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Mujeres de Pies Grandes: Género y Producción

Me encantan los zapatos. Y siguiendo con el titulo de un artículo que escribí hace mucho,  “El género, las chancletas y la lengua” usaré una vez más los zapatos como ejemplo de lo que quiero transmitir en esta cuestión tan compleja como son las llamadas “diferencias de género” y su relación con la producción.

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¿Que quiero transmitir? Los beneficios  de incluir la perspectiva de género en distintos momentos de la  generación y venta de cualquier producto: diseño, criterios de producción, publicidad, mercado al que se dirige el producto, comercialización, etc.

Y los perjuicios, fundamentalmente económicos, de no incluir esta perspectiva.

Veamos primero un ejemplo simple:

Veo en una vidriera unas zapatillas brasileras en un precio muy conveniente. Se ven lindas, de buena calidad.  Pido mi número (40) y el vendedor trae la zapatilla correspondiente.

Pero lo que venden como Número 40 equivale a un 38 de las otras marcas y por supuesto no me va. Pido un número más y no existe.

El vendedor me informa que en zapatillas de esa marca ese es el tamaño máximo que se fabrica en los modelos para mujeres y, solo atina a recomendarme que busque una marca que no sea brasilera, porque todas tienen el mismo defecto.

Junto con la mufa de tener que gastar mas por una zapatilla equivalente, no puedo evitar pensar: que papanata el tipo que decide el criterio de fabricación de este producto. ¡Cómo pierde un segmento de mercado sin necesidad!

Como verán, yo también pienso pre-juiciosamente y doy por supuesto que quien diseñó con ese criterio de “tamaño de pie femenino” es un hombre.

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Puedo pensar en esos términos porque total es un pensamiento y no hace daño a nadie. Bueno, no hace daño si no consideramos el dinero que la misma fábrica pierde al perder ventas, ya que esa empresa pierde de vender su producto a todas las mujeres que calzamos más de 38.

Buscarle explicación lógica no tiene sentido, porque la lógica que sigue es otra, sigue la lógica de un preconcepto que no coincide con la realidad, o sea un pre-juicio.

Aunque resulte increíble, esto se repite de otro modo en prácticamente todas las zapaterías de Buenos Aires, en las que de cada modelo, siempre hay varios pares nº 37, 38, y39 y un solo par nº 40.

Siempre, y me atrevo a decir por experiencia, sin excepción.

¿Qué quiero decir con este ejemplo? ¿Es una cuestión con los zapatos exclusivamente? No. Hay muchos otros productos en los que ocurre lo mismo: hay una falla en el origen. ¿En el origen de qué? ¿Del producto? ¿De la concepción o diseño del producto? ¡¡¡¡NO!!!.

Género y Producción

zapatos-blahnikLa falla está en las características que se le atribuyen al consumidor sin que esas características coincidan con la realidad. O sea pensar desde un pre- juicio.

En este caso, la falla está en como se percibe a ese segmento del mercado a quien va dirigido el producto.

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La falla es que ese producto está pensado para un consumidor imaginario, consumidora en este caso, definida desde un montón de pre-juicios que pueden sintetizarse como “prejuicios de género”. Y esas características atribuidas pre-juiciosamente reducen la franja que podría abarcar el producto. Tan simple como eso.

No es demasiado aventurado suponer que en la base de ese criterio (un solo par Nº 40 o  supuestos números 40 que en realidad son 38) existen pre-juicios tales como: “las mujeres siempre tienen pies chicos”, “un pie femenino es un pie chico”, “las mujeres con pies grandes son excepciones a la normalidad”, “la idea de la geisha de pies diminutos”, “como máximo puede haber alguna que salga de la regla” “no es posible que haya la misma cantidad de mujeres que calzan 38 o 39 que las que calzan 40”, etc..

Una mini encuesta en cualquier zapatería con el vendedor mas distraído daría por tierra con cualquiera de estos argumentos. Y, a diferencia de los talles de ropa chicos que promueven un estilo anoréxico, en el caso de los zapatos ni siquiera hay esa excusa: cualquier mujer que mida 1.70m puede calzar 40.

En muchos productos, y me atrevo a decir que “en la mayoría” es posible encontrar “fallas” de esta clase en cada eslabón de la cadena productiva, desde el diseño del producto hasta el destino final. Fallas apoyadas en una interpretación de la realidad desde un pre-juicio.

Y con estas “fallas” se puede hacer tres cosas:

  • 1. seguir ignorándolas.
  • 2. reconocerlas y no hacer algo o
  • 3. hacer de estas “fallas” un generador de ganancias.

Para quien elige la tercera alternativa, solo necesita mirar hacia ahí.

Lo único necesario es aprender a mirar desde otra perspectiva.

Silvia Chauvinhttps://www.mujeresdeempresa.com/
La Arquitecta Silvia Chauvin es editora de Mujeres de Empresa, escribe sobre temas de tecnología y redes sociales.

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