Desde hace una década se repite que las ideas han sustituido al capital en su función de generador de riqueza.
Nos guste o no hacia allí vamos, aunque cambiar en dirección de una sociedad de la información probablemente no sea posible simplemente por quererlo (planificarlo), y además no garantizará más ecuanimidad.
Para que ello ocurra habrá que indagar porqué el conocimiento es ahora la clave del crecimiento y de la riqueza. También hace falta que aceptemos socialmente como valor la renovación intelectual, y que ese valor no quede restringido a un colectivo sectario (como pasó siempre en las civilizaciones con escritura), sino que ese valor se derrame por toda la sociedad.
Justamente lo interesante del momento actual (y en particular de las redes, la web e Internet) es la capacidad aumentadora, es decir de multiplicación de las capacidades intelectivas de los seres humanos.
Hay una enorme diferencia entre robotizar (lo que las máquinas han hecho hasta ahora) y ayudar a aprender (que es lo que deberán hacer en el futuro).
Para avanzar en la construcción de la sociedad de la información tenemos que entender mejor como los humanos manejamos la información, como generamos conocimiento, como aprendemos.
Para ello debemos abandonar los conceptos de transmisión de la información (como abundan hoy en los medios, pero también en la educación) pasando a los modelos de transacción de la información, donde se produce una sintonía entre las necesidades de información de alguien y las posibilidades informadoras de otro. La única forma de entender esta transición es en términos de conversación y no de instrucción, aunque introducir este modelo en una sociedad de masas parezca una verdadera utopía.
La información siempre fue un activo estratégico. Por ello toda las sociedades letradas fueron sociedades de la información, pero la nuestra es la primera a la que hay que pensar como una sociedad informacional. Es decir -según Manuel Castells– como una forma específica de organización social en la que la generación, el proceso, y la transmisión de información se convierten en las principales fuentes de la productividad y el poder.
Tres hechos demuestran que estamos entrando en una sociedad informacional, las organizaciones se convierten en intensivas en información; los ciudadanos se informacionalizan y está surgiendo un centro de servicios (contenido, distribución).
Lo que hace que una organización tenga éxito es la gestión inteligente de la información y el conocimiento. Ganarán las que tengan mejor información del entorno (market pull) y las que ofrezcan nuevas posibilidades tecnológicas para el desarrollo de nuevos productos y procesos (technology push).
Para Paul M. Rommer (autor de la Nueva Teoría del Crecimiento) el principal motor del crecimiento económico son las ideas y los descubrimientos tecnológicos, especialmente las ideas codificadas (una fórmula química, una mejor forma de organizar una línea de producción, un programa informático).
Si así son las cosas, la riqueza de las naciones estaría -como insiste sagazmente Alfons Cornella– en la riqueza de las nociones. A diferencia de los factores económicos tradicionales las ideas no cumplen con la ley del retorno decreciente (y el mejor ejemplo es el software, en especial los programas más grandes como los sistemas operativos.) Porque cuanto más se los usa más
Es por ello hora de dejarse de repetir las monsergas del discurso económico tradicional que pone el énfasis en el impacto de las tecnologías de la información en la economía y pasar a un estudio muy en serio de la generación y explotación de las ideas y el conocimiento.
Junto a una renovación de la tecnología esto sólo era posible en el contexto de una renovación de la actividad económica, hoy tristemente desvalida en América Latina. La feliz coincidencia de que uno de los lugares estratégicos en donde se condensan las nuevas ideas y la reactivación económica está en el software, y que éste sea exportable generando divisas, y que su vía de salida sean las propias redes, genera un ciclo virtuoso (tal como se podrá comprobar en varios artículos y notas de este newsletter) que permite entrever cierta esperanza en un territorio.