En el libro: «The Hundredth Monkey», Ken Keyes describe un fenómeno simple y bastante difundido pero, curiosamente, muy superficialmente tratado considerando que sus observaciones ofrecen una clave estratégica para lograr «éxito» en casi cualquier tipo de objetivo que se pretenda lograr: la importancia estratégica del «Mono-Número-Cien».
Cuando un número limitado de personas conoce una cosa nueva, sólo es propiedad de esas personas.
Pero hay un punto en el cual cuando una sola persona más sintoniza este nuevo conocimiento, el campo se refuerza de tal manera que este conocimiento es adquirido por casi todos.
¿Cómo facilitar el salto de un bien cultural desde algunos a todos?
Por aquellos eventos fortuitos de la serendipia encontré este maravilloso relato que si bien se podría considerar superficialmente como «literatura ligerita» de «divulgación científica», creo que quienes se detengan a reflexionar sobre lo que expone, como en mi caso, van a descubrir las claves para dar vuelo a sus ideas innovadoras.
Escribe Ken Keyes, en «The Hundredth Monkey»:
El mono japonés, Macaca Fuscata, fue observado en estado salvaje por un período de 30 años.
En 1952, en la isla de Koshima, al norte de Japón, los científicos comenzaron a proveerles batatas a los monos, arrojándoselas a la arena. A los monos les gustaba el sabor de la batata cruda, pero no la arena pegada a ella.
“…cuando apenas un número limitado de personas conoce una nueva forma, sólo es propiedad consciente de esas personas. Pero hay un punto en el cual cuando una sola persona más sintoniza este nuevo conocimiento, el campo se refuerza de tal manera que este conocimiento es adquirido por casi todos»
Una hembra de 18 meses, llamada IMO, resolvió el problema lavando las batatas en un arroyo cercano. Después le enseñó el truco a su mamá. Sus compañeros de juego también aprendieron esta nueva manera y la enseñaron a sus madres.
Poco a poco, ante los ojos de los científicos, varios monos fueron aprendiendo esta innovación cultural.
Entre 1952 y 1958 todos los monos jóvenes habían aprendido a lavar las batatas con arena para hacerlas más sabrosas. Los adultos que imitaron a sus hijos aprendieron esta mejora social, pero los otros adultos seguían comiéndose las batatas sucias. Entonces sucedió algo sorprendente. En el otoño de 1958, un determinado número de monos en Koshima ya lavaban las batatas (el número exacto se desconoce).
Supongamos que al salir el sol una mañana había 99 monos en la isla de Koshima que habían aprendido a lavar sus batatas. Supongamos también que un poco después, esa misma mañana, el mono número cien aprendió a lavar las batatas.
¡Y entonces sucedió! Esa misma tarde casi toda la tribu lavaba sus batatas antes de comérselas. La energía adicional de este mono número cien, de algún modo, había generado ese avance ideológico.
Sin embargo, cabe hacer notar lo siguiente: algo aún más sorprendente que observaron los científicos fue que el hábito de lavar las batatas entonces saltó y atravesó el mar.
Colonias de monos en otras islas y la tribu principal de monos del continente, en Takasakiyama, empezaron a lavar sus batatas.
De este modo, cuando un determinado número crítico logra un conocimiento, este nuevo conocimiento puede ser comunicado de una mente a otra.
Si bien el número exacto puede variar, el fenómeno del Mono Número Cien significa que cuando apenas un número limitado de personas conoce una nueva forma, sólo es propiedad consciente de esas personas.
Pero hay un punto en el cual cuando una sola persona más sintoniza este nuevo conocimiento, el campo se refuerza de tal manera que este conocimiento es adquirido por casi todos.»
La observación
Necesitas conocer como se comporta y necesitas saber reconocer quien es esa persona “mono-número-cien” que vuelca una idea, un conocimiento o un hecho (por ejemplo un producto o un servicio que tu mismo intentes proveer a los demás) desde el pequeño círculo de un pequeño grupo de gente a la cultura social.
Entonces la clave de un éxito (artístico, tecnológico, político, comercial o científico) no está solo en saber reconocer y aprovechar a tiempo las oportunidades, ni en poder acceder a la información estratégica sobre cómo y cuándo hacer, ni en la mera circunstancia de poseer los medios o el contacto apropiado con quienes los tienen.
