Gabriela Hansen, Presidenta de Géminis, fue recientemente honrada con el Leading Women Entrepreneur of the World 2002 (Premio a la Mujer Emprendedora del Mundo) por el prestigioso Star Group.
La distinción tiene como objetivo condecorar los logros de las mujeres en los negocios y emprendimientos personales y el efecto de estos en la economía global.
De esta manera, seleccionan a estas mujeres como modelo de éxito para generaciones futuras, y también para promover relaciones diplomáticas y comerciales en todos los países.
El premio a la Mujer Emprendedora del Mundo cuenta con el patrocinio de IBM, J.P. Morgan, AT&T, United Airlines y Christian Dior, entre otros, y distingue a aproximadamente cuarenta mujeres por año, sobre un total de diez mil postulantes.
Gabriela Hansen en pocas palabras
Nació el 4 de junio de 1957 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, Argentina. Realizó sus estudios universitarios en Buenos Aires.
A los 21 años, Gabriela estaba casada y tenía dos hijos. A los 33, fundó Géminis para hacer realidad el sueño de emprender su propio negocio.
La entrevista
MujeresdeEmpresa: – Gabriela, nos gustaría conocer cómo comienza tu historia, la historia de una mujer que llegó a obtener una distinción de esta envergadura.
Gabriela Hansen:- A los 17 años vine a Buenos Aires a estudiar Turismo Internacional en la Universidad del Salvador. Dos años después conocí John y seis meses después nos casamos. En seguida quedé embarazada, razón por la cual dejé mis estudios. Tengo 2 hijos muy seguidos, Gabriela de 24 años y Federico de 23. Ambos trabajan conmigo en Géminis.
Al comienzo, me dediqué a criarlos. Soy del interior y me han dado, como a muchas mujeres de mi edad, una educación tradicional.
Luego comencé a practicar paddle, deporte por el cual me apasioné. No era profesional, pero jugaba en primera y entrenaba diariamente. Hacía dos o tres horas de gimnasia diaria… hasta que comencé a experimentar tremendos dolores de cabeza, se me dormían los brazos, y el médico me diagnosticó dos hernias de disco.
Cuando me explicó que la operación que me tenía que practicar me podía dejar paralítica, escapé despavorida. Me recomendaron un fisiatra y estuve un año y medio en tratamiento. Me tuve que olvidar completamente del deporte y hasta de la gimnasia, actualmente lo único que hago es caminar diariamente 7 km.
MdE: – ¿Y cómo decidiste comenzar tu empresa?
G. H.: – A los 33 años, me encontré con que no podía realizar ningún esfuerzo físico. Mis hijos comenzaban el colegio secundario, lo cual me dejaba más tiempo libre.
La opciones no eran muy alentadoras, la verdad es que no sabía hacer nada, ni siquiera sabía inglés, no vislumbraba ninguna opción laboral medianamente interesante, excepto «inventarme» mi propia empresa. Así que un día le dije a mi marido: John, voy a poner una empresa de informática. Le pedí prestada una oficina y comencé Géminis (http://www.gemco.com.ar/)
MdE: – Pero ¿cómo? ¿no era que no sabías nada? ¿Cómo te decidiste por la informática? ¿Hiciste un estudio de mercado?
G. H.: – No, que voy a hacer un estudio de mercado.. ¿con qué? Si no tenía un peso y no lo sabía hacer. La verdad es que ni sabía muy bien lo que era una PC. La idea se me ocurrió porque mi marido vendía software de mainframes y además importaba artículos de audio y video. Yo veía que había un boom con el mantenimiento de PCs y me dije, «voy a probar con esto».
Contraté un técnico y comencé a ofrecer servicios de cableados y mantenimiento de PCs.
MdE: – ¿Y quién fue tu primer cliente?
G. H.: – El Lloyds Bank.
MdE: – Pero, entonces empezaste directamente con clientes grandes. ¿Cómo los conseguiste?
G. H.: – Tomando el teléfono y llamando. Me encanta la comercialización y me ocupaba de conseguir las entrevistas. Llamaba una y otra vez hasta que alguien me daba una reunión para presentarle nuestros servicios.
He trabajado sábados y domingos, me he quedado hasta las 10 de la noche continuamente. Y así fuimos creciendo, primero el Lloyds, luego McDonald’s. Después comenzamos a instalar y dar soporte a programas de Microsoft. Aún así Géminis era una empresa muy chica.
