Para ser eficaz, toda organización necesita un sentido de finalidad claro, que todos sus integrantes deben conocer; éstos necesitan a la vez experimentar una fuerte sensación de pertenencia.
Finalidad y Pertenencia son las dos objetivos fundamentales de la identidad.
Cada organización es única, y la identidad debe surgir de sus propias raíces, de su personalidad, de sus puntos fuertes y débiles.
«El término «Imagen corporativa» se refiere a la imagen que una empresa ha adquirido entre el público. El término frecuentemente usado de «Identidad corporativa» se refiere a la imagen que la empresa pugna por conseguir, a fin de crear una buena reputación entre sus clientes.» (Paul Hefting). Estos conceptos se desarrollaron durante la segunda guerra mundial y después de la misma.
La identidad de la sociedad o la empresa debe estar lo bastante clara como para convertirse en baremo frente al que medir sus productos, comportamientos e iniciativas.
Esto significa que la identidad no es un mero eslogan ni una colección de frases: ha de ser visible, tangible y omnipresente.
Todo lo que hace una organización debe ser una afirmación de su identidad. Los productos que fabrica o vende la empresa deben proyectar sus normas y valores. Los edificios de fabricación y de actividad comercial, las oficinas, las fábricas y las salas de exposición, su situación, el mobiliario, el mantenimiento: todo estos son manifestaciones de la identidad.
El material de comunicación de la empresa, desde los anuncios hasta los manuales de instrucciones, deben ser de calidad uniforme y reflejar con exactitud y claridad la sociedad y sus objetivos.
Todas estas son cosas palpables y visibles; todas están diseñadas, y por eso el diseño es un elemento tan importante dentro de la identidad. Otro elemento igual de importante, pero no visible, es el comportamiento de la empresa.
Teniendo en cuenta que actualmente la competencia se ha vuelto más feroz y áspera, la imagen corporativa adquiere todavía más importancia.
El comportamiento humano puede verse en términos de grupo, institución o empresas, o sea en términos de un conjunto de gente que representa ciertos intereses intelectuales, ideológicos o económicos. Sin embargo, una empresa también puede verse como un individuo, una personalidad que tiene tantos puntos fuertes como débiles.
Cada individuo proyecta una imagen, a la vez abstracta y concreta, tanto visible como invisible, y todo ello produce cierto estilo. La raíz de este término viene del latín «stylus», un instrumento de escritura.
El comportamiento del individuo es dictado por las normas del grupo (en el caso de la identidad, a menudo, las prescritas por el mercado). La cultura de un grupo, sea grande o pequeño, es mantenida y cuidada porque es precisamente la que determina la identidad del grupo.
Al mismo tiempo, una cultura puede ser manipulada por los medios de comunicación. Los periódicos de culto que fijan tendencias, como Rolling Stone, pueden dictar o promulgar cierto estilo de vida, que crean y alimentan.
En realidad todas las empresas tienen ya una identidad que, si se controla de forma explícita, puede convertirse en el factor más influyente de la cultura del grupo. La identidad corporativa se interesa por cuatro grandes áreas:
- Productos y servicios: Lo que se fabrica o vende.
- Entornos: El lugar o entorno físico en que se fabrica o vende.
- Información: La forma de describir y anunciar lo que se hace.
- Comportamiento: La forma en que el personal de la organización se comporta en sus relaciones internas y con el exterior. La publicidad: es una forma de promoción pagada normalmente a través de medios de comunicación.
Todas éstas áreas comunican ideas sobre la empresa; de hecho, el grupo empresarial comunica cosas cada vez que hace algo. La mera existencia de la empresa es ya una forma de comunicación. Pero la potencia de las distintas formas de comunicación varía, al igual que el grado en que pueden modularse.
«La imagen de una empresa debería ser completamente transparente, coherente y comprensible, tanto para un público confuso y distante como para aquellos que viven y trabajan en íntima conexión con la empresa.
En resumen
«Creemos en un estilo de empresa que no sólo sea visualmente estético, sino primordialmente social y ético.» Musatti
Actualmente podemos decir que nos encontramos en una sociedad en la que el consumidor tiene satisfechas sus necesidades básicas, por lo que muchas de sus elecciones de compra están en función de que el producto encaje o no en su estilo de vida o que represente un nuevo concepto interesante, una experiencia deseable.
Nos encontramos en el Marketing de la Estética. El Marketing de la Estética: es la comercialización de las experiencias sensoriales propiciadas por la empresa o por la marca.
¿Qué Beneficios Nos Puede Aportar La Estética?
- La estética genera fidelidad:
Cuando los productos o servicios se perciben como indiferenciados en sus atributos típicos, los aspectos intangibles, como las experiencias estéticas, se convierten en los principales argumentos de ventas. - La estética permite poner precios más altos:
Cuando una empresa o producto ofrece experiencias específicas que los clientes pueden ver, oír, tocar, y sentir, está ofreciendo un valor por el que puede cobrar un precio.
La consecuencia es que una marca estéticamente atractiva permite cobrar precios superiores. - La estética destaca en el maremágnum de información:
Nuestro entorno se está saturando de mensajes. Una identidad fuerte obtiene un mayor impacto con el mismo número de exposiciones o consigue el mismo efecto con un número inferior de éstas, y por lo tanto, ahorra costes. Consigue más con menos. - La estética ofrece protección contra los ataques de la competencia:
Cuanto más intensa sea la estética, y más claramente se manifieste en el mayor número posible de elementos de identidad, más fácil será protegerla en la práctica. - La estética puede reducir los costes y aumentar la productividad:
Una vez determinadas las líneas estéticas de una empresa, sus empleados y sus agencias necesitan menos tiempo para crear nuevas realizaciones y mensajes. - Herramienta de marketing interno:
Una estética atractiva también es una potente herramienta de marketing interno, motiva al personal y embellece el lugar de trabajo.