Si reparamos cuidadosamente en la explicación de Imo, la clave tiene dos llaves:
- Saber que hay al menos un «mono-número-cien» (¡ya lo sabes!) que va a ayudar a despegar tu emprendimiento desde «tu tablero de diseño» hasta «el deseo y la canasta del consumidor»;
- Saber reconocer quién es y cómo se comporta (o como hay que motivarlo para que se comporte de determinada manera).
Algunas preguntas
- ¿Conoces a tu Mono-Número-Cien?
- ¿Puede la publicidad, las relaciones públicas o la promoción hacer que se produzca el fenómeno del «mono-número-cien»? ¿Es una cuestión de suerte o de tiempo encontrar al «mono-número-cien»?
- ¿Es más fácil dar con el «mono-número-100″ si uno divulga las ideas que promueve, o los servicios que ofrece, o los productos que vende entre una enorme cantidad de personas o será suficiente con enlazar a la cantidad «clave» de personas estratégicas?
Ken Keyes dice que el número puede variar, pero que irremediablemente hay un punto crítico en que se produce el vuelco que produce la adopción masiva de una idea subyacente en el conocimiento de alguien o de un reducido número de personas.
Algunas respuestas
Pide ayuda.
UNO: Comenta el tema con gente que respetes (no solo con la que te guste).
DOS: Escucha. Escucha. Escucha lo que tienes que saber, no solo lo que te gusta que te digan. Escucha, sobre todo a todos aquellos que contradicen tus ideas o tus criterios. Podría ser que, en lugar de tener dificultades para encontrar y hacer actuar al «mono-número-cien», simplemente ocurra que tienes una idea que no motiva a ningún «mono» para mojar sus pies para lavar sus batatas.
TRES: Piensa en tus propias reflexiones. Si quieres compartirlas: deja tus comentarios al pie.
Editorial de Mario Dehter
¿Qué le quieres enseñar a tu tribu?
¿Cuál es la base del valor que tu comunidad reconocerá en tus ideas y en lo que tú les quieras ofrecer? Puede ser un más de una cosa.
Lo primero que me ha inspirado el relato de Ken Keyes es: conviene que más de una única persona, o un reducido número de contactos de confianza, conozca acerca de los cambios que nos proponemos producir o sobre las ideas que se pretenden llevar a la práctica. Si la oportunidad presenta, es ventajoso decirle a mucha gente qué es lo que se pretende lograr.
Es necesario saber que cada uno de los acercamientos personales, individuales, que vamos tramando en nuestras vidas, puede ser uno —o algunos pocos de ellos— los que nos conecten “al todo”.
Entonces, sin caer en el lado oscuro pensando que cualquiera —menos tu mismo— tiene “la llave” de tu éxito personal, hay que estar muy atentos a los detalles de las buenas relaciones interpersonales porque una de ellas puede ser el “mono número cien”, o el que te puede conectar directamente con él.
Imo, es una mona joven de la tribu, no es El Jefe. Creó, a partir de un hecho muy simple, un cambio cultural que modificó la calidad de vida de su tribu.
No le fue necesario crear un partido político, ni desencadenar un complejo proceso de movimientos revolucionarios; no tenía un Título Universitario, ni una estrategia comercial. No obstante, realizó un acto pequeño.
Todo que lo hacemos puede ser lo “justo”, con recursos y esfuerzos acotados, pero si van en la dirección correcta de los intereses colectivos —aún los más pequeños gestos— pueden lograr un gran alcance.
El líder sudafricano Nelson Mandela dijo que el miedo más grande del hombre no es que sabe que es un ser limitado e impotente; por el contrario, la base de los grandes miedos de los hombres es reconocerse con capacidades de “gran alcance”.
Comienza ahora mismo a considerar que nuestras acciones individuales pueden cambiar todo alrededor de nosotros.
Esta simple contemplación acerca de nuestras grandezas individuales, no es algo que la mayor parte de nosotros suele hacer. Pero debemos comenzar.
Uno de nosotros puede ser el mono número 100. Con seguridad: uno de nosotros lo es.