El entrevistado, Joel de Rosnay, es un francés, un europeo que busca el quinto paradigma -después de la revolución copernicana (que acabó con el geocentrismo), de la cartesiana (que le dio la primacía a la razón), de la darwiniana (que nos apartó del antropocentrismo), y de la «sistémica» (que terminó con la fragmentación y la compartimentalización y la dictadura del enciclopedismo).
El nuevo paradigma pretende hacer la síntesis de lo analítico y de lo sistémico y reconciliar al hombre con las máquinas y con la naturaleza.
Las malas lenguas dicen que él tiene «estas ideas» poco comunes en Europa porque hizo investigación en América al final de los años ’60 y principio de los ’70, en Massachusetts Institute of Technology (MIT), en las áreas de biología y de la computación gráfica, y fue agregado científico en la Embajada Francesa en los Estados Unidos.
Joel de Rosnay, doctorado en química orgánica por el Instituto Pasteur, en París, perteneció con Edgar Morin, Jacques Attali y Henri Laborit al «Grupo de los 10» en Francia que al final de los ’60 defendió el abordaje «sistémico» de la realidad. Disuelto hace 15 años, el grupo fue recientemente reconstituido con la designación de Transversales Sciences Cultures.
“Lo que me sorprendió: el egoísmo en términos de Ambiente se mantiene; la Internet se transformó en multimedia; la biotecnología evolucionó hacia la genética y la ciencia de las proteínas”
Hoy, a los 63 años, de Rosnay es el director de prospectiva en la Cité des Sciences et de l’Industrie de La Villete, en París. Su último libro, «L’Homme Simbiotique» fue editado originalmente por las Editions du Seuil (www.seuil.com) en Francia en 1995 y fue traducido al inglés («The Symbiotic Man» – ISBN 0071357440) por McGraw-Hill en 2000.
Una reedición en francés acaba de ser publicada en Francia con más desarrollo de las cuatro áreas-clave a las que se refiere el libro: nanotecnología, electrónica molecular, biotecnología y vida artificial (neo-biología). «Actualicé la obra con los progresos más recientes en la investigación», subrayó.
Entrevista a Joel De Rosnay
JORGE NASCIMENTO RODRIGUES: –Si mira hacia el mítico año 2000 a partir de la visión que tenía en 1966 y 1975, ¿qué lo tomó desprevenido? ¿Qué es hoy completamente diferente del futuro que preveía en los dos libros seminales -Los Orígenes de la Vida (1966) y El Macroscopio (1975) – que escribió en aquellas fechas?
JOEL DE ROSNAY – Si relee esos dos libros, verificará que yo «futurizaba» el extraordinario desarrollo de la biotecnología -ya me refería a la clonación y al arranque de la bioindustria. Aventuraba que la biología iba a desempeñar un papel enorme y pregonaba la necesidad de una herramienta informática, lo que hoy llamamos de bio-informática, que es indispensable para la genética.
J.N.R.: – ¿También la Internet y la Web entraban en el futuro visto desde aquellos años?
J.R. – En mi libro El Macroscopio (de 1975) no le llamaba Internet. Pero era el mismo concepto. Yo predecía ya el «cerebro planetario» y la fusión de las dos lógicas -la de la informática y la de la biología.
J.N.R.: – ¿Y qué lo sorprendió en esta evolución de mas de 30 años?
J.R. – Tres cosas. El Ambiente –la evolución que yo preveía no se verificó. Las personas continuan siendo más ego-ciudadanos que eco-ciudadanos. Hoy eso es muy visible con la cuestión de la gasolina.
En segundo lugar, la explosión de la Internet. La veía más como herramienta para texto y nunca pensé que ganaría una dimensión de multimedia interactiva. Finalmente, la rapidez de la evolución hacia la genómica y la faramacogenética y la proteínica (o sea, en torno de las proteínas).
J.N.R.: – Creó un término, el «cibionte», para simbolizar el nuevo tipo de vida sintética que está por nacer a escala planetaria, que está por crear un ambiente nuevo, fruto de la relación del hombre con las redes. ¿La Web es una versión primitiva de esa macrovida artificial?
J.R. – Si, la Web e eso. Desde hace 20 o 30 años, desde que la Internet surgió, que se está estructurando a través de las redes, algo que tiene la misma estructura que nuestro cerebro. La Internet está creando el mismo sistema que existe en nuestro cerebro a escala de la macrovida.
J.N.R.: – Da la idea que, con el «cibionte», quiere construir un concepto teórico «unificador» contra la fragmentación y atomización crecientes del mundo y de nuestra forma de pensar y de vivir. Pero, esa era, también, la ambición de otras ideologías «unificadoras» del siglo XX, como el marxismo y el ecologismo. ¿Quiere hacer algún comentario?
J.R. – Eso es verdad en relación con las ideologías «globalitarias», como yo las llamo –una «fusión» entre lo globalizante y lo totalitario. Desconfío mucho de esos puntos de vista. La creación de entidades «unicistas» me preocupa mucho. Hablo de simbiosis no de unicidad. Mi punto de vista no es una especie de panteísmo.
