Cuarenta años atrás Marshall Mc Luhan, en una de sus afinadas visiones del futuro sobre la sociedad post-moderna, decía que «el medio es el mensaje». En la tercera ola, la corriente de la información alcanzó la playa del ciberespacio.
Mc Luhan no pudo asistir a la concreción de su profecía. En cambio Toffler todavía vive para verlo.
Aunque la noticia no sea nueva es importante recordar: ingresamos en una nueva era en la que nuevas formas de socialización se convierten por la velocidad (medidas en bits) en nuevos formas de ser y de relacionarnos en una verdadera danza de encuentros virtuales. Se crean territorios y al mismo tiempo se los destruye, extrapolando las fronteras, vía trayectoria online.
Y queda lo que queda, de una manera rara de comprender, un nuevo mundo que todavía está por nacer.
Este mundo de la cibernética, todavía en gestación, tiene un diccionario de nombres propios, que son, todos ellos (no sé si por una casualidad del idioma) sustantivos femeninos: Internet, interactividad, conexión, cibernética, red, lenguaje (nótese que en portugués, idioma original de esta nota, es femenino), comunicación, información, comunidad, tecnología, convivencia, inclusión, exclusión.
Y «el medio» va siendo el mensaje. En una revolución digital en escala planetaria, donde se exploran nuevas oportunidades de mercados, se crean nuevas comunidades, en un ambiente de tecnología silenciosa, una revolución sutil va comenzando a definir, con líneas tenues aunque decisivas, un nuevo espacio para la mujer del Planeta Tierra.
Somos mujeres re descubiertas por el medio cibernético. Algunas veces nos sentimos cómodas sin necesidad de salir de casa y sin tener que ingresar a territorios hostiles. Es nuestro principio biológico de redes en acción. Pero muchas veces nos asustamos con los códigos amedrentadores de un nuevo lenguaje lineal, racional, tecnológico, exacerbadamente masculino.
Es necesario perfumar esos códigos. Que nazcan las flores tecnológicas, con todo el componente humano de un nuevo lenguaje y de un nuevo ambiente de aprendizaje.
No tengo dudas, Internet es femenina. Sustantivamente. Esencialmente.
En su esencia conectiva, en su principio biológico de cooperar y de co-crear.
El ciberespacio es un medio natural de convivencia para las mujeres. Algunas veces me encuentro con sites tan inóspitos, hostiles, poco amigables, difíciles de navegar… como si para golpear a la pueta precisara esperar al portero, al mayordomo, aquí viene el perro, esta es la sala de estar…
Por favor, quiero relacionarme! Yo, ella, todas nosotras!!!
El otro problema son los estereotipos. Que me perdonen los buenos sites femeninos, pero en general, la imagen de la mujer que se muestra en la web es estereotipada. Corresponde a esa que se ve en la novela, los comerciales de jabón en polvo, en el reflejo de los vasos de cerveza, en los exteriores de las esquinas urbanas. Cuando no es cliente de supermercado, es consumidora de batón, cuando no es carnada de dietas milagrosas, es lectora de horóscopos.
Y todas son imagenes muy bonitas, como en las tapas de las revistas, que se confunden (siempre idealizadas) en poses y primeros planos. Queremos a las mujeres reales, las que administran y alimentan, que no se muestran pero se revelan, que tejen las redes virtuales en un entramado de deseos, dudas y propuestas, todas expresiones cómplices de una revolución silenciosa y cibernética.
Que los tecnólogos y comunicadores se inspiren en las mujeres y su don de compartir, de dialogar, de trabajar juntas, de ayudar unas a otras, de ocupar espacios que no sean solamente las tapas de revistas. Es necesario aprender las técnicas femeninas de relacionarse.
Cuando hablamos de las nuevas funciones de comunicación de Internet, estamos hablando de los patrones femeninos de comunicación. Comunicarse para las mujeres es, esencialmente, crear relaciones. Es aquí donde reside el poder de Internet: en la representación de la mujer en una actitud no lineal, funcional, orgánica, totalmente fluida como Internet.
