Este artículo es la segunda parte de la serie El Sexismo en la Educación, puedes leer la primera parte que trata sobre la construcción sociocultural del género.
El Sexismo en la Educación: Enfoques Teóricos
El término sexismo apareció en los Estados Unidos a mediados de los años sesenta, por analogía con el término sexismo, con el propósito de demostrar que el sexo constituye para las mujeres un factor de discriminación, subordinación y desvalorización.
Este término fue utilizado por los grupos de feministas que en aquella época estaban surgiendo.
“El sexismo es una práctica discriminatoria que limita y excluye a la mujer de poder estar en igualdad de derechos y oportunidades, a la par que el hombre, considerándolo superior a ella, donde se le quita el derecho a poder acceder a los mismos lugares que el Hombre y desempeñar las mismas tareas.” (De la autora Isabel).
El sexismo se manifiesta en la discriminación por razones de sexo, donde las mujeres salen más mal paradas que los hombres, por los ataque a los que son sometidas, ataques indirectos, que son resultado del sistema social.
Todo esto provoca que las mujeres, a consecuencia del género, enfrenten situaciones que les impiden participar con plenitud en las sociedades donde viven.
Una premisa de la acción anti discriminatoria es reconocer que la cultura introduce el sexismo, o sea, la discriminación en función del sexo mediante el género. Cada cultura establece un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que atribuyen características específicas a mujeres y a hombres.

Esta construcción simbólica que en las ciencias sociales se denomina género, reglamenta y condiciona la conducta objetiva y subjetiva de las personas.
O sea, mediante el proceso de constitución del género, la propia sociedad construye las ideas de lo que se supone es «propio», “inherente, innato”, “característico» de cada sexo.
“Desde la familia se educa a niñas y niños bajo el patrón de las sociedades patriarcales poniéndose de manifiesto la división de roles sexuales, donde los hombres asumen la responsabilidad de los ingresos económicos y las mujeres los roles domésticos.”
Existen elementos de la cultura, que refuerzan los mecanismos que perpetúan la subordinación de las mujeres, parece que la ideología patriarcal no quiere abandonar los predios de los centros escolares, por eso, no es ocioso continuar denunciando las manifestaciones sexistas que aún en pleno siglo XXI continuamos observando en estas instituciones, así como los efectos injustos y discriminatorios que ello provoca.
“… las desigualdades entre los sexos no se pueden rectificar si no se tienen en cuenta los presupuestos sociales que han impedido la igualdad, especialmente los efectos que ha generado la división ámbito privado=femenino y ámbito público=masculino.” (Marta Lamas La perspectiva de género, en Revista de Educación y Cultura de la Sección 47 del SNTE
Al decir de Xavier Bonal, internacionalmente la investigación sobre el sexismo en la escuela tiene lugar sobre todo a lo largo de los años ochenta. Con anterioridad la sociología de la educación no prestaba atención a la cuestión de la desigualdad en este ámbito, en un primer momento porque no se consideraba que la escuela discriminase (como elemento más de dominación), sino que se consideraba a esta institución como la mejor forma de garantizar la igualdad de oportunidades, puesto que contribuía a que cada individuo alcanzara un determinado nivel de instrucción que le permitiera acceder a empleos equitativamente remunerados, sin ir más allá de lo que esta pueda aportar.
La investigación sociológica se encargó entonces de demostrar que la escuela no sólo no contribuía a la igualdad de oportunidades, sino que reproducía las desigualdades entre los grupos sociales.
Con el triunfo de la Revolución Cubana en nuestro sistema educativo, se eliminaron las escuelas para blancos o para ricos, pasándose a la escuela revolucionaria, donde lo principal no está en la procedencia, ni el color de la piel del alumnado, alcanzándose de esta manera la igualdad educativa entre hembras y varones, independientemente de raza, sexo u origen social; prevalece la oportunidad que se le brinda a todas las personas de acceder a una educación sin discriminación que garantiza el crecimiento personal y el desarrollo humano.
Existen determinados documentos legales donde se encuentran reguladas las nuevas relaciones entre las personas, así como la garantía en cuanto al acceso y a las oportunidades educativas, pero esto sólo no basta para eliminar de raíz las ideas y costumbres tradicionales de masculinidad hegemónica que han sido transmitidos a las nuevas generaciones de cubanos y cubanas, porque aún en estos momentos podemos visibilizar conductas y actitudes sexistas en muchos sectores de la sociedad cubana actual, en la escuela se transmiten por medio del currículum conductas y patrones sexistas que para nada tienen que ver con el discurso oficial de dicha institución.
De esta manera la escuela, reproduce los estereotipos masculinos y femeninos, ya sea por acción o por omisión, los cuales han sido construidos socio culturalmente que conducen a la desigualdad de género.
