Afable, simpática, me alerta sobre que es muy habladora aunque preferiría pasar de las entrevistas.
A los 40 años, Elena Gil exhibe una posición poco común para una mujer: directora y consejera delegada de una entidad bancaria.
Soltera, 6 hermanos- reconoce una relación fantástica con sus padres y–por haber sido la menor, “casi una nieta”- el haber asumido su cuidado, como la mayoría de las españolas.(con “a”) “Se habla de los hijos pero no de los padres, que también recaen sobre las mujeres”.
Empezó a los 18 años en informática, -como todavía estudiaba COU dejó las clases y se presentó exclusivamente a los exámenes- y lleva 22 años en el grupo estrenando nueva función: “Fue pasar desde un puesto donde estás mirando toda la organización desde fuera para aportarles aspectos de mejora, a entrar de lleno en la gestión: resultados y desarrollo de las distintas líneas de negocio con un día a día muy intenso y la intención de marcar objetivos cada vez más ambiciosos para seguir creciendo.”
Mercedes Wullich:– ¿Pensaste que tu vida se desarrollaría en la Banca?
Elena Gil:– No, pero me gustaba mucho todo lo relativo a mercados, banca, finanzas… No fue casual. Sabía que no me orientaría a la informática y fui muy proactiva a la hora de moverme. Empecé desde abajo pero tuve la oportunidad de formar parte del primer equipo de José Ma. García Alonso mi antecesor y fundador de la Corporación.
Luego con fondos de inversión, como subdirectora general de la Cía., directora financiera en las Cías de Seguros y Pensiones, directora de Marketing dentro de la Banca Comercial del Grupo y en Auditoría, una etapa de gran aprendizaje.
Tengo la suerte de que sin haber cambiado de empresa he cambiado de profesión y puesto muchas veces el contador a cero. Enfrentar la inseguridad, cambiar de equipo y tratar con expertos en la materia cuando yo recién empezaba, fue aleccionador.
Mercedes Wullich:– ¿Renovar los desafíos hizo más viable que siguieras dentro de la empresa?
Elena Gil:– Creo que si. El grupo me ha dado oportunidades para volver a empezar y seguir aprendiendo. Es muy enriquecedor ver experiencias distintas no sólo desde el punto de vista de la materia sino de la gente, de los competidores, socios o aliados que cambian al cambiar el mercado.
Mercedes Wullich:– Es un lugar común hablar de las dificultades –más aún en la Banca- que encuentran la mujeres a la hora de ascender profesionalmente. ¿Cómo lo has vivido?
Elena Gil:– No lo he tenido fácil. Detrás de todas las mujeres que han ido ocupando cargos de responsabilidad siempre hay un gran esfuerzo. Pero he contado con gente que a la hora de buscar profesionales para su equipo y no hizo distinciones en función del género.
En ese sentido estoy en una empresa que en este sector, es pionera en el acceso de la mujer al trabajo. Creo que parte de su éxito lo debe al saber combinar lo bueno de hombres y mujeres y aprovechar las diferencias para empujar juntos el negocio.
Mercedes Wullich:– ¿Pero a mayor responsabilidad no hay más obstáculos? ¿De qué depende que esto cambie?
Elena Gil:– Es cierto. Hay personas a las que les cuesta aún ver a mujeres en puestos de responsabilidad, y conforme vas ascendiendo el comentado techo de cristal existe: cada vez hay menos mujeres. Sin embargo soy optimista porque si miramos hacia atrás, son claras las diferencias. Probablemente hace 10 años no había mujeres en el comité de dirección.
A mi me tocó la fortuna de ser la primera hace 4 años y hoy somos 2. Y en el siguiente nivel –directoras de negocio, directoras de oficina- ahora hay más mujeres. Ya va tocando que quienes asumimos puestos de responsabilidad en la juventud, alcancemos ahora más altura.
Mercedes Wullich:– ¿En qué notas que este ámbito sea masculino y en qué cambia con la gestión de mujeres?
Elena Gil:– Desde la comunicación no verbal hasta las discusiones por la cuota femenina… El dejar un poco al margen cuestiones que los hombres dan por hecho que no tienen importancia. Las mujeres damos más cancha para que las personas puedan desarrollar sus capacidades.
Nos apoyamos más en el equipo, somos menos dadas a mantener barreras de información, y nos interesa contrastar más nuestras visiones. Creo que sabemos escuchar y que en general somos más sensibles en relación a cómo se sienten los demás.
Mercedes Wullich:– ¿A lo largo de estos años te has enfrentado a situaciones adversas en este sentido?
Elena Gil:– Depende tanto del nivel de apertura que tengas tú como del que te permitan los demás. El tema es ir tirando barreras. Me he enfrentado con personas que establecen relaciones distantes y poco a poco se va construyendo una confianza y las diferencias se achican a partir de que entiendan que se cuenta con ellos, que se respeta su opinión, que se los valora personal y profesionalmente.
