Un poco como contraste a todas esas notas sobre el desarrollo económico que experimentamos las mujeres y nuestra creciente participación en la cuestión pública, presentamos estas reflexiones de la Dra. Mirta Núñez, sobre las esposas de los expatriados, esas mujeres que andan por el mundo inmersas en una burbuja, disfrutando de un mundo muy “fashion”, sin preocupaciones pero en total desamparo legal.
La Globalización Empresarial y los Expatriados
Tres décadas después de que se iniciara el fénomeno de la globalización empresarial, la asignación internacional sigue siendo una modalidad importante en la planificación de la estrategia de los recursos humanos internacionales.
Estas asignaciones suelen tener una duración media de entre 3 y 5 años y le cuesta a la empresa alrededor de un millón de dólares incluyendo los gastos de mudanza, impuestos, vivienda, educación de los hijos, compensaciones y beneficios.
Los expatriados suelen tener entre 30 y 49 años y la mayoría son padres de familia. Según la consultora Keogh & Associates una parte importante del éxito del ejecutivo depende fuertemente de la adaptación de la esposa, por eso en su lista de best practices recomiendan: Un “bono” para uso de la esposa; pago único para que lo gaste, a su discreción, en capacitación, educación, viajes a conferencias educativas, etc. Es una manera importante de reconocer la contribución que aporta la esposa al éxito de la asignación.
Pero veamos un poco ahora la cotidianeidad de esas esposas de expatraidos y las consecuencias legales.
No Sé Cuanto Gana Mi Marido
Dra. Mirta Núñez
Ellas suelen ser esposas de ejecutivos de empresas multinacionales.
Ellos suelen ser “expatriados” (así los denominan cuando desde su país de origen los van rotando por las filiales de la empresa en el extranjero).
Ellas suelen dejar su carrera por seguirlos a ellos.
Ellos suelen conseguir un ascenso más ante cada cambio de país.
Los hijos se educan en colegios ingleses exclusivamente y hablan en inglés con otro niños, ya que los destinos a los que son llevados por sus padres pueden de idiomas totalmente desconocidos por ellos y difíciles de aprender en poco tiempo.
Por ende, viven en una burbuja: hablan en inglés ya sea en China, Rusia, Italia o Inglaterra. En su casa, hablan castellano con sus padres y con alguno que otro amigo de los padres, “expatriados”, como ellos.
Ellos suelen cobrar suculentas sumas en dólares, euros o libras esterlinas de sueldo, bonus, participaciones accionarias en la empresa, etc.
Ellas suelen ignoran cuánto ganan ellos y jamás vieron un recibo de sueldo.
Sólo saben que ellos reciben su sueldo en EEUU aunque vivan en otro país, por cuestiones impositivas.
Ellas no tienen acceso a esa cuenta, casi nunca.
Ellos les abren una cuenta (caja chica) en el país donde se encuentran, para que gaste a gusto y piaccere en shopping. Lo demás, lo pagan ellos en forma directa o lo paga la empresa multinacional.
Ellas viven como ricas. En grandes mansiones (alquiladas), en grandes autos (de la empresa), con mucamas bilingües o trilingües.
Ellos suelen hacer inversiones de riesgo. Son hombres modernos. Consideran que comprar inmuebles es tener un capital muerto.
Ellas sueles ignorar totalmente qué son y cómo se manejan esas inversiones o qué rentabilidad les da.
Todos viven en un mundo muy fashion y confortable.
Pero ellas no tienen un solo bien que las respalde económicamente.
Ellos esperan que los hijos sean mayores de edad para mandarlos a estudiar a un campus universitario de alguna prestigiosa universidad, lejos de la madre y del padre. Y pagan todo.
Entonces en ese momento les piden el divorcio (ellos a ellas).
Como son hábiles negociadores y no litigantes desean hacerlo de común acuerdo.
Pero en un divorcio de común acuerdo a la mujer no le corresponde alimentos, salvo que hagan (ambos) expresa reserva y esos alimentos podría perderlos en cualquier momento si por ej. saliera en un futuro con otro hombre.
Esas mujeres necesitan imperiosamente que sus maridos, si quieren divorciarse, les aseguren mínimamente una vivienda en el país de origen, en los casos que llegan a mi consulta, Argentina, que a es donde volverían si ellos las dejaran.
Difícil situación para estas mujeres, que pasan a ser las grandes señoras en el extranjero, a quedarse sin ingresos y sin patrimonio si se divorcian y no logran que sus maridos firmen un acuerdo JUSTO para ellas, que se quedaron afuera del mercado laboral, por seguirlos a ellos.
El único capital que traerán cuando se divorcien y vuelvan al país, es que habrán aprendido idiomas de tanto rotar por el mundo, pero ningún título académico.
Como dije anteriormente, estas mujeres generalmente no saben cuánto ganan los maridos. Sólo saben que ni a ellas ni a los hijos les falta nada.
¿Pero qué pasaría si ellos les pidieran el divorcio y los hijos ya no vivieran con ellas?
Aclaro que muchas mujeres cuyos esposos tienen un kioskito o un taxi, tampoco saben cuánto ganan sus maridos. Se trata de una actitud. Pero ni el kioskito ni el taxi generarán un ingreso mucho mayor que el que la mujer administra en su hogar, en cambio el de la multinacional, sí.
“Esto nos pasa a todas – dijo mi consultante – y no tenemos cómo averiguar nada. Pero ahora comenzamos a hablarlo entre nosotras, todas esposas de argentinos en el exterior y con el dato de lo que averiguó una que gana su esposo, sacamos un cálculo estimativo de cuánto gana nuestro marido”.
“No quiere saber nada de que la cuenta de EEUU figure a nombre de ambos. Un día se cae un avión con él arriba y yo no sé dónde está la plata”.
“Yo quisiera comprar aunque sea un monoambiente en Buenos Aires, por si me deja, para tener al menos un techo donde vivir”.
Mientras tanto, ahora viven en palacetes europeos, asiáticos o africanos, pero están preocupadas por su futuro mediato. Sienten que en cualquier momento llegan al divorcio y se encuentran en el medio de la nada, en un país desconocido, sin siquiera un mínimo inmueble propio, sin nada tangible: sólo sueldo de él (gran sueldo) y acciones (papeles etéreos, volátiles).
Ellas están preocupadas. Y consultan a escondidas a un abogado de familia, por las dudas…