El primer paseo a pie por las calles de la bonita capital argentina nos da rápidamente algunas lecciones de economía gratuitas que nos hacen aprender de memoria tres palabras claves: bancarización, vida cara y clase media.
El extranjero queda sorprendido por las colas interminables de «porteños» (como son conocidos los habitantes de Buenos Aires, una ciudad que nació de las oleadas inmigratorias italianas y españolas -sobretodo gallegas- desembarcadas en su puerto), en la puerta de los bancos o de los cajeros automáticos.
En las dos últimas semanas, fruto de las medidas de congelamiento parcial de los depósitos bancarios, mucha gente abrió por primera vez una cuenta bancaria o sacó una simple tarjeta de débito. Súbitamente, la mayoría se vió obligada a dejar de circular con dinero en efectivo – ya que no puede retirar más que 250 dólares por semana – y tiene que habituarse a realizar pagos a través del «plástico», práctica que nosotros, en Europa, consideramos de lo más común.
La incredulidad del forastero aumenta cuando comienza a calcular mentalmente el costo de vida urbano en la capital argentina – un litro de gasolina, un almuerzo en el restaurante de la esquina, el estacionamiento, una botella de agua mineral, un alquiler o el precio de venta de un departamento, la ropa en un negocio de barrio, o, por ejemplo el costo de un boleto de autobús, en una metrópolis donde no existe un abono que combine más de un transporte, como es tan frecuente en Europa.
Y, descubre que esos precios existen, en una ciudad cuyo PBI per cápita es similar al de la región de Lisboa y Vale do Tejo. Esos precios «esenciales» sólo serían, habitualmente accesibles a ingresos de la clase media alta portuguesa. Las estadísticas actuales muestran que los precios al consumidor han sufrido deflacción en los últimos seis meses – por lo tanto, imagínese, que el costo de vida era todavía más elevado!
Dos tipos de pesimista
El misterio se acrecienta cuando, recorriendo de punta a punta, las diagonales y calles de Bs. As. (acrónimo de la capital) uno queda sin habla con la densidad de predios y condominios con portero y «mucamas» (empleadas domésticas), que transpiran clase media alta, en un país que está al borde de la bancarrota, que desde el último trimestre de 1998 está en abierta recesión, y que, desde los años 20 del siglo pasado, perdió su esplendor de «la Europa del Atlántico Sur».
Pero, a pesar del pesimismo en las conversaciones cotidianas y del aumento del 300% en las corridas al psicólogo, el argentino de clase media continúa manteniendo la pose elegante y no quiere afrontar la declinación histórica en la que el país se sumergió en los últimos 80 años y alimenta la fantasía de que los últimos 18 años de democracia le devolvieron el estatuto de ciudad de un «país rico» que tiene un PBI per cápita que es el 69% del portugués. Los intelectuales más lúcidos afirman que los argentinos tienen dificultad para de «asumir la realidad». Los brasileros dirían – para «cair na real».
Nos damos cuenta, entonces, que el argentino «medio» se divide entre los pesimistas pragmáticos y «ágiles» – que pudieron colocar alguna «plata» en el exterior, aunque más no sea en el vecino Uruguay, al otro lado del Río de la Plata – y los pesimistas que están literalmente de espaldas contra la pared, a los que sólo les queda ejercitar la «bicicleta» financiera todos los días del mes.
La paradoja de esta economía urbana se agrava cuandos se sabe que no hay crédito individual que pueda hacer disparar el consumo típico de las democracias capitalistas y que el crédito para inversiones cuesta un ojo de la cara, sobretodo a los micro y pequeños empresarios, con intereses entre 30 a 50% y con los bancos asegurándose su rentabilidad con «spreads» del orden de los 20 puntos o más. Resulta, por eso, un verdadero milagro ser PYME en Argentina y crear empleo sostenidamente.
Como consecuencia de ello, el 28% de la población activa esté desempleada o sub empleada, aunque las estadísticas del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) muestren el 16,4% de desocupados y el 9,4% de sub ocupados, dichos güarismos corresponden a mayo/01, fecha desde la cual se han incrementado. Además, el trabajo «en negro» alcanza al 39% de los asalariados.