MdE: – ¿Y cuál fue el momento clave en el desarrollo de la empresa?
G. H.: – Un jueves de 1994 me llamó un señor con acento extranjero para pedirme precio por un Office. Le di el precio y me dijo que quería comprar entre 300 y 400 softwares. Entones decidí ir a visitarlo y en ese momento me enteré que la empresa era General Motors. Tuvimos una reunión desde las tres y media hasta las siete de la tarde.
Este señor me decía que no le iba a vender nada más, que sólo estaba interesado en los Offices. Al final me comentó que estaban licitando todo el cableado de electricidad, telefonía, datos y el armado de todas las redes de las nuevas oficinas. Si me interesaba y me animaba a competir con grandes empresas me podía presentar.
La licitación cerraba el lunes al mediodía, así que trabajé como una loca todo el fin de semana. El lunes a la tarde me llamó por teléfono y me pidió que fuera a la empresa. Había ganado la licitación. Volví a mi oficina llorando, me sentía como en la película Secretaria Ejecutiva…
Uno de los productos que colocamos era Lotus Notes de IBM, así que mandé técnicos a EE.UU. a capacitarse. Yo misma tuve que ir a Chile a capacitarme en ventas y la verdad es que me enamoré del producto y comencé con la línea de IBM.
MdE: – ¿Cuáles son tus principales clientes?
G. H.: – Telecom, Pepsico, Coca-Cola, Renault, Fargo, Alba, Alico, General Motors, Bayer, Pecom, Siembra, Argencard, Metrogas, Cammesa, BBVA, BNL, Banco Galicia, BNP Paribas.
MdE: – ¿Cuál es la principal línea de negocios?
G. H.: – Bueno ya no hacemos más mantenimiento de PCs ni tendido de redes (risas), solo nos dedicamos a software y desarrollo de sistemas. Mi empresa Géminis, es proveedor líder en procesos de planeamiento y desarrollo de proyectos de comunicaciones, cambio organizacional e incorporación de nuevas tecnologías y sistemas.
Trabajamos básicamente con IBM Lotus y Microsoft. Somos premium partners de IBM desde 1994 y de Microsoft, desde 1995. El año pasado incorporamos Epicor.
MdE: – ¿Cuánta gente trabaja ahora?
G. H.: – 220 personas, de los cuales casi 190 trabajan directamente en las oficinas de los clientes.
MdE: – Entre los que se encuentran algunos parientes…
G. H.: – Sí, mi marido se incorporó a la empresa al año y medio de comenzar, está en el área de comercialización. Y mis dos hijos también trabajan conmigo. Daniela (24 años) administra contratos de licenciamiento y Federico (23) se desempeña en Soporte y Seguridad.
MdE: – Ahora que los argentinos se desprenden de las empresas ¿no tuviste propuestas de compras?
G. H.: – Sí, pero no me interesan. La compañía es nuestra, no tenemos socios ni preveemos incorporar otros capitales. Nos autofinanciamos.
Después de la devaluación, una situación muy dura ya que las licencias se siguen vendiendo en dólares, nuestro principal objetivo es mantenernos en el mercado local y seguir adelante.
MdE: – ¿Y expandirse?
G. H.: – También. Tenemos en mente Brasil y España. Brasil está más adelantado y la oficina de San Pablo está por concretarse. En cuanto a España, estamos en conversaciones con el gobierno, si les interesa, ellos financiarán el 70 u 80% del proyecto.
MdE: – ¿Por qué crees que hay tan pocas mujeres que desarrollen empresas con una proyección mayor?
G. H.: – Bueno creo que hoy la juventud tiene otra mentalidad, mientras que nosotras, la gente de nuestra edad, nos vimos un poco relegadas al éxito del marido. Dejamos nuestras cosas para acompañar al marido, para andar atrás de los chicos, etc.
Personalmente he tenido la suerte de tener una familia que me ha apoyado mucho, mi marido me acompaña en cuanta locura se me ocurre. Pero también creo que las mujeres en general, amparadas en la forma en que nos criaron, no se animan y también están las que les resulta más cómodo; en fin, son elecciones de vida.