A pesar de esto sí es bueno reconocer que la escuela no es la institución que más contribuye a la desigualdad, pero sí podemos afirmar que puede contribuir muchísimo para alcanzar la igualdad y la equidad de género.
El sexismo trae consecuencias negativas tanto para los hombres como para las mujeres, porque limita las posibilidades de unos y otros como personas y se les niega determinados comportamientos que suelen considerarse como típicamente “femeninos” o como “masculinos.
Por eso en ocasiones escuchamos expresiones como: “los niños no lloran”, o “las niñas no deben hablar así”, “siéntate como las niñas”, se está indicando que los individuos deben adoptar comportamientos específicos y diferenciados por el hecho de ser de uno u otro sexo.
Estas constituyen consideraciones sexistas, que se conciben como comportamientos prohibidos. Al niño que llora se le reprime por estar quebrando su hombradía, adoptar conductas “de niña”, en este caso se le está privando de que manifieste sus sentimientos de manera abierta, lo cual traería consigo frustración de los pequeños y trastornos en su personalidad. A la niña que habla quizás groseramente o que se interesa por el deporte, se le acusa y se pone en duda su feminidad, lo que obstaculizará su desarrollo.
“En tal sentido el sexismo atribuye erróneamente las diferencias sociales que existen entre hombres y mujeres a la biología, intentando justificar así el dominio y la discriminación.
Obstaculiza el desarrollo y la calidad de vida de todos los seres humanos al reducir sus valores a los tradicionalmente considerados como masculinos o femeninos, obligándolos a identificarse con grandes problemas como la violencia en el caso de los hombres y la sumisión en el caso de las mujeres”. (García, Colmenares, Carmen CEAPA – Educación no sexista).
Las aportaciones de la antropología, y sobre los estudios realizados por Margaret Mead sobre los comportamientos de hombres y mujeres en distintas sociedades no occidentales, introducen criterios importantes en la creencia de que la naturaleza es la que marca los comportamientos de unos y otras.
A partir de estos estudios, Mead llega a la conclusión de que en todas las sociedades analizadas por ella se hace distinción entre aquello que se considera propio de varones y aquello que se considera propio de las mujeres: pero el tipo de actividades y aptitudes que se atribuyen a unos y otras, como características propias, varía. Dice Mead: «A veces, una cualidad ha sido asignada a un sexo, a veces al otro.
Desde la familia se educa a niñas y niños de manera diferente bajo el patrón de las sociedades patriarcales poniéndose de manifiesto la división de roles sexuales, donde los hombres asumen la responsabilidad de los ingresos económicos y las mujeres los roles domésticos.
Las investigaciones que se han realizado demuestran, que el sexismo no es un problema relacionado con la condición biológica, sino un problema de construcción sociocultural, porque si las capacidades y aptitudes atribuidas a las mujeres y a los hombres varían de una a otra sociedad, de una época a otra, ello significa que no están establecidas por la biología, sino que su determinación es social, cuestión ésta que se debe resolver por medio de la educación, donde la escuela ha de jugar un rol importante a través del currículum, porque todavía queda mucho por conseguir en cuanto a la igualdad en el poder y en las responsabilidades domésticas.
Pero sobre todo, en la erradicación de la violencia que como consecuencia del sexismo se sigue ejerciendo contra las mujeres por el hecho de serlo. Esto constituye un duro golpe para el determinismo biológico y les abre nuevas posibilidades de identidad social tanto para hombres como para las mujeres.
Los mecanismos por medio de los cuales se transmite el sexismo son tan generales, profundos y, en ocasiones, tan sutiles, que no basta con que la escuela transmita una educación no sexista, sino que se hace necesario, incluir en el currículum escolar experiencias que contribuyan a erradicar este problema que tanto afecta sobre todo a las mujeres, donde también debe desempeñar un papel importante los medios masivos de comunicación, la familia y el entorno.
La propia sociedad crea los estereotipos de lo que debe ser y hacer el niño o la niña, por eso se le limita o se le priva al niño o a la niña que exprese libre y abiertamente sus sentimientos, porque la educación que reciben es diferenciada por sexos, limitándose el desarrollo pleno de su personalidad.
En nuestro país se han llevado a cabo diferentes investigaciones que han demostrado, cómo a través del currículum explícito y el oculto se pone de manifiesto cómo las mujeres se encuentran menos representadas y reconocidas que los hombres en la realización de determinadas actividades, y al mismo tiempo se han dado a conocer determinados resultados, donde también se pone de manifiesto la realización de actividades más estereotipadas o menos relevantes por parte de las mujeres
Existen diferentes vías a través de las cuales se puede reproducir el sexismo, como son: La organización escolar y las prácticas pedagógicas, el lenguaje, el currículo y los libros de texto.
En la próxima nota nos centraremos en El Sexismo en el Lenguaje.