La mayoría de las publicaciones que tratan de búsqueda de empleo incluyen un extenso apartado referente a la «entrevista de trabajo».
Nuestro manual, por tanto, intentará no redundar en aquellos consejos que éstos suelen contener ni insistirá en relatar situaciones demasiado recurrentes.
Les proponemos un punto de vista algo inédito, pero que consideramos ilustra perfectamente nuestras propuestas. Supongamos que una persona, profesional en el ámbito de la selección de personal, se enfrenta a su propia entrevista de trabajo.
Amparado bajo este pretexto narrativo, nuestro entrevistador/a-entrevistado-a «virtual» les intentará transmitir sus conocimientos sobre las entrevistas de trabajo: su importancia, cómo las prepara, como transcurren y que tipos de entrevista existen.
La importancia de la entrevista de trabajo
Aunque sea un profesional dentro del área de selección de personal tengo que enfrentarme inevitablemente a una entrevista cada vez que deseo realizar un cambio de trabajo o simplemente cogerle el pulso a la actividad laboral.
Siempre acudo con la idea de que el simple hecho de hacerla es bueno por sí mismo. Puedo enriquecerme profesionalmente y también como persona. Y sé que incluso en esto la experiencia es un grado.
No considero una entrevista como un examen, aunque sé que lógicamente se valorará mi experiencia profesional, los rasgos de mi personalidad e incluso mi apariencia. Mi objetivo es encontrar aquel lenguaje común con el entrevistador/a que nos permita negociar. No debo sentirme intimidado.
Mi seleccionador/a tal vez sea mayor que yo o tenga más experiencia, pero sé que el «buen profesional» me tratará de igual a igual. De esta forma intentará conseguir que me confíe y obtener así más y mejor información sobre mí. Mi actitud frente al él/ella siempre es mesurada y correcta.
A veces mi deformación profesional me puede hacer llegar a pensar que está planteando mal las preguntas, que peca de ambigüedad o deja translucir cierta inexperiencia, pero nunca permito que estas impresiones se perciban. El entrevistador/a tiene capacidad de decisión en esta fase y no olvido que puede ser mi pasaporte para el puesto deseado.
Durante la entrevista procuro estar relajado pero atento. La concentración es una de mis principales bazas. Intento llegar al nivel de conversación que alcanzaría al hablar de mi experiencia como lo haría con un amigo.
Pero !no me descuido! No debo dejarme ir. No insisto en cuestiones poco relevantes para el puesto ni me sitúo en situaciones poco convenientes o desconocidas para mí. Intento conectar con el entrevistador. Es importante. Si intenta relajar el ambiente con una broma sonrío o incluso me río con moderación y si adopta una postura rígida mantendré aún más mi compostura.
Es él quien marca las pautas: No hago esfuerzos para llevar la voz cantante ni pretendo destacar a toda costa. Y siempre pienso: «al fin de al cabo el responsable último de mantener una buena entrevista es él, así que para mí es más fácil».
El objetivo principal del entrevistador está claro: obtener la mayor cantidad de información posible, sin desvelar aquellos datos que considera más oportuno revelar en un segundo contacto. Para ello me hará una serie de preguntas que le confirmarán mi adecuación al puesto ofertado o, si no hay una vacante en ese momento, a las futuras necesidades de la empresa.
Por mi parte mi objetivo es aportar la mejor información sobre mí, recabando por supuesto información sobre el puesto y/o la empresa en cuestión.
Es importante transmitir entusiasmo. Mi experiencia me indica que uno de los aspectos que pesarán en la decisión final es mi motivación al puesto. Es una importante baza que tengo que administrar bien. En su búsqueda del candidato/a ideal el entrevistador trata de vislumbrar rasgos o aspectos que le permitan tener la mayor seguridad posible en su elección si se inclinara hacia mi candidatura. Tengo que, además de estar motivado, parecerlo.
El seleccionador busca a una persona motivada, que le convenza, y que le demuestre que está haciendo la elección adecuada. Muchas veces olvidamos que el seleccionador está haciendo su trabajo, que le pagan por hacerlo bien, y que para él representa mucho encontrar la persona adecuada: casi como para mí obtener un buen trabajo.
Si he llegado hasta este punto es que algo en mi carrera profesional, o en mi personalidad le ha llamado la atención y le ha gustado. Deberé averiguar que es lo que le ha motivado a llamarme y demostrarle que no sólo soy la persona idónea para ese puesto sino que ese puesto es el idóneo para mí. La relación que se establece durante la entrevista es de negociación. No tengo que justificarme. Mi experiencia es tan válida como cualquier otra. Sólo es cuestión de que los intereses de la empresa y los míos coincidan en un determinado momento.
La entrevista: Aspecto general. Recomendaciones varias
En este apartado me voy a permitir reflexionar sobre aspectos que os pueden parecer menores e incluso obvios pero ¡Créanme! conviene recordar. No me perdonaría si alguien con cualidades viera mermadas sus posibilidades por no insistir o descuidar algo elemental.