Perfumar el ciberespacio con flores tecnológicas y adoptar una perspectiva femenina en la concepción de la web es retomar su origen esencial: la conexión. Por eso, piensen nuevamente todas aquellas que han invertido mucho dinero en la creación de pirotecnias tecnológica en su sites. Tal vez sea todo más simple de lo que parece. También puede ser más dificil. Depende de la actitud que se pretenda tomar. Es necesario adoptar una nueva mirada sobre los principios más legítimos de los diálogos virtuales.
Para una buena comunicación en Internet es necesario hacer como hace la mujer. Existen varios ejemplos buenos, tanto a nivel nacional como internacional. La comunidad global I-Village es pionera en el establecimiento de redes femeninas con una visión de futuro inspirada en el fortalecimiento de la mujer. Aquí, en Brasil, es muy grato convivir con una comunidad que, como yo, ve la belleza de una forma diferente. En Beleza Inteligente, Sonia Corazza abre sus puertas en una ambiente acojedor y cálido, respondiendo a todas las dudas y esclareciendo todas las curiosidades, de mujer a mujer. Es importante observar y probar lo que está sucediendo en esas comunidades femeninas.
Siglo XXI- hora de un repensar tecnológico
En este milenio tan asociado con los principios femeninos, es necesario repensar y expandir todos los criterios de comunicación virtual. En ese repensar es emergente encarar con responsabilidad un gran «sin embargo » en esta brutal expansión de Internet: la exclusión digital!
Mucho se dice que con el advenimiento de la Internet llegamos al futuro.
Estoy de acuerdo, vivimos la realización de un sueño colectivo: todo el planeta interconectado, donde el trabajo físico pierde importancia y la creación de conocimiento se convierte en la fuente de valor real de la riqueza.
Para los entusiantas del ciberespacio, de los cuales formo parte, las nuevas tecnologías de comunicacón e información, aumentan las elecciones y tienen un fuerte potencial armonizador en esta era de transición conflictiva. Pero existen algunas cuestiones emergentes a resolver. No podemos olvidar la realidad indigesta de la exclusión digital. En la concepción de las nuevas tecnologías todavía estan presentes las diferencias entre pobres y ricos, entre quien habla y quien no habla inglés, entre hombres y mujeres.
En esta última cuestión, adopto una perspectiva de género que estructura mi pensamiento: es necesario producir un realineamiento coherente entre la realidad tecnológica y la realidad de la mujer. ¿Por qué todavía hay muros en la relación mujer y tecnología? ¿Por qué en vez de la mujer trabajar a través de la tecnología, no puede la tecnología trabajar para la mujer?
Sorpresa para algunos y no para otros, pero el número de comunidades virtuales femeninas superan por mucho a las comunidades masculinas. Un punto esencial, sustantiva y plural. Al menos digna de observación y de estrategia. Paradójicamente, los indicadores internacionales sorprenden al revelar la disminución de mujeres en búsqueda de programas de entrenamiento y desarrollo en ciencias de la computación. Es necesario adaptar el lenguaje al universo de aprendizaje femenino.
El jardín cibernético está florido. Es importante mantener sus colores y conservar su perfume por medio de estrategias que fortalezcan la mujer en la sociedad, dándoles acceso a las nuevas tecnologías de la información, atendiendo a su real condición de mujer, con un lenguaje apropiado, en un formato adecuado.
Tecnologías feminizadas que atiendan a la comunidad femenina, que las incluyan, que faciliten sus múltiples actividades cotidianas. Y que las eduquen y las apoyen en su conquista de la ciudadanía, en la conquista de sus derechos sociales, económicos y políticos. En fin, para que todo esto suceda, es necesario transformar la relación de las mujeres con la tecnología, a la luz de los más profundos valores humanos.