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Parir Como las Diosas: Recuperando el Parto Vertical

La compañía durante el parto no toca ni modifica las prácticas médicas del parto horizontal en sí mismas, entre las cuales, según la nota «Parir» del suplemento Las 12 (3), están atar a las parturientas a las camillas, silenciarlas, no dejarlas deambular ni ponerse en cuclillas.

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Una práctica patriarcal en la que, según especialistas consultados, la corporación médica se apropia del parto, maltratando con expresiones desvalorizantes a las parturientas, tratándolas como niñas tontas y culpabilizándolas si el parto se alarga o se complica, cuando en realidad es la misma posición horizontal la que alarga y complica el parto, aumentando el sufrimiento de la mujer y del feto que debe transitar por un canal que se ha estrechado e ir en contra de la ley de la gravedad mientras que la madre, inmovilizada, no dispone de todo su cuerpo para parir.

Esta evidencia ampliamente certificada por médicos especialistas en parto vertical es constantemente ignorada en las facultades de medicina de nuestro continente.

Al enseñar e imponer aquella posición antinatural que anula la energía corporal y la conciencia de la parturienta para moverse y dirigir el parto, la corporación médica le da la espalda a milenios de experiencia femenina.

Las hembras sapiens han parido a la humanidad en cuclillas y en posición vertical desde la prehistoria y aún lo siguen haciendo en grandes áreas del planeta con éxito y eficacia, pariendo más rápido y con menos dolor.

parto-romanaEl parto horizontal rompe con esta experiencia milenaria presentándose desde hace apenas unos pocos siglos como la única forma aceptable y exitosa de parir, lo cual es parcial y cuestionable.

Una nota de la revista argentina Clarín daba cuenta tiempo atrás del éxito del parto en cuclillas entre mujeres indígenas del sur del Brasil, con menos complicaciones que las mujeres occidentalizadas.

Sin embargo, pocas veces las corporaciones médicas toman en cuenta la experiencia de las mujeres, menos aún la de los pueblos originarios, y desacreditan ese saber desde el más puro androcentrismo.

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Una imagen sintetiza esta negación. En libros de obstetricia y enciclopedias de divulgación médica se suele mostrar el perfil de una embarazada parada con el bebé saliendo por el canal de parto, arqueándose a través del mismo, emergiendo hacia abajo y adelante.

Esta imagen del parto natural-vertical luego es negada en la práctica médica con el parto horizontal.

Con todo, en estos últimos años han surgido agrupaciones de mujeres, médicos y parteras que vuelven a estas ancestrales prácticas integrándolas a los conocimientos modernos.

La cuestión de fondo es saber si el Estado modificará el parto horizontal en la enseñanza y práctica médica para que los beneficios del parto vertical lleguen a las mujeres de todos los sectores a través de una política de género que humanice el parto de manera integral y en consonancia con los derechos de las mujeres.

Como en muchos otros temas de la problemática femenina, los símbolos y creencias religiosas pueden jugar a favor o en contra. Tener un dios masculino que crea sólo con la palabra y saca a la mujer de la costilla de Adán, por ejemplo, cuando en el mundo natural ninguna mujer nace de un varón y ninguna hembra (o varón) de un macho, es un modelo simbólico muy distinto a tener primigenias diosas que crean con sus cuerpos desplegados, dinámicos y conscientes; accionando durante el propio parto y sobre la creación que están llevando a cabo.

La influencia del modelo religioso cristiano puede verse en la práctica del parto horizontal donde el médico aparece como creador. Es él quien «saca el bebé del cuerpo de la mujer», el que «lo trae al mundo».

El médico controla y dirige el parto mientras que la parturienta es una participante pasiva y asustada que sólo puede mirar al techo de la sala de partos y acatar órdenes sin demasiada conciencia de lo que sucede en su cuerpo ni lo que otros hacen con él.

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En posición horizontal la mujer no ve nacer a su hijo o hija, el médico sí. La parturienta asume una posición incómoda, limitada y dolorosa para que el médico se mueva cómoda y libremente.

Por otra parte, haber pasado de aquellas diosas creadoras con cuerpos desnudos y activos a la figura de María como modelo femenino ejemplar, ha tenido consecuencias directas sobre la experiencia del parto como así también sobre el cuerpo, la sexualidad, la anticoncepción y la conciencia autónoma de las mujeres.

A María nunca se la representó pariendo y pocas veces embarazada o dando de mamar. «La Madonna del Parto» de Piero della Francesca (1460) es uno de los pocos frescos donde la Virgen aparece con un prominente vientre de nueve meses, parada y con un vestido medieval color verde mientras dos ángeles abren las cortinas de la cueva-tienda para dejar a la vista a la que va a parir(4).

Muchas veces se ha comparado la vida de Buda con la de Jesús. Sin embargo, el parto de María ha sido ocultado, reforzando la pasividad e ignorancia de las mujeres occidentales sobre el cuerpo y la sexualidad femenina.

O bien ridiculizado, como cuando las monjas de mi escuela primaria nos decían que Jesús había nacido de la rodilla derecha de María y que ella no había sentido nada. De la misma manera las madres tuvieron que mentir a sus hijas sobre el proceso natural del parto con aquello de «salir de un repollo» o «venir de Paris».

Silvia Chauvinhttps://www.mujeresdeempresa.com/
La Arquitecta Silvia Chauvin es editora de Mujeres de Empresa, escribe sobre temas de tecnología y redes sociales.

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