Renacimiento del rentismo
La democracia recobrada en los años 80 no interrumpió el proceso de destrucción del tejido emprendedor argentino, en los que se empeñaron desde los años 30 las dictaduras militares y los gobiernos «voluntaristas» populistas, como los designan los estudiosos académicos.
La corta excepción de las políticas del «desarrollismo», al final de los años 50, no hizo escuela y Argentina perdió la oportunidad de un «take off» del tipo que vivieron los «tigres» asiáticos y europeos. Se cuentan con los dedos de la mano los grupos empresariales argentinos con carácter multinacional que apostaron a la reinversión, se concentraron en su negocio y declinaron el perfume de los dólares o de las pesetas que les proponían dejar sus empresas en manos de las multinacionales extranjeras.
El país exporta apenas el 11% de su PBI (comparativamente Portugal exporta 30%) e inclusive sus «clusters» considerados más dinámicos orientados a los mercados brasileros y europeos – que representan 50% del comercio exterior – sufren el hecho de que el peso argentino (una moneda en muerte lenta) está ligado al dólar norte-americano (en una relación cambiaria oficial de 1 a 1), y por eso artificialmente valorizado en relación con el real brasilero y al euro europeo desde 1999.
Se dice que hace falta apostar a «vocación exportadora» en un país que tiene buenos cuadros, reservas de conocimientos, cosmopolitismo y productos naturales de gran potencial.
El movimiento de privatizaciones de la década de los 90 solo agravó la transición hacia un capitalismo poco emprendedor dominado por un entramado social en el que se juntan los nuevos latifundistas, una burguesía «compradora» ligada al extranjero, un enorme aparato estatal (central, provincial y municipal) responsable de un déficit público de 10 mil millones de dólares (11 mil millones de euros), y una banca, que vive, sobretodo, de lo que los economistas denominan «rentas».
El extracto alto de este rentismo vive hoy en unos 300 «countries», barrios privados fuera de la capital y se observa la tendencia de que algunos ejecutivos se desplazan hacia Buenos Aires en helicóptero (segmento de negocios todavía muy bajo pero en crecimiento).
El problema del complejo rentista es que no tiene base de competitividad internacional en el sentido que le dió Michael Porter. Sus glórias son 130 mil millones de dólares (aproximadamente 146 mil millones de euros) en depósitos por parte de empresas y particulares en el extranjero – o sea, 46% del PBI del año pasado, y casi tanto como la deuda externa del país. Esta última llegó a un nivel que «compromete» más del 50% del PBN argentino y como que «amarra» más de la mitad del PIB per capita.
En términos de deuda externa per cápita, es la más alta entre los cinco países «emergentes» más conocidos – segun datos del Banco Mundial, cada argentino ya «debía» 4173 dólares (cerca de 4700 euros) en 1999, o sea 5 veces más que un ruso, 3 veces más que su vecino brasilero y 2 veces más que un mexicano (ver cuadro).
Deuda externa comparada (datos de 1999#) | ||||
País «emergente» | Deuda (en mil millones de dólares) | Deuda per cápita (dólares) | % do PBI per cápita | % do PBN |
Brasil | 242,7 | 1427 | 37 | 41 |
México | 172 | 1780 | 40 | 36 |
Argentina | 154,4 | 4173 | 55 | 54 |
Rusia | 130,9 | 895 | 51 | 68 |
Chile | 35,9 | 2393 | 52 | 53 |
# Ultimos datos disponibles en los 5 países
Fuente: Banco Mundial, www.worldbank.org
El saqueo español
Ese movimiento de los años 90 trajo además otro mal psicológico – el argentino «medio» está hoy indignado con lo que designa el «saqueo» español. El primer impacto fué positivo para la economía argentina – la apertura implicó un ingreso de inversiones directas extranjeras jamás vista. Seis mil millones de dólares (6,7 mil millones de euros) sólo en 1995.
Los grupos españoles irrumpieron en escena – pero algunos hoy son acusados de haber causado lesiones graves en el tejido social; concretamente Repsol, que se quedó con YPF (la petrolera) e Iberia (nota de la traductora, para el tema aerolíneas y el malestar español ver notas) que controló Aerolineas Argentinas en una primera etapa.
