Esta mañana en mi correo encontré la newsletter de la Dra. Mirta Nuñez con este excelente escrito sobre la pésima costumbre femenina de firmar lo que el marido le pide sin más.
Si quieres hacerte un gran favor, te sugiero que lo leas con sumo detenimiento y luego trates de ver en qué te identificas.
Las mujeres habitualmente no damos crédito a estos relatos pues creemos que se tratan de excepciones, después de todo no todo el mundo recurre diariamente a los abogados…
Sin embargo, basada en mi propia experiencia, puedo decir que las mujeres solemos firmar más de lo que es sano, bajo la tremenda presión cultural (ejercida por la sociedad toda y especialmente por familiares de ambos lados) de “apoyar” al marido en cualquier circunstancia.
Y también por experiencia propia puedo confirmar que la estrategia masculina de “tenés que ir hoy mismo a la escribanía a firmar un documento o perdemos la casa” es una de las más comunes, por lo que creo que merece la pena estar preparadas ante la situación.
Después de la nota de ayer sobre las “mujeres estrella“, una cree que eso sólo le ocurre a las “amas de casa”, pero no es así; las presiones culturales todavía son muy fuertes y queda por ahí escondida la idea de que el hombre es el encargado del bienestar familiar y por ende decide (bien o mal) lo relativo a los temas administrativos y patrimoniales de la familia.
Por eso muchos bancos, aunque tienen la obligación legal de pedir la firma de la esposa al extender una tarjeta de crédito al esposo, en la realidad muy pocos lo hacen.
Pero luego, debido a la responsabilidad civil de los cónyuges, hacen responsable a ella de las deudas de el, aunque ella no haya firmado. Toda una joyita…
En lo único que disiento con la Dra. Núñez es cuando dice: “usemos la cabeza aunque estemos enamoradas”, no creo que lo de enamorada sea lo que pese, después de todo los hombres también sufren los embates del amor… pero no firman cualquier cosa, cuando se trata de cuestiones relacionadas con la vida pública (financieras, patrimoniales, etc) los hombres usan muy bien su cabeza.
NO SE QUÉ PODER FIRMÉ
por Mirta Núñez
Es frecuente que mis clientas – en la consulta – me cuenten que firmaron algún poder o más de uno a favor de sus maridos. La constante es que nunca saben qué poder firmaron. ¿Un poder de administración? ¿Un poder de disposición? ¿Un poder judicial? ¿Un poder general? ¿Un poder especial para un acto jurídico concreto? Ni idea…Un poder, Doctora, en una Escribanía.
– Si, mi estimada Señora, pero existen muchos tipos de poderes, con mil variantes respecto a la inclusión o no de ciertas cláusulas. ¿Se acuerda en qué escribanía lo firmó?
– No, fue en una Escribanía a la que me llevó mi marido. Me avisó 2 horas antes que tendría que ir a firmar algo y no me dio tiempo a averiguar nada.
¿Y no guardó una fotocopia, al menos, de ese poder? (que en realidad aún no sé a ciencia cierta si se trata de un poder u otra cosa: las clientas no tienen obligación de entender qué tipo es documento firmaron ante un Escribano).
Poderes, cesiones de derechos, venias judiciales, créditos, fianzas, cheques en blanco y sin fondos. Son muchas las cosas que algunos maridos exigen que les firmen sus mujeres “porque es necesario para el negocio”, “porque no puedo tenerlo a mi nombre”, “porque así pago menos impuestos”, “porque me tengo que cuidar de mi ex”.
Lamentablemente muchas mujeres terminan perdiendo no sólo su matrimonio sino también su patrimonio, al firmar ciegamente y sin consulta profesional alguna, todo lo que los inteligentes maridos – profesionales o comerciantes – les proponen. Sin vueltas: no les proponen, les exigen. Y ellas obedecen, por cierto.
Fueron educadas para apoyar a sus compañeros. Les hacen creer que no firmar sería boicotearlos y llevar a la familia a la quiebra. Y firman. Y un día le entran cheques sin fondos, otro día le ejecutan la casa, otro día se enteran que renunciaron a derechos que no querían renunciar. Y así, desprotegiéndose ellas, terminan también desprotegiendo a sus hijos.
– ¿Por qué firmó eso a su concubino – pregunté – siendo que Ud. tiene 2 hijos y la casa se compraba con plata suya?
– Porque estaba enamorada, Doctora y él era muy seductor.
Por favor, mujeres del siglo XXI, usemos la cabeza aunque estemos enamoradas. Escuchemos la opinión de un abogado, un contador, una madre, una amiga íntima cuando nos dicen “no firmes”.
Después él se va (como pasó en ese caso) y Ud. se queda sin nada: sin amor y sin vivienda, sin los electrodomésticos que cargó sigilosamente en auto en su ausencia, tras una década de ¿amor?
Ella no se acuerda qué firmó. Es poco lo que puede aportar en una interconsulta (porque tiene su abogado) si no tengo a la vista copia de esa documentación. Todo lo que diga, debería ser tomado con pinzas.
Por favor deja tus sugerencia, opiniones y comentarios al pie, el tema bien lo vale.