Para ir a una entrevista intento ir con el aspecto más profesional posible y acorde al trabajo que opto. No acudo como si fuera a una boda pero tampoco hago concesiones a la informalidad, incluso si ésta se desarrolla un viernes por la tarde.
Soy consciente que una buena imagen sin afectaciones mostrará mi respeto al entrevistador y ayudará a que mis respuestas tengan la entidad oportuna. Saludaré estrechando la mano firmemente pero sin excederme.
De verdad que es verdaderamente molesto esas personas que hacen uso del estrujamiento de los dedos como signo de fortaleza… y desgraciadamente parece estar de moda. Sonrío con naturalidad, le miro con simpatía y muestro atención e interés a sus comentarios/preguntas.
Normalmente nadie recibe educación específica para realizar correctamente las entrevistas en su etapa de formación. De esto es plenamente consciente nuestro seleccionador. Tengamos en cuenta además que el «premio» no es para aquel que haga la mejor entrevista sino para quien que de ésta se deduzca como más adecuado para el puesto.
Yo, más que otras personas, entiendo que los entrevistados puedan sentir cierta intimidación. Al fin de al cabo cuando realizo entrevistas como profesional de la selección sé que puede parecer que ostento cierta posición de poder. Y en parte es cierto.
Pero creánme no sólo no aprovecho esta circunstancia sino que a veces se convierte en handicap para mí, cuando no consigo romper el hielo.
Así que como entrevistado me recuerdo: No debo tener sensación de inferioridad ni caer en el desaliento. Afortunadamente las entrevistas pueden prepararse. Si así lo hacemos, y aunque por algún motivo no siempre consigamos el puesto, podremos quedar satisfechos con nuestra actuación y sin duda mejor pertrechados para las entrevistas futuras.
Cómo preparo las entrevistas
Antes que nada me gustaría destacar la importancia de reflexionar detenidamente sobre mis objetivos, aspiraciones, y si éstos son coherentes con el puesto o empresa a los que aspiro. No hay nada que desanime más a un entrevistador que conversar con alguien que parece no haberlo hecho ni planteado siquiera su trayectoria profesional de forma seria.
Toda búsqueda de trabajo implica un ejercicio de reflexión sosegado y profundo sobre uno mismo.
Sin engañarse ni pecar de autocomplacencia. Contestaré honestamente a estas preguntas:
- ¿Cuáles son mis cualidades?
- ¿Qué valores aporto?
- ¿Cuáles son mis objetivos?
- ¿Cómo ha transcurrido mi vida profesional?
- ¿Qué es lo que me motiva?
- ¿Hacia dónde me dirijo?
- ¿Cuáles han sido mis realizaciones durante mi vida profesional?
- ¿Cómo puedo sacar provecho de mis éxitos y fracasos?
- ¿Cómo me relaciono con mis colegas/superiores, que dificultades tengo, qué habilidades poseo?.
- ¿Necesito formación complementaria, cómo puedo aumentar mis capacidades?
- ¿Mi proyecto profesional es factible? ¿Cuáles son sus pasos?.
Esta reflexión conseguirá un efecto muy beneficioso en mí: me valoraré justamente renovando la confianza en mi mismo, asumiendo mi personalidad y trayectoria. Así cuando tenga que hablar sobre ellas sabré encontrar las palabras adecuadas para convencer de mi valía.
Tras este ejercicio me documento sobre la empresa y sobre el sector al que pertenece. Acudo a la Cámara de Comercio, Asociaciones, Biblioteca/Hemeroteca, consulto las revistas especializadas o generales de economía como Actualidad Económica, y Manuales (Fomento, Dicodi, etc).
Y por supuesto a través de Internet consigo información muy valiosa. Asimismo la mayoría de las empresas editan sus propios catálogos que pueden conseguirse con relativa facilidad.
No me limito a saber los datos de facturación de la empresa y el número de personas que trabajan en ella, intento recopilar el máximo de información sobre las tendencias del sector al cual pertenece y las empresas competidoras. Si tengo a amigos trabajando en el sector no dudo en preguntarles.
Si se trata de una empresa con productos, me informo sobre sus líneas, sino de los distintos servicios. También de sus precios y posicionamiento en el mercado. Trato de visualizar el posible puesto a cubrir, lo que requiere y, aún más, mi posible contribución desde éste a la evolución de la empresa. Si el origen de mi entrevista es la contestación a un anuncio, lo leo varias veces y pienso detenidamente en mis cualidades para cada punto que se destaque. Esto me ayudará a responder adecuadamente durante la entrevista.
Si por el contrario se trata de una candidatura espontánea tengo bastante terreno ganado. Porque aunque no haya un puesto concreto para mí en ese momento en la empresa mi Curriculum Vitae y carta de presentación han sido capaces de suscitar interés. El mundo laboral deja poco tiempo libre. Así que nadie va a plantearse invertir media hora o más charlando conmigo si no tiene algún interés, aunque este no se traduzca en una propuesta inmediata.