Los viajes en avión se hicieron masivos en la segunda mitad del siglo XX pero, en la última década, el abaratamiento de los pasajes, las mejores posibilidades de financiación y los programas de millaje han hecho que el fenómeno se acelere.
El resultado es que hay cada vez más gente que trepa a los aviones, mayor cantidad de veces por año. Decididamente, los viajes a lugares remotos han dejado de ser una excentricidad.
Y con todo este ir y venir… también vinieron las complicaciones. Hay un hecho no calculado y que, por razones obvias, no tiene precedentes en la historia de la humanidad: que el ser humano individual cruce en un único día por diversos husos horarios.
Simplificando algo que es sumamente complejo, digamos que el reloj biológico responde a ritmos relacionados con el ciclo de luz y oscuridad determinados por el día la noche. Los viajes de larga distancia en avión interrumpen ese ciclo abruptamente y «desorientan» al reloj del cuerpo causando una serie de trastornos de diversos grados de gravedad, conocidos como jet lag.
La situación parece empeorar cuando se cruzan varias zonas horarias en sentido oeste – este y, si se suman factores emocionales personales, los resultados pueden ser realmente preocupantes.
Los principales síntomas son: fatiga, desórdenes del sueño, irritabilidad, nauseas, problemas estomacales, dolor de cabeza, atontamiento o dificultad para concentrarse.
Cómo prevenir el jet lag
Cuando se viaja mucho, no hay manera de evitarlo totalmente pero, por supuesto, hay ciertas medidas que son útiles al menos, para reducir su intensidad.
El ambiente dentro del avión es muy seco, de modo que beber abundantemente -agua-, antes durante y después del vuelo, es una excelente medida. Las bebidas con alcohol son particularmente nocivas, antes, durante y después del vuelo.
Descanse bien la noche anterior al viaje.
Tan rápido como pueda, en cuanto llegue, salga a caminar. Expóngase a la luz del día. Permita que su reloj biológico se adapte a la diferente posición del sol.
Tome las cosas con calma. Permítase un día de descanso antes de iniciar el tour, o las interminables reuniones de negocios.
Prepárese para el cambio. Piense en el horario del lugar de destino y calcule cómo va a ajustarse al mismo lo más rápidamente posible, por ejemplo, en lo que respecta a las comidas. Una buena medida es iniciar, tres o cuatro días antes del viaje una dieta alternando días de comidas ricas en proteínas y carbohidratos, con otros de comidas muy livianas. El día del vuelo debe corresponder con el día de comidas livianas. Por supuesto, en todos esos días es preferible no consumir café. También es recomendable dormir durante el vuelo sólo hasta la hora del desayuno del lugar de destino.
Algunos aconsejan consumir tabletas de melatonina. No se asuste, es una hormona que se vende como complemento dietario, pero su efectividad no está probada.