Cuando la economía mundial atraviesa un período de incertidumbre económica como ahora, muchas empresas y profesionales independientes comienzan a ajustar sus cinturones, pero debemos estar muy atentas/os pues el miedo al fracaso puede hacernos sentir sin muchas ganas de implementar esos cambios y estrategias de comercialización innovadoras que venimos analizando.
En Marketing Safari, Hjörtur Smárason argumenta que el fracaso no solamente es un riesgo aceptable, sino que es tan importante como el éxito.
“Los errores son una parte necesaria del aprendizaje, innovación y desarrollo“, dice. “Son muchas las cosas que no entendemos hasta que lo intentamos en la práctica. Y si dejamos que el miedo al fracaso nos impida intentar algo nuevo, lo único que conseguiremos es el estancamiento”. En otras palabras, la bici con rueditas es muy segura, pero nunca vamos a aprender a andar en bici si no nos soltamos y aceptamos pegarnos un porrazo de vez en cuando”. Por eso hay que ponerse el casco (precaución no es tontería) y largarse a practicar.
Hay gente que logra sobreponerse a los fracasos y convertirlos en un proceso de aprendizaje, que les permite ir haciendo ajustes en su camino hacia las metas propuestas. Un buen ejemplo es el mismo Walt Disney a quien echaron de su trabajo en un periódico por “carecer de imaginación e ideas originales”…
Una falla no significa necesariamente que se vaya a convertir otra, a menos que la persona se paralice y no aprenda nada.
Una de las recomendaciones que Tom Watson, el CEO de IBM daba a los jóvenes profesionales que se le acercaban en busca de consejos, era que se equivocaran.
Los alentaba a que se atrevieran a cometer errores y a tomar los riesgos.
Cuantos más errores hagan, decía, mayores son las posibilidades de que una de esas decisiones arriesgadas llegue a ser su gran éxito. Por supuesto, todos los riesgos deben ser calculados.
La clave está en tomar riesgos calculados. Si has leído el artículo sobre Life Coaching, sabrás que hay un punto que dice que debemos aprender a predecir las consecuencias.
No temas cometer errores, es prácticamente imposible que hagas todo bien de entrada, analiza las fallas para aprender y arremeter una próxima etapa con más seguridad.
Recuerda que la clave está en tomar riesgos calculados. En definitiva todo es una cuestión de equilibrio.
¿Recuerdas alguna experiencia que originalmente te pareció un rotundo fracaso y que luego comprendiste que fue un trampolín o al menos un paso más que te encaminó en la dirección correcta?