El género desde el punto de vista psicológico se refiere al conjunto de creencias compartidas por un grupo social sobre las características psicosociales, es decir, rasgos, roles, motivaciones y conductas que se consideran propias de mujeres y hombres. ( Boch, E. Y. Cols 1999. Citado por: Vasallo, N.). Desde esta perspectiva el género tiene su relación con el sexo, pero no podemos identificarlos porque no son lo mismo; su formación y desarrollo están en correspondencia con los contextos socioculturales en que se desenvuelven los individuos desde que nacen.
La subjetividad se forma en un proceso histórico cultural, y a lo largo de toda la vida se van recibiendo en las personas, ciertas influencias que sobre ellas ejerce el medio social en que se desenvuelven.
La relación entre hombres y mujeres son tan diversos como distintos son los marcos referenciales en que desarrollan su existencia. Más, teniendo en cuenta que estas relaciones existen como contenido de aquellos vínculos y dependencias que contraen las personas en el proceso de su actividad vital.
Quiere decir que el género de una persona es esencialmente una construcción social que varía de un grupo social a otro y de una época a otra. Se construye mediante procesos sociales de comunicación y se transmite por medio de la crianza y de la educación.
El primer grupo al que se inserta y en el que se desarrolla el ser humano desde que nace, es la familia, de él le llegan sus primeras influencias, pero al mismo tiempo ese individuo está recibiendo un conjunto de influencias de otros grupos, un legado histórico cultural, expresado en las costumbres, normas, tradiciones, valores, que están contribuyendo de esta forma a desarrollar en estas personas un status que las diferencian de los/as otras/os.
El escenario en que las personas se desenvuelven va cambiando a lo largo del desarrollo de su vida, las relaciones interpersonales, la comunicación con otros/as, su necesidad de relación, le lleva a establecer nuevas amistades y grupos de amigos/as. Esta multiplicidad de pertenencias cambia a lo largo de la vida y le va planteando a las personas nuevas y diferentes exigencias en su devenir histórico. La subjetividad se ha ido construyendo en su relación con las exigencias sociales y se convierte en mediatizadora de esa exigencia y de todas las influencias recibidas.
Mujer trabajando en el montaje de bombardeos en 1942 durante la Segunda Guerra Mundial
La mayoría de los/as especialistas coinciden en que el concepto de género es una categoría social que permite explicar lo que acontece en las relaciones entre los seres sexuados diferentes, develando así la forma cómo lo hombres y las mujeres se comportan y se relacionan en una determinada sociedad.
Esta categoría trasciende los marcos de las diferencias biológicas entre los sexos, para concentrarse en las diferencias y desigualdades que existe entre hombres y mujeres por razones de contexto socioeconómico, por patrones culturales y religiosos en las diferentes sociedades en las cuales ellas/os interactúan.
El género apunta hacia los roles y funciones asignadas a lo masculino y lo femenino, a las responsabilidades, a comportamientos socialmente construidos, con él no se nace, sino que es en el largo proceso de socialización donde se transfieren un conjunto de rasgos que definen las formas de conducta, valores expectativas diferentes para hombres y mujeres, por eso se afirma que el género se “construye”, donde es definitorio la cultura.
Según el criterio de Sonia Montecino “El Género como construcción social de las diferencias sexuales alude a las distinciones entre femenino y masculino y por ende a las relaciones entre ellos.”
Es necesario el estudio de la relación entre mujeres y hombres, puesto que en la mayoría de las sociedades sus diferencias producen desigualdad, pero desde otra mirada, debemos tener en cuenta, que el hecho de que las mujeres seamos diferentes a los hombres, eso no nos hace ser desiguales, sino que somos diferentes sólo biológicamente.
El género es definido en correspondencia a su pertenencia étnica, de clase, de edad, etc. De esta manera es necesario comprender a los sujetos mujeres y hombres no solamente desde uno de sus perfiles, (el género), sino desde las categorías que viven en él simultáneamente y que van a modelar y especificar su ser femenino o masculino.
Un análisis de género no debe obviar, sino que debe tener en cuenta el estudio del contexto en que se producen las relaciones de género de hombres y mujeres, y de la diversidad de posiciones que ocuparán en las diferentes sociedades.
El género desde el punto de vista del nivel individual tiene que ver con la subjetivación de las exigencias que la sociedad impone, de raza y clase en correspondencia a cómo las construye cada persona, partiendo de su cuerpo y de sus propias experiencias individuales. Desde este punto de vista el género tiene contenidos particulares para cada una/o y por tanto diversas significaciones.
En las relaciones interpersonales, los contenidos que son asignados/asumidos al género que esas personas portan, en las diferentes formas de comunicarse se va intercambiando constantemente, construyendo de esa manera un saber cotidiano que se constituye en Representación Social del Género.
Ese saber cotidiano se va a expresar en la relación que se establece entre las personas que pasan a formar parte de determinados grupos, como son: la familia, los coetáneas escolares, grupos informales, la comunidad, los miembros de diferentes organizaciones e instituciones, constituyéndose en referentes que van a formar parte de las exigencias sociales a las personas que integran los mismos.
Identidad de Género
“La identidad se nutre también de la adscripción a grupos definidos por el ámbito de intereses, por el tipo de actividad, por la edad, por el período del ciclo de vida, y por todo lo que agrupa o separa a los sujetos en la afinidad y en la diferencia.”
La identidad de género representa la autoconciencia y el sentimiento de la propia individualidad que los definen como hombre o mujer, es decir es la convicción de la persona de pertenecer a un determinado género.