Mercedes Wullich:– ¿Qué sólo el 4% de mujeres llegue a cargos directivos, depende de que la banca todavía esté en manos de hombres o la mujer se excluye?
Elena Gil:– Hay falta de autoestima y eso se nos nota desde pequeñitas. Creo que las estadísticas, las promociones universitarias…hablan de valores que luego no expresan las mujeres cuando se les pregunta cómo lo hicieron. ¿Por qué piensan que lo hacen fatal cuando los resultados son óptimos?
También creo que en el mundo financiero la intensidad del trabajo es muy importante. Yo he querido promocionar mujeres que han desistido porque lo creen incompatible con su vida familiar y se les hace difícil la elección.
Mercedes Wullich:– ¿Y cómo lo resuelves?
Elena Gil:– Animándolas. Que sepan que pasarán por una época fastidiadísima pero que no deben ser esclavas del horario porque lo importante son los resultados. Si eres una buena profesional y haces bien tu trabajo no debes sentirte obligada a estar muchísimas horas en él.
Ser flexible, no sólo en términos de mujeres, sino más bien de padres. Yo he tenido hombres que en una reunión me han dicho “¿Oye, que tengo que buscar a los niños en el colegio!” Y yo encantada de la vida.
Resultados, trayectoria y trabajo son más importantes que las horas y ése es un cambio que somos responsables de introducir en la empresa. Debemos fomentarlo para que hombres y mujeres estén más tiempo con sus hijos, sino ¿qué tipo de sociedad estamos creando de cara al futuro?
Me da pena que los hombres se pierdan la paternidad. Porque el que lo disfruta es distinto, cambia su comportamiento dentro de la empresa, tiene mayor sensibilidad. Notas a aquél comprometido con sus hijos del que se queda hasta cualquier hora porque “mejor llego muy tarde” y se va escaqueando de sus responsabilidades familiares…Mi generación ya lo hace de otra manera y las relaciones son más de tú a tú.
Mercedes Wullich:– ¿Sentiste que por estar donde estás dejaste cosas en el camino?
Elena Gil:– Yo he decidido que no, aún sabiendo que hay riesgos. Estas diferencias de las que hablamos, hacen que las mujeres nos sintamos todavía inseguras, sobre todo porque a veces tenemos que replicar lo mismo que hacen los hombres. Yo me lo he planteado y me he dicho “Relájate, quizá tu estés aquí por que eres diferente.” Y he peleado por seguir siendo yo aunque me encuentre en un ámbito con hábitos y comportamientos diferentes. Es fundamental sentirse uno con su integridad personal, sin que toquen tu núcleo duro. El trabajo es muy importante, pero más lo es uno mismo, y cuando estás bien se traduce en tu trabajo. Si tienes que ir renunciando a lo que te importa, no vale la pena.
Mercedes Wullich:– ¿En qué medida las mujeres son responsables de promover a las mujeres?
Elena Gil:– En un mundo masculino, tengo que darle a los hombres el valor positivo de que no hayan desaprovechado el talento de muchas mujeres que estuvieron preparadas para asumir responsabilidades. Otra cosa es que las que ya estamos en puestos de decisión lo asumamos. Yo en esa posición siempre he buscado el perfil profesional, y cuando lo buscas, te salen mujeres y te salen hombres. He tenido equipos muy equilibrados sin haber estado obsesionada por promover mujeres ni por rodearme de hombres. Lo he vivido como un proceso natural, de capacidades…Y funciona!
Mercedes Wullich:– Pero las mujeres tienen más obstáculos…
Elena Gil:– Es cierto que piensan que no podrán porque priorizan a sus niños. Yo les he dicho “Adelante, el horario no es lo importante y sacaremos este tema con flexibilidad. ” Los resultados han sido extraordinarios, porque las mujeres son capaces hacerlo en menos tiempo organizándose mejor.
Cuando tienes algo muy importante que hacer en tu vida, te organizas como sea para dedicarle a tus hijos y al trabajo el tiempo que necesitan. Es un esfuerzo importante, pero compensa porque no los abandonas a ellos, ni renuncias al desarrollo personal que aporta el estar en una empresa.
Mercedes Wullich:– Hay sólo 4 entidades financieras en el Programa Óptima –entre ellas Caja Madrid- ¿a qué se debe?
Elena Gil:– También es una cuestión de tiempo y que los desarrollos se dan en las ciudades más importantes. Existe un mundo más allá de las grandes capitales adonde tarda en llegar, aunque hay iniciativas en el ámbito rural de mujeres que se organizan y motorizan redes.
Somos anécdotas las mujeres que estamos en el mundo -ya no bancario- sino empresarial. Todavía el mundo económico y el del poder es un mundo de hombres. Los núcleos de relación son dominados por hombres aunque poco a poco va llegando alguna mujer y se van abriendo brechas. Pero el poder económico sigue siendo cosa de hombres.
