiere llegar. Cuando no hay una meta precisa, todos los caminos sirven…
Así que una vez definido el Qué, es necesario el cómo, o sea qué camino debe elegir para llegar a destino lo mejor posible. Recuerde que si tiene el qué bien definido pero no especifica el cómo, entonces no tiene una meta, más bien tiene una expresión de deseos, nada más.
Escríbalo y reléalo al día siguiente. Escriba también cuáles son sus metas en relación al crecimiento de su compañía. Analice la situación general. Escriba pros y contras de cada punto. Recuerde que no está solo en el mercado y que los avatares de la economía van a incidir fuertemente en su negocio.
Plantee distintas posibilidades sobre distintos puntos (forma de distribución, mejor modo de bajar costos sin perder calidad, formas de cobro, etc.). No se quede con la primera opción, explore siempre todas las que pueda.
Ahora si, planee su estrategia. Escríbala, revísela y corríjala las veces que sean necesarias. Una vez que esté segura, ejecútela sin vacilaciones. Siga de cerca la evolución del negocio. Chequee permanentemente si las cosas salen como estaban previstas o no y, como siempre es bueno aprender de los propios errores, introduzca los cambios que considere necesarios.
Una última recomendación: si su qué esta todavía indeciso, relea ¿Así qué tienes una idea?, ayudará a definir el negocio. Una alternativa muy interesante es analizar el negocio utilizando herramientas de simulación como las que están disponibles en nuestra Caja de Herramientas.
Si ya sabe cuál es su negocio y cuáles son las estrategias que la/o ayudarán a conseguir sus metas, ahora solo cabe: ACCIÓN!!!