Como vemos en muchos de los artículos de este blog, ser mujer emprendedora y “no morir en el intento” es bastante complicado. Un ejemplo concreto: el otro día estuve tomando un café con Raquel, una buena amiga que este año ha decidido crear su propia empresa de traducción.
El perfil de esta mujer es como el de muchas otras valientes de nuestro país (la autora de ésta nota es española): 40 años, casada, con dos hijos todavía pequeños y padres y suegros relativamente mayores, una trayectoria profesional de altísimo nivel y muchas, muchísimas ganas de trabajar para sí misma.
Como yo también soy emprendedora, le pregunté a Raquel qué era lo peor de su día a día, la principal barrera que veía para mantener y hacer crecer su proyecto profesional.
Yo pensaba que me iba a responder algo típico como, por ejemplo, la dificultad de encontrar nuevos clientes que prefirieran traducciones de calidad, la falta de financiación o la brutal competencia de las/os colegas de países americanos. Pero no. Raquel me respondió con una sola palabra que a muchas personas les puede sonar a chino: procrastinación.
¿Qué es procrastinar?
Quizá conozcas este concepto, quizá no, por si acaso vamos a definirlo. Procrastinar proviene de dos vocablos latinos: pro, traducido como “para” y cras, que podríamos traducir como “mañana”. Es decir: dejar para mañana algo que podemos hacer hoy.
Los expertos en coaching profesional afirman que la procrastinación es un hábito altamente nocivo y, también, la causa directa del fracaso de miles de nuevas empresas cada año. ¿Y lo peor de todo? Muchísimas emprendedoras no se dan cuenta de que procrastinan hasta que no ven hundirse su proyecto empresarial y vital.
El enemigo invisible
Todos procrastinamos alguna vez, hombres y mujeres pero, quizá, el problema se agrava en el caso de las emprendedoras. Pensemos en el perfil tipo de mi amiga traductora. Por su edad ha recibido una educación que la orienta casi involuntariamente a llevar las riendas de su hogar. Esa responsabilidad implica realizar muchísimas tareas que agotan tiempo y voluntad.
En primer lugar, Raquel es la responsable final de sus dos hijos. Se ocupa de levantarlos, asearlos, preparar desayuno y media mañana, llevarles al cole, recogerles, darles de comer, llevarles a clases extraescolares, esperarles, recogerles, ayudarles con los deberes, darles de cenar, convencerles para ir a dormir…
Simplemente cuenta las horas que le lleva hacer todas esas tareas que, además, intercala con otras inevitables como, por ejemplo, mantener más o menos limpia la casa, organizar las compras, las comidas y las coladas, acompañar a sus padres y suegros a sus citas médicas…
Como ves, este “simple” trabajo de ama de casa bien puede consumir una jornada laboral completa. Pero es que, además, Raquel ha creado su propia empresa. Busca clientes, prepara presupuestos, hace traducciones, coordina proyectos con otros traductores externos… Y, como está empezando y no tiene liquidez, también se ocupa de gestionar facturas, presentar los trimestrales, etc., etc. ¿Te suena ese día a día? Es el de miles de mujeres emprendedoras de este país.
¿Y la procrastinación? Inevitable. Es lógico que Raquel aplace la realización de ciertas tareas de su joven empresa, pero no por falta de voluntad o de espíritu emprendedor, sino por puro y simple agotamiento físico y mental.
3 Consejos Básicos Para Luchar Contra la Procrastinación
Según la opinión de los expertos, la procrastinación es un hábito, ¿verdad? Entonces, y como tal, sí que se puede abandonar y sustituir por otro que, en el caso de Raquel y de miles de emprendedoras, resultaría mucho más positivo y eficaz.
Veamos tres consejos básicos:
1. Reconocer el problema
Como en el caso de muchos hábitos improductivos – como fumar, morderse las uñas o beber en exceso- el primer paso para luchar contra la procrastinación es reconocer que la padecemos. Así que el primer consejo es tan sencillo como plantearse la siguiente pregunta y responder sinceramente: “¿Estoy dejando para mañana tareas fundamentales para el éxito de mi empresa?”. Si la respuesta es sí, lee el siguiente consejo.
2. Pedir ayuda
Aunque no seamos psicólogas, en el caso de mi amiga traductora vemos clara una de las causas principales de su problema de procrastinación: está agobiada de responsabilidades. ¿Qué hacer? Pedir ayuda en nuestra propia casa. Un matrimonio o una relación de pareja no deja de ser un contrato, ¿no es así? Un acuerdo que se traduce en la asunción de ciertas responsabilidades por cada parte.
Si el reparto de tareas está tan desequilibrado que impide a una de las partes poner en práctica su proyecto profesional… mal vamos. Parecerá una perogrullada, pero es preciso que hablemos con nuestro socio o socia en la vida y repartamos mejor la carga del día a día.
3. Premiarnos a nosotras mismas
Hay que ser sinceras, si aplazamos uno y otro día una tarea concreta es porque realmente no nos gusta hacerla. No solo es solo un problema de gestión o falta de tiempo, sino también de voluntad. Así, un truco es intentar encontrar la parte positiva a esa tarea o, si no existe, darnos un pequeño premio cuando la terminemos. ¿Parece infantil? Te aseguro que no lo es… Se llama refuerzo positivo.
¿Es la procrastinación su problema? Por favor déjanos tus comentarios al pie y si consideras que esta nota puede ayudar a una amiga o colega, por favor compártela en tus redes sociales.