J.N.R.: – La ficción científica «diseña» el futuro repleto de «clones» humanos, mutantes y súper robots. La «clonación -incluida la reproducción de humanos-, el desarrollo de prótesis e implantes «invasivos» del cuerpo humano y la robótica son tendencias fuertemente presentes en esa literatura y en los filmes. Pero, lo que leí en su libro, está en desacuerdo en gran medida de esta visión del futuro, por qué?
J.R. – No estoy de acuerdo, de hecho, aunque la «clonación» y la robótica sean dos tendencias efectivas. Hay una cierta idea, diría periodística, de que un dictador podría crear un ejército de clones y de robots, pero eso es poco probable. No es fácil de hacer, se precisa de muchos científicos, y éstos están integrados en la comunidad científica.
Además, ¡es muchísimo más caro pensar en ese tipo de ejército que crear armas inteligentes! Por otro lado, la ficción tiende a extrapolar a partir del hombre de hoy, raramente ve que se está creando una macrovida. La verdadera evolución y revolución está en algún otro tipo de híbrido –un nuevo sistema de relación entre el hombre y las máquinas a escala macro-, lo que yo llamo «cibionte».
J.N.R.: – ¿Eso es una crítica explícita a la clonación reproductiva humana?
J.R. – No creo que haya necesidad de mutaciones biológicas fundamentales para transformar la especie humana o crear un tipo de «superhombre». El futuro reside, a mi ver -y esa es la tesis fundamental de mi libro- , en la simbiosis de lo humano con los artefactos que crea. Simbiosis no es «fusión», sino articulación de lo natural con lo artificial, del arte y de la tecnología, de la cultura y de la civilización en un todo coherente.
J.N.R.: – ¿Eso no lo hace pesimista?
J.R. – Habrá quien se pregunte cuál es el papel futuro del hombre de cara a la dificultad de, a partir de cierta altura, controlar las criaturas híbridas de la que mucha gente habla.
Bill Joy, el cráneo de la Sun, presentó recientemente un artículo científico en el que se mostraba muy pesimista y angustiado. En su opinión, la marcha hacia criaturas híbridas puede tener un efecto autocatalítico y volverlas incontrolables. Pero esa no es mi visión del futuro.
J.N.R.: – ¿La Web podrá ayudar en la democracia participativa y en la capacidad de tener «feedback» social? ¿Cuál es el papel de tendencias tan contradictorias como la creación de comunidades virtuales, la microsegmentación, el trabajo colaborativo y los cambios virtuales?
» Respetar la entropía de la sociedad – evitar entrar en una dictadura de la demagogia»
J.R. – Fui de los primeros en 1975 en hablar del papel del «feedback» de los ciudadanos en tiempo real. Creo que la democracia participativa va a utilizar la Web, pero soy muy cauteloso en relación a la cuestión del referendo permanente. Creo que es preciso respetar los tiempos de decisión, la entropía de la propia sociedad. El tiempo de respuesta tiene que ser respetado. Si no entramos en una dictadura de la demagogia.
J.N.R.: – En su libro repite una serie de palabras -clave -azar, necesidad, caos, complejidad, paralelismo, espiral, fractal… Son palabras que todavía no entraron en el léxico popular…
J.R. – Yo agregaría otra: simbionómica, la teoría de la auto-organización y de la dinámica de los sistemas complejos.
J.N.R.: – Pero, ¿no cree que ese tipo de visión y de palabras es dificil para quienes tienen poca inclinación filosófica? Por ejemplo, actuar en paralelo es extremamente difícil aun para políticos y hombres de negocios. Desde un punto de vista práctico, ¿cómo se puede actuar así?
J.R. – Pensando de acuerdo con tres tiempos diferentes –el del corto plazo (el de las noticias, el del «zapping», por ejemplo), el del largo plazo (el de su carrera, por ejemplo) y el que yo llamo tiempo ancho, el tal tiempo paralelo.
J.N.R.: – ¿Pero, cómo «paralelizo» mi tiempo?
J.R. – Primero, vea el caso del papel de la computadora personal, de la Internet, del correo electrónico, de las portátiles, de una buena secretaría – use estos recursos y herramientas intensivamente. Después, intégrese en un equipo que funcione, de hecho, como un ser colectivo, que, por ejemplo, comparta recursos.
En tercer lugar, use todo tipo de redes -la Net, las humanas y preste atención a las novedades, y al «ruido». En seguida, organice – draconianamente! – su tiempo, sea un organizador eximio de su tiempo personal. Proceda, también a la creación de una memoria de todo, archive al máximo y reutilice.
J.N.R.: – La historia es un «producto» típico de ese paralelismo de que habla, de una multitud de individuos, de organizaciones, de empresas, de mercados, de movimientos, que actuan masivamente en paralelo, sin ningún «plan» global. En medio de este caos, ¿la Historia revela un comportamiento colectivo inteligente que da legitimidad a una ideología de progreso?
J.R. – Toda la Historia está hecha por tres motivos -la política, el dinero y la energía. Pero no se trata de una inteligencia totalitaria, como bien lo subrayaba Edgar Morin. Prefiero hablar de una inteligencia en red.
Los próximos pasos – la Net movil; la Web que se ‘viste’; la comunicación directa entre hombres y máquinas»