Los bancos españoles – concretamente el BBVA y el Santander Central Hispano – son hoy acusados de estar a la espera para aprovechar el descalabro de la banca argentina y la tradicional desconfianza de los argentinos al sistema bancario nacional.
Las medidas que ahora se toman de urgencia, vuelven a penalizar, principalmente, a la clase media urbana profesional, independiente, microempresarial y a los dueños de las pymes, en un país que es 90% urbano. Nuevamente, una buena parte de la clase media es la que paga la principal factura de la casi bancarrota del país, sobretodo quienes no perciben un sueldo en el sector privado o en el estado y que viven directamente del «clima» del mercado.
Los analistas hablan inclusive de un proceso histórico de «downsizing» de este bloque social que es la base de la estabilidad de las democracias capitalistas – la Argentina, un país típico de clase media, experimentó la reducción de la misma, del 75% al 45% de la población en 30 años.
Los analistas independientes coinciden en el mismo diagnóstico – la ilusión argentina de «país rico» tiene que terminar, el país tiene que volver a la tradición de los abuelos inmigrantes y a la «rentabilización» de sus activos culturales e intelectuales, que subsisten a pesar de las razias provocadas por las dictaduras.
El país sólo saldrá adelante si apuesta al emprendedorismo y a reforzar su clase media – se lee en los artículos de opinión.
El problema es que la clase política y sindical hace oídos sordos.
La competencia política desenfrenada con vista a las elecciones presidenciales del 2003 (o anticipadas) y la agitación sindical que ya comenzó, sólo arrojan más leña al fuego. Los más pesimistas temen que se genere el peligro de un golpe no militar, con el ascenso de una demagogia autoritaria como ocurrió en el Perú en 1990 con Alberto Fujimori, o en Venezuela en 1998 con Hugo Chávez. Los más optimistas esperan que el FMI y los españoles den una mano, cuándo y en qué condiciones draconianas es el gran interrogante.
Hechos y números de Argentina
- En recesión desde 1999: -3,4% en 1999; -0,5% en 2000 y, ya se anuncia -2,5% en 2001.
- El PBI per cápita argentino es 69% del portugués y descendió 5% desde 1998
- Un país de clase media que dejó de serlo: en 30 años, el peso de este sector de la población pasó de 75% a 45%
- La deuda pública externa es hoy 137 mil millones de dólares y representa una deuda per capita de más de 3700 dólares, o sea 50% del PBI per cápita.
- Fuga de capitales: 46% del PBI – 130 mil millones de dólares, estan depositados en el estranjero, el equivalente aproximado de la deuda externa actual.
- La evasión fiscal ronda el 12% del PBI (a título comparativo en Portugal, en el peor momento es el 7%)
- El déficit público actual es de 10 mil millones de dólares y en los últimos 10 años el gasto público aumentó 2,5 veces
- La tasa de riesgo-país se disparó desde Octubre de este año – es 4,5 veces superior a la de Brasil
- En la última década, la desigualdad social aumentó: el 10% más rico aumentaró su participación en la renta nacional, de 32% a 36%, mientras que el 10% más pobre disminuyó su participación del 2% al 1,4%.
- El trabajo en negro representa 39% de los asalariados sobretodo en los sectores de: comercio, agro-alimentario, construción civil y servicios domésticos
- Se estima que la economía informal es 80 mil millones de dólares, cerca del 28% del PBN argentino (un percentage similar al de Portugual)
Em português: O fim da fantasia argentina
Lecturas sugeridas
- La Argentina, en la época colonial
La gran lección económica del siglo XX es que el mercado no puede prescindir de regulación del Estado ni de una activa política monetaria contra la recesión.
Este artículo de Paul Krugman, economista de la Universidad de Princeton, intenta explicar la crisis argentina como un «experimento» que puso a prueba el credo liberal.
Para leer la nota completa: http://www.clarin.com/diario/2001-12-12/o-327298.htm - El FMI apura la caída de deudores
Las recetas del Fondo no produjeron los beneficios esperados, sino una inestabilidad sin precedentes.
Es hora de cambiar la actitud mental y volver a Keynes, opina Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía 2001 y de reciente visita en Bs. As.). También habla de la situación imperante en América latina.
Para leer la nota completa: http://www.clarin.com/diario/2001-12-13/o-02501.htm