Las tácticas de retención masculinas están diseñadas para resolver varios problemas adaptativos tales como deshacerse de rivales, disuadir la infidelidad e impedir el abandono de su pareja.
Aunque muchas tácticas masculinas de retención presentan la apariencia de ser gestos románticos inofensivos (como proveer recursos, regalar flores, etc), algunos pueden ser signos de futura violencia.
Estas son las conclusiones a las que arribaron en forma separada investigadores pertenecientes a prestigiosas Universidades norteamericanas y alemanas.
Todd K. Shackelford y Aaron Goetez de la Florida Atlantic University; David Buss de la University of Texas at Austin; y Harald Euler y Sabine Hier de la Universidad de Kassel en Alemania, han investigado las relaciones que existen entre 19 tácticas masculinas de retención y la violencia directa hacia la mujer en el marco de lo que se conoce como relaciones románticas.
En el primer estudio, 461 hombres informaron sobre el uso de tácticas de retención de su compañera, identificando los medios utilizados para ejercer violencia en sus relaciones románticas.
Como las investigaciones demostraron que los hombres no informan la violencia que infringen a sus compañeras, mientras que ellas la informan con relativa exactitud, el segundo estudio evaluó 560 informes femeninos sobre las tácticas de retención y el grado de violencia utilizado por sus compañeros.
Tal cual los investigadores anticipaban, en ambos estudios el uso de tácticas masculinas de retención tenían relación directa con el ejercicio de la violencia contra sus compañeras.
Los datos del tercer estudio provinieron de dos fuentes separadas: las declaraciones masculinas de las tácticas de retención empleadas y los informes de las esposas sobre la violencia ejercida por sus maridos. Los datos fueron aportados por 214 personas que formaban 107 parejas.
Los resultados del tercer estudio corroboraban los datos de los dos primeros. En los tres estudios, el uso de la manipulación emocional (por ejemplo simular enojo para hacer que la esposa se sintiera culpable) es el indicador más consistente que pronostica violencia contra la mujer.
Además, los investigadores identificaron los actos específicos que mejor pronostican la violencia en las relaciones románticas.
Es importante ver como conductas que aparentemente son inofensivas, son especialmente mencionados como posibles indicadores de violencia.
Vigilancia directa
- No permitirle salir sola
- Si están en una fiesta o reunión, no perderla de vista
- Negarse a presentarle amigos varones
- Monopolizar su tiempo en los encuentros sociales
- Llamar para corroborar que esté donde dijo que iba a estar
- Insistirle en que se quede en casa
- Hablar mal de sus amigas y señalarle que no le conviene su compañía
- Aparecer inesperadamente para ver que está haciendo.
- Das señales visuales públicas de posesión como sostenerla fuertemente del brazo
- Hurgar en sus pertenencias y revisar sus emails personales o las llamadas de su celular
- Pedirle a los amigos y familiares que la «cuiden»
- Mirar muy mal a otro hombre (o directamente encararlo) por mirar a la compañera
Manipulación emocional
- Hablar en una fiesta con otra mujer con la clara intención de provocar celos.
- Flirtear delante de su compañera.
- Decirle a la compañera que va a cambiar de conducta para congraciarse con ella.
- Amenazar con terminar la relación si alguna vez descubre un indicio de infidelidad.
- Decirle a la mujer que si lo deja, el »moriría»
- Regalarle a la mujer alhajas para mostrar claramente su «posesión»
- Pedirle al otro un compromiso total
- Decirle que no puede hacerse cargo de nada, que es incapaz de manejar el dinero
- Humillar públicamente a la esposa diciendo que no tiene idea de nada
- Intentar dejar embarazada a la mujer para retenerla.
A nivel práctico, los resultados de estos estudios pueden ser utilizados para informar a hombres y mujeres, como también a sus parientes y amigos, sobre los signos peligrosos -los actos y tácticas específicas y reiteradas de retención masculinas- que entrañan la posibilidad de violencia en la relación, para prevenir antes de que sea tarde.
Muchas de las conductas aquí enunciadas pueden ser ya consideradas, por sí mismas, como violencia sicológica.