El edadismo, un término para la mayoría de personas desconocido, inunda nuestras vidas. Está presente en cómo las personas pensamos, actuamos y sentimos.
Conocerlo, hablar sobre ello, ser conscientes de que existe es el primer paso para enfrentarnos a él. Veamos entonces, a qué hace referencia este término, conozcamos su historia desde el principio y reflexionemos sobre la magnitud de su alcance.
El edadismo: ¿qué es y por qué es tan importante?
El origen del término Edadismo parece remontarse a los años 60, fue introducido por el gerontólogo Robert Butler, y hace referencia a los prejuicios y clichés relacionados con la edad, que suponen casos de desigualdad en ciertos ámbitos de la sociedad.
Lingüísticamente, La RAE (Real Academia Española) no contempla el término en su diccionario, aunque si considera oportuno utilizar en español «edadismo», derivado de «edad», como equivalencia del término inglés ageism, para hacer referencia a la “discriminación de las personas basada en la edad”.
El Edadismo abarca tres aspectos:
- la forma de pensar (estereotipos),
- sentir (prejuicios) y
- actuar (discriminación).
Estos estados pueden darse hacia los demás o, incluso, hacia nosotros mismos, y siempre están relacionados con la edad.
Del mismo modo, su alcance es inmenso puesto que está en todas partes. Pero, lo peor de todo del edadismo es que se entremezcla con otras formas de desventaja social como pueden ser cuestiones de género, raza o discapacidad, y las agrava.
Según un informe de las Naciones Unidas, una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas con las personas mayores. Esto deriva en un deterioro de la salud física y mental de las personas que ven minorada su calidad de vida y autoestima, que supone un coste alto para la sociedad.
Se calcula que 6,3 millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo.
Según afirma Michelle Bachelet, (Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos): “El edadismo perjudica a todos, personas mayores y jóvenes. El problema es que a menudo está tan generalizado y aceptado —en nuestras actitudes y en políticas, leyes e instituciones— que ni siquiera nos damos cuenta de su efecto perjudicial para nuestra dignidad y nuestros derechos” Para poder hacer frente a él, “Tenemos que luchar abiertamente contra el edadismo y entenderlo como una violación de los derechos humanos”
El edadismo se introduce en las propias instituciones, en nuestras relaciones y también en la visión de nosotros mismos. A continuación, veremos cómo afecta a las personas el edadismo en el ámbito laboral.
El edadismo en el ámbito laboral: una discriminación encubierta
En un estudio realizado en CENIE, Centro Internacional sobre el Envejecimiento, se ha reflexionado sobre los prejuicios e ideas estereotipadas hacia los trabajadores de más edad: según datos extraídos, más de 1 de cada 3 personas sin empleo, son mayores de 45 años. Se cree que esta discriminación se fundamenta en el rendimiento laboral en función de una u otra edad.
Así que, se piensa que cuando un trabajador es mayor, puede bajar su efectividad laboral o puede tener menos capacidades para adaptarse a las nuevas tecnologías.
Con estas creencias, una empresa puede estar perdiendo trabajadores de gran experiencia que le pueden ayudar a su buen funcionamiento, siendo un activo de valor. Por otra parte, ante el edadismo laboral, la persona se ve afectada en su dignidad y desmeritada en sus capacidades.
El edadismo laboral es bidireccional
Del mismo modo, cuando el trabajador es joven, se asume de primeras que quizás por su edad puede no presentar la experiencia suficiente y, por la tanto, no tendrá la soltura necesaria para poder realizar el empleo.
Otra de sus vertientes es la imposibilidad de ascenso por su consideración de “demasiado joven”, no pudiendo optar a una subida laboral correspondida.
Así mismo, reclutar personas que aporten valor, identificación y compromiso con la empresa, independientemente de la edad de las mismas, es algo que está protegido legalmente.
Desde el año 2000, en la normativa de la Unión Europea, existe una protección legal contra la discriminación por edad que protege todas las formas de trato injusto relacionadas con la edad y el acoso laboral.
Saber discernir entre el talento, capacidades y experiencia, dejando la edad a un lado, es una tarea fundamental para el departamento o el profesional en Recursos Humanos de una empresa a la hora de contratación del personal.
La Gestión de Recursos Humanos es una pieza clave para la obtención de los objetivos de una empresa, por ello, el edadismo laboral no toma lugar en el éxito empresarial.
Del mismo modo, otra de los grandes problemas del edadismo laboral es cuando deriva en despido.
Medidas como la prejubilación forzosa en España para personas que no superan los 55 años, como formas de salud para el sistema de pensiones, en contraposición al retraso de la jubilación de otros trabajadores, son formas de trato injusto.
Si bien la ley “ampara legalmente” al trabajador, la realidad es que a la hora de la práctica siguen existiendo situaciones de edadismo laboral. Entonces, cabe aquí reflexionar sobre ¿qué podemos hacer nosotros como individuos? ¿Qué acciones están en nuestra mano?
¿Cómo combatir el edadismo en todas sus formas?
Combatir el edadismo pasa por un ejercicio de intervención en todos sus niveles:
- Cómo se dirigen los medios a las personas mayores.
- Cómo es la vejez vista en la cultura popular.
- Cómo las instituciones tratan el tema.
Es conveniente reforzar las actitudes no edadistas desde la educación temprana, aumentando la formación de valores en la educación superior de las personas mayores y sus familias.
Algunas de las acciones que pueden ayudar al cambio de la imagen social de las personas mayores son las siguientes:
- Disociar vejez y enfermedad: Ser una persona mayor, en la mayoría de casos se asocia a tener una salud afectada, cuando los datos demuestran que un alto porcentaje de personas mayores de 65 años, aproximadamente un 80%, gozan de buena salud.
- Promover la relación intergeneracional: intercambiar conocimientos desde distintos puntos de vista y experiencia enriquece las relaciones.
- Fomentar la autonomía e independencia: no menoscabar capacidades físicas por exceso de sobreprotección a personas mayores o infravalorar las aptitudes de personas jóvenes para su emancipación.
- Estudiar las capacidades de cada persona independientemente de su edad.
Para no hacer muy extenso este artículo, y si quieres empezar a luchar contra el edadismo, te recomiendo eches un vistazo al siguiente estudio: Estrategias para combatir el edadismo.
En definitiva, El edadismo ha terminado siendo una cuestión que afecta a la inclusión e igualdad; evitarlo, debería de ser un imperativo moral para todos.
Ante el edadismo, la sociedad pierde.
Si la persona es adulta; su dignidad se ve afectada; su bienestar disminuye. Del mismo modo, la persona que discrimina, desaprovecha una oportunidad de aprender (ya sea en el plano afectivo, profesional o experiencia de la vida) que deja de ganar al romper la interacción con la persona adulta.
De igual manera, no debemos olvidarnos que todo individuo pasará por un proceso de
envejecimiento; con el transcurrir del tiempo acabará convirtiéndose en una persona viviendo su vejez, entonces ¿qué sentido tiene discriminar nuestra futura etapa de vida?
Aprender a valorar las etapas de la vida, sin menoscabar unas por otras, es algo que debería educarse desde la infancia. Saber respetar la vida de personas adultas mayores es una forma de construir desde un principio el futuro de nuestro envejecimiento.