Años atrás, había un show de TV, denominado «Laugh-In.» Para los que no lo conocen, era un show un poco histérico, lleno de doble significados, a un ritmo enloquecido, irreverente y payasesco.
Durante muchos años lideró el rating en Estados Unidos y lanzó las carreras de Lily Tomlin y Goldie Hawn. No había forma de agendar una entrevista en el horario del show, nadie quería perdérselo y todos los que eran «alguien» en Hollywood quería estar en el show. Ese show acuñó muchas expresiones que se hicieron populares, mi favorita es: «El voluble dedo de la fortuna»
Creo que muchas de las cosas que nos ocurren es debido a la fortuna. ¿Alguna vez se encontró en una encrucijada y no supo cuál camino tomar? ¿Cómo se cruzó con quien sería su cónyuge? Estoy segura que el cambiante dedo de la fortuna lo condujo en esa dirección.
Le ofrecen dos trabajos. Elije uno en detrimento del otro. Algunos lo llaman destino, otros lo llaman suerte. Yo lo llamo el voluble dedo de la fortuna y sé que me ha guiado en direcciones llenas de posibilidades, muchos más de las que yo misma me había imaginado.
¿Le pasó también alguna vez? Estoy segura que si, pero, más importante, cuando el voluble dedo de la fortuna la golpea en la cara con una oportunidad inesperada ¿está preparada para saltar sobre ella y sacar el máximo provecho?
Le cuento el por qué de mi pregunta. Hace aproximadamente 6 meses, uno de esos show de la TV –Dateline, 20/20, 48 Hours (no recuerdo cual) –mandó un equipo de cameramans a seguir a tres jóvenes neoyorquinos aspirantes a directores de cine, mientras se preparaban para presentar su película en el Sundance Film festival.
Para los que no están familiarizados, el Sundance Film Festival fue iniciado por Robert Redford y es «la oportunidad de su vida» para los directores independientes ansiosos de mostrar su talento. Como dice el refrán: Si puedes lograrlo ahí, lo puedes lograr en cualquier parte.
La cámara nos permitió presenciar a estos tres jóvenes esperanzados mientras discutían todos los detalles: correcciones de último momento al guión, filmación, edición final, publicidad, etc.
Los vimos evaluando lo que iban a llevar, quien se hacía cargo de la seguridad de la película y hasta qué medio utilizarían para ir al aeropuerto. Los acompañamos cuando llamaron un taxi para dirigirse al Sundance, en Utah, para el momento de la verdad.
El show retomó con el arrivo a Sundance. Los vimos cuando se registraban en el hotel, cuando paseaban por el pueblo y cuando conversaban con otros aspirantes. La cámara también capturaba algo más sobre esas personas, podíamos ver las emociones que los atravesaban.
Sentíamos su esperanza, su excitación y también su angustia. Habían trabajado tanto para estar allí y nosotros, como audiencia tomábamos parte por ellos.
En general fue algo interesante, pero la parte que resalto para mi, más que ninguna otra, fue cuando la cámara siguió al trío en su visita exploratoria al cine donde se exhibiría la película. Ohhh, se podía sentir la excitación cuando salieron del edificio en un soleado, brillante día en Utah. Su energía era sencillamente electrizante. Duró poco porque lo que ocurrió a continuación fue increíble.
Salieron del edificio tan mareados de antemano que realmente no miraban por dónde caminaban. Como resultado, uno de los jóvenes tropezó con un hombre que estaba parado en la puerta del cine. No se lastimó, pero, como resultado del incidente iniciaron una conversación: -«¿Está usted bien?», etc.
Para hacerla breve ¿sabe quien era el hombre? Roger Ebert!
(Nota: para los que viven fuera de EE.UU. y Canada, Roger Ebert, debido a su columna semanal en el Chicago Sun-Times y a su show en televisión, es el crítico de cine más conocido en Norteamérica. Se dice que el «pulgar levantado» de Roger Ebert ha lanzado muchas carreras).
En resumen: una oportunidad única!
Rápidamente los jóvenes trataron de aprovechar la oportunidad e invitaron a Mr. Ebert a ver la exhibición de su película el día siguiente.
Con naturalidad, este les preguntó de que se trataba la película.
Por toda respuesta Mr. Ebert recibió silencio, seguido de una risita nerviosa. Ninguno de los tres jóvenes que habían estado desarrollando ese proyecto durante años, que habían trabajado incansablemente para cuidar todos los detalles de lo que ellos creían los llevaría a la fama, pudo responder a una pregunta tan sencilla. Se quedaron petrificados.
Uno podía ver el pánico en sus caras, al darse cuenta que no podían articular, en dos o tres oraciones, la esencia de un proyecto que les había llevado varios años de sus vidas.
El voluble dedo de la fortuna los condujo a ese cine en ese momento específico, y les puso delante todo lo que ellos deseaban, pero no estaban preparados. Habían invertido tanto tiempo y esfuerzo en crear el producto que no le dedicaron un momento a pensar, a escribir, a aprender de memoria unos simples conceptos sobre el. Conocían muy bien el trabajo realizado y el producto resultante. Solamente no sabían cómo contárselo a otro.
Lo que esos jóvenes no sabían era que, además de ser directores de cine, artistas, estaban en un negocio. TODOS estamos en algún negocio.
Si ese pensamiento se les hubiera cruzado por la cabeza, hubieran preparado una introducción de 30 segundos sobre ellos y su producto, que habría incluido una breve declaración de características y beneficios.
Lo suficiente como para que Roger Ebert quisiera saber más.
Balance final
Si quiere que la gente compre su producto o servicio, debe estar preparada/o para contarles de que se trata en el tiempo que dura un viaje en ascensor: 30 segundos.
¿Y usted? Cuando el voluble dedo de la fortuna le señale la dirección correcta ¿tendrá algo que decir?