Mercedes Wullich:– ¿Porqué si el 60% de las nuevas empresas fueron creadas por mujeres sólo tienen acceso al 6% de los créditos?
Elena Gil:– Hay muchísimas iniciativas. Aquí tenemos acuerdos con Agrupaciones de Mujeres Empresarias para darles líneas de financiación y promover proyectos empresariales. Algo que también los bancos están analizando, es que las mujeres son mejores pagadoras de los créditos: cuando una mujer se compromete con un plan de negocio o una propuesta empresarial, viene todo muy analizado, muy estudiado y con un gran compromiso. No hay que mirar la foto fija sino la tendencia y la tendencia es positiva.
Mercedes Wullich:– ¿Qué consejos le darías a las mujeres que quieren desarrollarse en la vida profesional o empresarial?
Elena Gil:– Que no pierdan la ilusión. La vida te pone a prueba y por eso es fundamental la tenacidad, la capacidad de lucha y que sean ellas mismas. No hay fórmulas, cada uno tiene que ser uno. Es lo que te da la mayor fuerza para salir adelante. Buscar modelos externos es no reconocer lo que llevamos adentro.
Mercedes Wullich:– ¿Consejos para los que llevan adelante el sector de la banca?
Elena Gil:– Que se relajen un poco en el sentido en que vamos a ver si disfrutamos todos un poco más con el trabajo, y a ver si hacemos menos cosas y las hacemos mejor. Estamos inmersos en una cultura del más, más y más y creo que tenemos que ir hacia una cultura del mejor, hacer las cosas mejor. Que la banca se abra y dé más oportunidades a las mujeres porque de lo contrario se perderán un tren importante. Y que se den prisa porque a lo mejor lo pierden definitivamente.
Mercedes Wullich:– ¿Y a las mujeres?
Elena Gil:– A las mujeres hay que darles pocos consejos. Han demostrado una capacidad de lucha tremenda. Y quienes estamos en puestos de responsabilidad, debemos agradecer a nuestras antecesoras -que quizás lucharon el doble y consiguieron la mitad- pero al fin y al cabo nos han abierto el camino.
Elena Gil- Personalmente
Me levanto pronto, desayuno siempre fuera de casa leyendo algún libro. Llego a la oficina a las 8 de la mañana: reuniones, trabajo en el despacho, chequeo mails, etc.
Lo que más me gusta de mi trabajo es analizar, pulsar, contrastar las ideas con mi equipo, que es un microclima y mi oasis. La parte más creativa.
Lo que menos es la parte de control y revisión en las que afortunadamente me apoyo en mi equipo.
Hoy, mi desafío es ir desmembrando todos los negocios y nuevas oportunidades para ver por dónde vamos a ir de cara al futuro y cuáles serán las estrategias para lograr los objetivos.
Siempre he sido intensiva en horarios, nunca he salido antes de las 8 hs., y en momentos de cambios entre las 9 y las 10. Estoy intentando bajar el listón porque con el conocimiento y las decisiones estratégicas tomadas, es necesario tener tiempo para pensar y decidir.
Tengo proyectos y no asignaturas pendientes, porque todavía estoy a tiempo. Y si necesitara otra vida para cumplirlos, creo que viviría otra vida. No podemos poner excusas. Al final uno elige y si has elegido lo que haces, es porque realmente te gusta o te compensa más por diversos motivos. Si yo miro hacia atrás he hecho lo que quería.
Si tuviera tiempo viajaría más y estoy segura de que lo haré. Me gustaría hablar francés, he hecho cursos y los dejé pero quisiera leer a autores como Voltaire en su idioma.
También dedicarme más a los demás. No hace falta irse a la India. Puedes ocuparte de tu entorno próximo, que es una forma de realizarte y tener una satisfacción personal. Luego será la gente de tu entorno la que te cuide. Hay un dar y recibir que es importante.
No tengo un solo referente porque cometería el error de idealizarlo. He conocido mucha gente de la que he aprendido: jefes, equipo, familiares, amigos. Incluso aquellos que por circunstancias de la vida ya no lo son y que me han aportado cosas muy valiosas, que llevo en mi “equipaje de mano”.
Los libros me han dado mucho, porque es una forma de dialogar. Con los libros y con los muertos. Soy ácrata para la lectura: literatura, historia, psicología, filosofía. Unos libros me llevan a otros y ese tiempo no lo sacrifico. Empiezo y termino el día leyendo.
Los fines de semana los dedico a la familia. Los sábados a la mañana los dedico al golf, también camino y quisiera retomar la natación. Disfruto de la música y también de el no hacer nada porque evito el riesgo que es la hiperactividad.
Pensar es fundamental, sobre uno mismo y sobre tu vida. Luego surgen otros temas, el trabajo, la familia, las propias ocupaciones. No hay que tener miedo a parar. Es muy sano mentalmente coger aire y ver cómo van las cosas, abordar la fase de introspección y reflexión sobre uno mismo, ir tomando las decisiones necesarias a lo largo de la vida.