Uno de los grandes cambios que en la última década contribuyó a modificar el diseño del mapa laboral, fue el aumento de la participación femenina en el mercado de trabajo y el acceso de un grupo de mujeres a los niveles directivos de las empresas y organizaciones.
De hecho hay quienes sustentan que la creciente incorporación de mujeres a cargos de conducción posibilita la aparición de nuevos estilos de liderazgo.
Ya no se trata de plantear la opción entre estilos gerenciales femeninos y masculinos ni de tolerar o apreciar las diferencias entre ellos sino de tomar el ejemplo de las nuevas líderes para visualizar algunas de las características de la nueva organización.
Afortunadamente, en estos últimos años tuve la oportunidad de estar en contacto con una gran cantidad de mujeres profesionales latinoamericanas, y pude comprobar personalmente el enorme potencial que ellas tienen.
Algunas de las aptitudes que pude observar en ellas y que constituyen la base para un liderazgo efectivo son:
- Alta capacidad para adaptarse a los cambios que puedan producirse.
- Diligentes, disciplinadas y pacientes.
- Dispuestas a adquirir nuevos conocimientos, aún aquellos que no se encuentran directamente relacionados con la orientación elegida.
- Creativas e intuitivas.
- Persuasivas, persistentes y organizadas.
- Confiables y comprometidas.
- Capacidad de escuchar, ponerse en el lugar del otro y lograr empatía con la gente.
La mayoría de los puestos de trabajo que existirán en las próximas décadas todavía no han sido creados y en su lugar surgirán nuevas formas de organización.
El concepto de puesto de trabajo irá evolucionando hacia el de carrera laboral.
No existen recetas mágicas ni únicas, pero es fundamental para una mujer que aspira a realizar una carrera laboral destacada, tener en cuenta y entender:
- Cuáles son las cualidades y habilidades que requiere el desempeño de una función ejecutiva y compararlas con las propias.
- Cuáles son sus ventajas comparativas.
- Cuáles son los costos y beneficios que se obtendrán.
Para superar el síndrome de la supermujer o su opuesto, el de la mujer que no se anima para «no hacer muchas olas», el mejor antídoto es la predisposición para afrontar el cambio y el conocimiento de las propias fortalezas y debilidades.
En este sentido, los que siguen son los recientes resultados aportados por un grupo de mujeres ejecutivas de catorce países latinoamericanos que asistió a un Seminario Regional, realizado por la Red de Mujeres Latinoamericana en Gestión de Organizaciones en la Ciudad de México. Cuando se les pregunto acerca de sus principales fortalezas y debilidades en la función ejecutiva, la mayoría respondió:
FORTALEZAS | DEBILIDADES |
Responsable Trabajo en equipo Orientación al logro Relaciones interpersonales Administración del tiempo Segura Tenaz Perseverante Capital intelectual Manejo de idiomas Justa Organizada Comprometida Creativa Entusiasta Experiencia Inteligente Motivada Tolerante Leal Flexible Buena imagen | Insegura Ansiosa No sabe decir «no» Indecisa Tímida Ser confiada Impulsiva Susceptible Imperativa Desconfiada Temor a competir Falta de visión Falta de creatividad Poco expresiva Desordenada Impuntual Miedo a la soledad Extrovertida Culpa Mala administración del tiempo Baja capacidad de negociación Temor a ser líder Cansancio físico |
¿Cuáles son las suyas? ¡Tómese una foto!