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El Sexismo en la Educación

Los libros de textos reflejan de una u otra forma la realidad, y en esta misma dirección deben contribuir a educar a las nuevas generaciones en la igualdad entre los sexos, además constituye un medio importante para eliminar todo tipo de sexismo.

El Género: Construcción sociocultural

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Los estudios de género tienen su génesis en los movimientos feministas, con los estudios de mujer, que comenzaron a realizarse en la década del 60, cuando en un primer momento el objeto de análisis estuvo dirigido a los estudios de Mujer, pero posteriormente hubo un reconocimiento de que era necesario hablar de mujeres por la propia diversidad.

Por eso desde la academia se produce un mayor interés acerca de estos estudios, y es en este ámbito donde se comienza a producir el tránsito paulatino del estudio de mujeres al de Género, estudios que en el caso de Cuba no tienen una larga historia, ya que se introdujeron en la segunda mitad de la década del 80 del pasado siglo.

En esta vuelta hacia estas cuestiones, se produce un nuevo nivel en las respuestas que se van obteniendo a partir de la conceptualización, compleja y aún inacabada, del género como campo del análisis teórico por parte de los investigadores.

Cuando se habla de género no necesariamente se está hablando de las mujeres, aunque existe una tendencia generalizada a considerarlas como sinónimos.

“La categoría de género analiza la síntesis histórica que se da entre lo biológico, lo económico, lo social, lo jurídico, lo político, lo psicológico y lo cultural. El género es el conjunto de atributos, de atribuciones y de características que implican al sexo, pero que no agota ahí sus explicaciones.”

En la década del 50 es que comienza a emerger el concepto de género, marcado fuertemente por el enfoque biológico, sin embargo su contenido ha ido variando y enriqueciéndose con lo que a éste ha ido aportando la práctica socio-histórica y los propios avances de las ciencias sociales.

La década de los 60 fue un momento importante en la construcción de estos conceptos. Década que estuvo caracterizada por las diferencias sociales, políticas y étnicas, se estructura en torno a la aparición y/o desarrollo de movimientos sociales, académicos y políticos de alto impacto. Entre los más significativos podemos referirnos a: los movimientos de mujeres, el movimiento negro de EEUU, los movimientos indigenistas de Latinoamérica, el movimiento gay y lésbico, el movimiento de hippie y los movimientos guerrilleros en el llamado Tercer Mundo.

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Durante muchos años la ciencia utilizó el concepto de sexo para establecer las diferencias de los seres humanos (mujeres y varones), utilizando un criterio básicamente biológico. De ahí que, todo aquello que era referido o tenía que ver con el mundo espiritual de las personas, sus comportamientos y funciones quedaba excluido de estas definiciones.

Es así que con posterioridad surgió la categoría de género cuyo valor analítico ha permitido distinguir y explicar lo concerniente al hombre y la mujer, lo cual sin dudas, ha sido el resultado de todo un procesamiento cultural seguido por la humanidad a lo largo de su devenir histórico.

John Money y Robert Stoller fueron los que por primera vez abordaron la relación entre sexo y género durante los años 50 y 60 del Siglo XX, a partir de los estudios que realizaron con personas hermafroditas y transexuales. De este modo llegaron a constatar que las identidades de mujer u hombre, en los casos que fueron estudiados, dependía más de las formas en que los individuos habían sido socializados y de la identidad asignada por los padres que de los datos biológicos u hormonales.

Money en 1951 utilizó el concepto de gender para referirse a un comportamiento cultural (la influencia educativa) en la formación de la identidad sexual.

Antes de estos aportes la identidad sexual se concebía únicamente desde el punto de vista biológico, por eso el uso de este concepto para referirse al aspecto cultural, constituyendo un gran aporte para el conocimiento científico, Quiere decir que en el análisis de esta problemática durante los años 50 existía una gran influencia de la biología.

La definición de género como categoría, surge como una necesidad de diferenciar el sexo, desde el punto de vista que incluye lo genético, lo hormonal, cromosómico y fisiológico y el género como construcción sociocultural e histórica de lo femenino y lo masculino.

“El desarrollo de esta categoría ha permitido comprender y analizar las asignaciones…que en la historia de las diferentes culturas han instituido para la mujer y para el hombre, a partir de una diferencia sexual biológica…”.
“El género es el sexo socialmente construido. Es el conjunto de disposiciones por lo que la sociedad transforma la sociedad biológica en productos de la actividad humana y en el que se satisfacen esas necesidades transformadas.”

