Atender al cliente es el primer paso en el arte de la venta. Si no es bien recibo, el cliente, consiente o inconscientemente, quedará mal impresionado.
Será menos receptivo a los argumentos del vendedor, dudará de la calidad del producto, cuestionará las promesas relativas a la post venta y a la asistencia.
El cliente tiene toda la razón. ¿Cómo podrá confiar en quien ni siquiera es capaz de atender como corresponde a quien mantiene su negocio? O sea, a usted, el cliente.
El objetivo de la atención es transformar los visitantes en clientes. Un visitante es caro: para traerlo hasta el punto de venta fue necesario concebir un mensaje, determinar un objetivo, difundirlo, repetirlo a lo largo de varios años hasta crear una imagen de marca, reputación, reconocimiento, que consiguen que el visitante venga «espontáneamente» a conversar con quien lo va a atender.
Teniendo en cuenta el esfuerzo de comunicación, podemos calcular el costo de llegada de un visitante. Una vez que se pagó tal precio, corre por cuenta del comerciante y sus colaboradores seguir el juego: el visitante está «comprado». es necesario ahora transformarlo/a en cliente.
Todo el esfuerzo financiero, mediático, publicitario, comercial, todo el proceso de calidad, todo, se concreta en el momento en que un visitante cruza la puerta del local, llama por teléfono o nos escribe. Si es mal atendido, todo el trabajo conceptual, organizativo y de promoción cae a tierra. Por causa de algunos instantes de mal humor, de nerviosismo o de falta de atención.
Se acostumbra decir: «Es necesario tener mucho cuidado con las primeras impresiones, pues son las que permanecen». Por eso, las primeras impresiones sobre una empresa tienen que ser buenas, tan buenas como los servicios que a continuación se presten, pues se presta mucha atención a los primeros minutos de una conversación, de un primer encuentro, de una primera visita.
No debe olvidar que:
- Mejorar la atención, implica sólo invertir en buena voluntad;
- Atender bien un visitante es comenzar a convencerlo en convertirse en cliente.
- La mejor receta es pensar que el cliente que acaba de entrar, es el único del dia y que es la razón de existencia del negocio. Perderlo/a resultará fatal.