MdE: – Sin embargo se animaron a estudiar, se molestaron por seguir una carrera. Hay casos donde nos encontramos con mujeres con un alto nivel educativo, profesionales muy calificadas, como por ejemplo en Argentina, donde más del 50% de la matrícula universitaria es ocupada por mujeres y, en general, eso no se ve en el desarrollo de sus emprendimientos. ¿Cuáles pueden ser las causas? ¿No hay un componente actitudinal en todo esto?
G. H.: – Bueno… puede ser. Cuando estaba reunida con las 40 mujeres que fueron elegidas para el premio, había 2 casos que me llamaron la atención por su capacidad de lucha. Uno era el de una mujer nepalesa, madre de 5 hijos que trabajaba como empleada doméstica hasta que compró un taxi para independizarse y hoy tiene la mayor empresa de transporte de Nepal.
El otro caso era el de una mujer guatemalteca exportadora de frutas y verduras.
Ella inició su negocio cuando, en un viaje a Francia, vió que el mamón, que en su país prácticamente no tiene valor económico, ahí lo vendían a 1 dólar.
A partir de esa observación comenzó a armar un proyecto pensando directamente en la exportación y, te recalco que esa mujer no tenía ningún estudio universitario ni experiencia previa en el asunto.
Cuando veo estos casos y los comparo con lo que sucede aquí, me parece que los argentinos somos un poco vagos, porque si bien muchas veces hay una cuota indiscutible de suerte, lo otro es esfuerzo, las cosas no se dan solas, requieren su tiempo y esfuerzo constante. Muchas veces nos quedamos esperando que las cosas sucedan, no tenemos una actitud muy proactiva.
Fijate que, cuando empecé con mi empresa, me la pasaba al teléfono pidiendo entrevistas. Si me hubiera desanimado por todas las veces que no me atendieron… Ser mujer es una ventaja y una desventaja a la vez. Primero te abren la puerta, te atienden y después te la cierran porque esto de sistemas es un club de muchachos. Sin embargo, hay que insistir…
En el año 1995 hice 420 demostraciones de productos… soñaba con eso. No tenía ni contador, ni abogados, todo era a pulmón. Si vendía una PC y no había nadie para ir a entregarla, agarraba el auto y salía corriendo a llevarsela al cliente. En este momento, si me falta un consultor voy yo a dar la demostración, y lo hago sin problemas (y además, ahora entiendo, con todo lo que estudié estos años…).
También tenemos que reconocer que, ante situaciones límites, las mujeres se las arreglan mejor que los hombres, que son propensos a deprimirse y no quieren salir de la cama.
Mi marido me acompañó a la entrega del premio y me dijo: yo no voy más, fijate que son todas viudas…
MdE: – ¿Y cómo gerenciaste un plantel de gente tan especializada cuando, al menos al comienzo, no sabías nada del tema?
G. H.: – Mirá hay un gran porcentaje de la gente que está desde el comienzo, gente con la que trabajé codo a codo. Esta no es una de esas empresas pobres con empresarios ricos. La gente tiene una idea muy clara de lo que se factura, de lo que se cobra. Aquí nadie dejó de cobrar su sueldo y ve al dueño marcharse en un Mercedes Benz. Creo que eso ayuda a crear un clima de trabajo muy positivo y colaborador.
El año pasado cumplimos 10 años y pensamos hacer una fiesta pero salía una fortuna. Así que pensamos darle un viaje a cada una de las 30 personas que son la base estable de la empresa, aprovechamos eventos de capacitación en el Caribe, en EE.UU y todo el mundo viajó. Eso fue muy valioso para todos.
MdE: – Escuché por ahí que no querías ir a recibir el premio.
G. H.: – Y no… Mirá fue en abril, en el Ritz de París, con barco privado sobre el Sena, desfile de Dior, mucha pompa para lo que acostumbro… Y yo pensaba que la situación aquí era tan mala que no me parecía bien ir.
Finalmente mi marido y mi madre me convencieron. Mi mamá me decía que debía pensar que era un honor para el país, fijate que fui la única latinoamericana premiada.
MdE: – ¿Y la gente cómo lo tomó?
G. H.: – Recibí muchísimos mails y llamados telefónicos de felicitación de completos desconocidos. Parece que la gente aprecia las buenas noticias, la idea de que a alguien le vaya bien, sobre todo si no piensa vender la empresa o irse del país.