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En este sentido la autora aprecia el género como un condicionamiento sociocultural que ha sido construido por la sociedad y no como condicionante biológica como suele considerarse en muchos casos y estudios de los que han sido realizados.

De lo anterior podemos inferir que las causas de la discriminación hacia las mujeres, así como las diferencias entre ambos no están en los aspectos naturales como suele considerarse en ocasiones, sino que ello depende de procesos socioculturales del entorno en que se desenvuelven las personas, desde el mismo momento de su nacimiento y que se desarrolla durante toda su vida.

Desde esta mirada queda claro que el género no se refiere al sexo biológico, ni tampoco cuando nos referimos a él estamos hablando necesaria y exclusivamente de las mujeres, porque algunas veces se habla de sexo y género, de género y mujer como si fueran lo mismo, existe una tendencia a confundir esos términos.

Por eso al decir de Sonia Montecino: “… el sexo se hereda y el género se adquiere a través del aprendizaje cultural”.

En el análisis del concepto de género es necesario tener en cuenta que si bien es cierto que la palabra es antigua, hay que decir que el concepto es nuevo; de reciente incorporación al análisis científico.

El género como concepto relativamente nuevo se refiere al significado de lo masculino y lo femenino, define el conjunto de características y conductas que la sociedad asigna como “apropiadas” para cada sexo, además es una construcción social originada en el hecho biológico de nacer con órganos sexuales masculinos o femeninos.

[bctt tweet=»el sexo se hereda y el género se adquiere a través del aprendizaje cultural – Sonia Montecino» username=»mdempresa»]

Existen destacados estudios acerca del género que pretenden explicar su origen a partir de la forma específica de organización que adoptaron las diferentes sociedades en su desarrollo y que trajo consigo la División Sexual del Trabajo.

La Construcción de la Masculinidad y la Feminidad

Con el surgimiento de la familia patriarcal la vida social se dividió en dos esferas: la esfera pública y la esfera privada.

Coincidiendo con lo planteado por Teresita de Barbieri: “En términos generales, las feministas y las(os) estudiosas(os) de la condición de las mujeres identificamos el espacio público como el lugar de trabajo que genera ingresos, la acción colectiva, el poder, es decir el lugar donde se produce y transcurre la Historia, y el mundo privado como el de lo doméstico, del trabajo no remunerado ni reconocido como tal, las relaciones familiares y parentales, los afectos, la vida cotidiana. El primero, masculino, el segundo, femenino.”

El poder asignado desde lo social en las relaciones de género ha traído, que históricamente, se le haya dado una ubicación diferenciada para hombres y mujeres en la sociedad.
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Con la división sexual del trabajo correspondió a la mujer ser relegada al espacio del hogar, asignándosele la educación y cuidado de los hijos, enfermos y que no asuman los roles asignados por la sociedad, con estos preceptos preestablecidos eran tildadas de “marimacho”, “hombrunas”, “varoniles”, con carencia de dones femeninos.

Se crean así las ideas que definen a la mujer como frágil, suave, dócil, como un individuo de segunda categoría, dependiente económicamente de la figura masculina, mientras que el hombre se le considera todo lo contrario, ser fuerte enérgico, valiente y dominante, se establece de esta forma una diferenciación hombre/mujer, y una relación de subordinación y dependencia de la mujer “sexo débil”, hacia el hombre, “sexo fuerte”, que tiene el poder.
Crédito de la foto: jbcurio

Con el surgimiento de las sociedades patriarcales clasistas, donde existe un predominio absoluto del sexo masculino sobre el femenino, comenzando un largo período de discriminación y vejación de la mujer que se ha mantenido durante siglos, considerándosele como un ser, con muchos deberes y pocos o escasos derechos.

Estas sociedades han estereotipado a las mujeres con el patrón de sumisión y debilidad y al hombre con el de fortaleza y superioridad. Se plantea el diseño de una sociedad que está siendo pensada en términos esencialmente masculinos, donde se excluyen a las mujeres.

Bajo estos esquemas se promueve en estas sociedades, una educación diferenciada por sexos con límites rígidos, donde a la niña se le prepara desde la infancia para su futuro papel de madre y ama de casa, por eso los juguetes que recibe una niña para jugar son las muñecas, juegos de cocinas, peluquería, entre otros, mientras que al varón se prepara para la vida en sociedad, se les enseña juegos y competencias violentos, se les regalan ametralladoras, juegos de carpinteros. Esto desde nuestra mirada constituye una violación de la personalidad.

Esta educación comprende lo que pudiéramos llamar la enseñanza de la masculinidad y de la feminidad, la transmisión de lo que es característico y exclusivo de cada uno de los sexos.