La construcción de la dinámica de las relaciones entre los géneros es un proceso que sin darse cuenta transcurre cotidianamente, por lo que las influencias recibidas, fundamentalmente en la educación deben estar dirigidas al logro de la equidad entre mujeres y hombres, ya que las diferencias que históricamente se han establecido impiden que las mujeres puedan llegar en muchos casos a desarrollar todas sus potencialidades intelectuales, afectivas, y volitivas, limitando su desarrollo en la sociedad en que se desenvuelven.
“el sexo se hereda y el género se adquiere a través del aprendizaje cultural.
Sonia Montecino”
Los debates acerca de los Estudios de Género dan cuenta de un saber que se ha ido acumulando, evidenciando que la vida social está compuesta por hombres y mujeres que se relacionan entre sí y con las cosas de manera diferente. Las contribuciones de las teorías de género en el mundo contemporáneo adquieren gran importancia. Estos estudios están dirigidos a buscar la forma en que la cultura ha ido contribuyendo a encontrar cómo hombres y mujeres se van desarrollando desde el punto de vista subjetivo.
“La categoría de género analiza la síntesis histórica que se da entre lo biológico, lo económico, lo social, lo jurídico, lo político, lo psicológico, lo cultural; implica el sexo, pero no agota ahí sus implicaciones.”
Cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y a hombres. Mediante el proceso de construcción del género, la sociedad fabrica las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, de lo que se supone que es “propio” de cada sexo.
Todos somos, de una manera u otra portadores de un enfoque de género, generalmente sexista y discriminatorio, que lo hemos heredado de sociedades anteriores y que condiciona la forma en que enjuiciamos los hechos, tanto las mujeres como los hombres tenemos incorporada a nuestra ideología la visión de género, que debemos trabajar para modificarla, y en lo que debe jugar un papel esencial la familia, la escuela y la sociedad en general.
La sociedad actual ha tenido a lo largo de su devenir histórico una proyección patriarcal, y por tanto el hombre ha sido el que se ha beneficiado, mientras que la mujer ha recibido un trato discriminatorio.
Por eso se impone establecer en la sociedad actual la igualdad de derechos que “… es una condición necesaria; pero no suficiente para alcanzar la igualdad real porque los procesos generadores de desigualdad están implícitos en los valores, los símbolos, las formas específicas en que se relacionan los seres humanos en cada sociedad y que se trasmiten en el proceso histórico cultural de formación subjetiva y educación de las personas desde antes de su nacimiento.”
Es necesario entonces, de esta manera una educación no sexista, que permita alcanzar un desarrollo equilibrado, que permita establecer condiciones de igualdad de trato de hombres y mujeres, desarrollar políticas de igualdad de oportunidades.
Resulta impresionante y al mismo tiempo asombroso que a principios del siglo XXI, cuando los adelantos de la ciencia y la técnica son evidentes, siga vigente un discurso que intenta circunscribir la participación de la mujer a cuestiones referidas a la reproducción. Ese discurso “naturalista” tiene tal fuerza porque reafirma las diferencias de hombres y mujeres y, al hacerlo, reafirma la situación de desigualdad.
Los estudios de género demuestran la inconsistencia de los enfoques biologicistas para legitimar la superioridad masculina. Las conquistas de los movimientos feministas y sus aportes científicos, también han sido de especial importancia para desarticular estos esquemas y propiciar la elaboración de nuevas estrategias que ayuden a rediseñar el lugar de la mujer y del hombre en la sociedad.
En nuestras familias todavía se observan muchas de estas características culturales, que son de lenta erradicación, gestadas a través de la educación y trasmitidas de una generación a otra, que requieren de mucho tiempo para que puedan ser superadas, y que han dado lugar a estructuras familiares donde existen desigualdades entre el hombre y la mujer.
Consideramos que lo que se ha construido durante miles de años es difícil de eliminar en poco tiempo, por estar arraigados en las personas y porque existen una serie de elementos subjetivos que perduran en la conciencia de los individuos; y se necesita trabajar sistemáticamente, para eliminar de la conciencia social e individual de hombres y mujeres las viejas concepciones sexistas que aún subsisten.
En el plano educativo es necesario eliminar las representaciones, imágenes y discursos que afirman los estereotipos de género y que se van trasladando de una generación a otra, de una época a otra.
Si algo caracteriza la vida contemporánea es que amplía el marco de acción de la mujer, sacándola del estrecho marco de la familia, para ingresar al mundo del trabajo o de la actividad política.
Se requiere entonces de una nueva forma de conceptualizar las responsabilidades familiares entre mujeres y hombres, una nueva distribución de tareas, que permita a las mujeres dedicarse a otras responsabilidades que no son las exclusivas del hogar. De ahí que la acción antidiscriminatoria sea apoyada en la educación y en la comunicación social.
Resumiendo podemos señalar que el concepto de género nos permite comprender que muchas de las cuestiones que consideramos que son atributos naturales de los hombres o de las mujeres, en realidad son características que han sido construidas socialmente por la humanidad como bien se analiza en el presente trabajo.
Por otra parte debemos referir que el género en tanto construcción cultural, está regido por todo lo que cada sociedad pauta, determina y establece, como lo que debe corresponder a mujeres y varones y su condicionamiento histórico, está determinado a partir del hecho de que en todas las épocas acontecen o pueden acontecer diferentes asignaciones.
La construcción de género es un fenómeno histórico que ocurre en las esferas macro y micro sociales.
Por último, los modos de ser varón y mujer llevan sobre sí el sello indiscutible de cada cultura en los diferentes momentos del desarrollo social.