Un sábado de noviembre de 1866 nace en Río del Tala, Obispado del Tucumán, hoy Salta, un beba bastante contestataria para el gusto de la época: Dolores Candelaria Mora Vega, luego conocida mundialmente como Lola Mora.
Lola Mora: Biografía
Fue de las primeras escultoras sudamericanas, pionera de la minería en Argentina, inventora y urbanista. Sus emprendimientos, aunque fracasaron comercialmente, la ubican entre las precursoras del cine y la TV.
Esta «tucumanita» como despectivamente se la llamaba en Buenos Aires, se abrió paso hacia el siglo XX a golpes de martillo y también, como algunos sugieren, mediante el hábil uso del networking.
Se inició en las artes a través de la pintura, con la que consiguió una beca del gobierno para perfeccionarse en Roma. Michetti, su maestro, le sugiere tomar algunas clases de escultura para perfeccionar su perspectiva y el uso de las sombras.

Ese acercamiento a la escultura produce un deslumbre en Lola que abandona definitivamente la pintura para dedicarse de lleno a la escultura bajo la supervisión del maestro Julio Monteverde.
Realiza bustos y obras por encargo de la clase adinerada europea pero no parece ser apreciada en la sociedad rioplatense no muy acostumbrada a ver a señoritas independientes que se mueven en una sociedad de hombres, quien además debía cultivar muchas amistades masculinas del ambiente artístico.
Sin embargo, tres premios mundiales en Francia, Australia y Rusia harán que su nombre empiece a sonar en el país. Por lo que en el 1900 el Ministro de Obras Públicas le encarga dos bajorrelieves para la Casa de Tucumán.
Por ese motivo vuelve a Buenos Aires y ofrece al intendente Adolfo Bullrich regalar una fuente a la ciudad.
De vuelta en Italia, boceta la obra que se convertirá en la primer obra pública de autoría femenina inaugurada en la ciudad de Buenos Aires.
La fuente de las Nereidas
El 21 de mayo de 1903 se descubre en el Paseo de Julio «La fuente de las Nereidas«. La obra, que exhibe el nacimiento de Venus y, como todo nacimiento es escaso en ropas (para colmo Venus nace medio «crecidita»), causa malestar en una sociedad no habituada a los desnudos, por escultóricos que éstos fueran.
Y menos que el escándalo fuera causado por una señorita.
Para quienes no conocen Buenos Aires o, al menos, no están habituados al antiguo nombre de algunas calles, el emplazamiento del grupo escultórico era bien céntrico y bastante próximo a la Catedral… El Paseo de Julio, era el paseo de moda de la época, la fuente estaba ubicada en lo que hoy es la Av. Leandro N. Alem y Presidente Perón.

En 1906 se inaugura el Palacio del Congreso Nacional, pero los grupos escultóricos: La Paz, La Libertad, La Justicia y El Progreso, que le habían sido encomendados, son trasladados a depósitos municipales, quedando el frente del edificio parlamentario con los pedestales preparados pero sin las esculturas.
El propio Ministro de Obras Públicas las califica como: «… esos mamarrachos que (…) encuentro tan malas como los señores diputados; pero ese inconveniente proviene de que se han encargado a artistas que no estaban a la altura de los trabajos que se les había encomendado.».
Lola va de escándalo en escándalo, pues se casa en 1909 con Luis Hernández, 15 años menor que ella. El matrimonio, instalado en Italia, no prosperó y Lola vuelve a Buenos Aires donde se encarga de desarmar y trasladar su Fuente de las Nereidas hasta el emplazamiento actual en la costanera sur, donde por muchísimos años prácticamente no recibió miradas. Un poco harta de tanta crítica, abandona la escultura y se dedica a diversos proyectos.
Nuevos emprendimientos
En 1920, se asocia con Domingo Ruggiano para proyectar películas al aire libre. Lola introduce el uso de químicos fluorescentes detrás de la pantalla para aumentar el brillo y contraste de la imagen y así no tener que oscurecer el ambiente; un paso hacia el tubo del televisor.
El emprendimiento fracasa y ella invierte todo lo que le queda de las tierras familiares en la prospección de hidrocarburos, sí, aunque cueste creerlo, se dedica durante un tiempo a buscar petróleo.
Durante un año se desempeña como Directora de Parques y Paseos en Jujuy, pero vuelve a Salta a seguir con la búsqueda de petróleo. A pesar que en 1927 se le termina el dinero y con ello los obreros, sigue la excavación sola, tiene sesenta años.
Un arriero la encuentra inconsciente al borde de una senda y la traslada a Salta, donde el médico que la atiende diagnostica «hambre»…
Fin del emprendimiento petrolero.
Trabaja en salta durante diez años como profesora y en 1934 emprende el regreso a Buenos Aires donde llega con un bolso lleno de planos y proyectos.
También participó como contratista en el tendido de rieles del Ferrocarril Transandino del Norte , más conocido como Huaytiquina, por donde hoy transita el mundialmente famoso Tren de las nubes, en la provincia de Salta.
Como urbanista, es autora del Primer Proyecto de Subterráneo y Galería Subfluvial de Argentina, previsto para Capital Federal; y del trazado de calles de la Ciudad de Jujuy.
Muere en Buenos Aires el 7 de junio de 1936.