“…las formas en que se dan las relaciones entre hombre y mujer y los roles asignados a cada uno, varían de una sociedad a otra, lo que apoya la idea del carácter construido por la influencia cultural de lo que denominamos Género…”.

Toda vez que ser mujer u hombre es un constructo cultural, entonces sus definiciones varían de cultura en cultura.

En los análisis de género deben distinguirse dos enfoques: el que enfatiza la construcción simbólica de lo femenino y lo masculino, y el que apunta hacia lo económico como la base para entender cómo se posicionan hombres y mujeres en la vida social.

La principal exponente del primer enfoque (simbolismo genérico) es la antropóloga Sherry Orther, quien sostiene que “toda vez que las diferencias biológicas encuentran significado sólo dentro de un sistema cultural específico, es preciso conocer cuáles son las ideologías de género y los valores simbólicos asociados a lo femenino y lo masculino en cada sociedad…

Por otro lado los roles sociales de la mujer estarían “aprisionados” en la naturaleza, pues su papel como reproductora la habría limitado a funciones que aquí se identifica al hombre con el interés público, mientras que la mujer es identificada con la familia y con el ámbito doméstico.

Estos planteamientos fueron criticados por su etnocentrismo (en el sentido, de concebir la oposición naturaleza/cultura con valoraciones de dominio y subordinación) y suponer que en todas las sociedades existe la dualidad doméstico/público.

Sin embargo, en lo que corresponde al enfoque social del género desde el punto de vista marxista se plantea que es importante tener en cuenta lo que hacen hombres y mujeres y no los símbolos, y que ese hacer se relaciona con la división sexual del trabajo.

Una de los principales aportes de este enfoque, corresponde al descubrimiento de que las mujeres en todas las sociedades tienen una contribución económica importante y además que su status no depende de su rol como madres ni de su confinamiento en la esfera doméstica, sino que dependiente de su control o no respecto a: el acceso a recursos, la condición de su trabajo y la distribución de los productos de su trabajo.

En los años sesenta se produjo un auge en el movimiento feminista, el cual estuvo marcado, porque las mujeres habían alcanzado una de sus legítimas y principales demandas: su derecho al voto, lo que constituía el propósito fundamental de la Primera Ola, sin embargo es de destacar que a pesar de ello, la igualdad jurídica no cambió la situación que las caracterizaba, por eso dentro de sus propuestas se encontraba la realización de los cambios que fueran necesarios para eliminar la desigualdad.

Durante la década del setenta fue retomado por las académicas norteamericanas, el concepto de gender que sirvió para explicar el origen y no ya la diferencia, sino la desigualdad entre mujeres y hombres, es en este contexto en que se produjo en todas las sociedades el reconocimiento de una desigualdad entre hombres y mujeres, lo que es el resultado de las relaciones jerárquicas entre los géneros.

En esta época se publicó el trabajo de Gayle Rubin: “El tráfico de Mujeres: notas sobre la economía política del sexo”, donde ella propone una manera de analizar la opresión de las mujeres, a través, de lo que denominó Sistema Sexo/Género, definiendo este como:

“El conjunto de disposiciones por el cual la materia prima biológica del sexo y la procreación humanas son conformadas por la intervención humana y social y satisfechas en una forma convencional, por extrañas que sean algunas de las convenciones.”

La autora refiere que toda la sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, en las que se satisfacen estas necesidades sexuales transformadas, estableciéndose de esta manera, una orientación jerárquica de los géneros que tienen perdurabilidad en el tiempo.

Este ensayo jugó un gran papel en este período, puesto que constituyó un momento de impulso a los estudios de la categoría de Género desde las Ciencias Sociales, contribuyendo a su reconocimiento como objeto de estudio, más allá del campo de la sexualidad, propiciando el incremento y diversificación del debate académico con respecto a este tema.

Somos del criterio que este Ensayo tiene gran impacto, importancia y significación, puesto que impulsó la realización de nuevos análisis y publicaciones en torno a la explicación de los procesos históricos y culturales que dieron lugar a la división sexual del trabajo.

También sirvió para explicar que la subordinación de las mujeres es consecuencia de las relaciones que organiza y produce el género. La autora en su ensayo confiere gran importancia y significación a la sexualidad con la gran diversidad de experiencias en hombres y mujeres.

Silvia Chauvinhttps://www.mujeresdeempresa.com/
La Arquitecta Silvia Chauvin es editora de Mujeres de Empresa, escribe sobre temas de tecnología y redes sociales.

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