«El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos».
Marcel Proust
Desde la ciudad de Montevideo, les envío una segunda entrega de mi aporte a una nueva mirada tridimensional del Ceremonial, agradeciendo las palabras que me han hecho llegar desde ese ciberespacio para la mujer (es muy bueno esto de tener “hinchada”!). Gracias Silvia Abaca de Fundación INCADE y gracias a las personas que me han llamado por teléfono o me han enviado mails.
Y gracias también a Silvia Chauvin, de MujeresdeEmpresa.com, por haberme ofrecido este espacio desde hace mucho tiempo y por haberme mandado ese mensaje en el newsletter, haciéndome sentir lo suficientemente comprometida, como para sentarme a escribir nuevamente para ustedes. Silvia, realmente te ganaste este nuevo editorial: “Chapeau!” (me saco el sombrero ante vos)
Las personas que abrieron este artículo querrán seguramente enterarse de qué tengo que decir con respecto al gran tema del Ceremonial y, en realidad, lo que estuve haciendo hasta ahora, es en parte eso. Porque CEREMONIAL es, ni más ni menos que CO-MU-NI-CAR, ESTABLECER RAPPORT, FEED-BACK, entrar en el mundo del otro, crear lazos, acercarnos y compartir códigos… aunque de una manera específica. Y si bien esto es algo que algunos excelentes maestros del Ceremonial me enseñaron, les quiero contar porqué ahora lo veo como el eje central de esta disciplina y qué cambio pude hacer en mi vida, para entender esto de una manera más profunda.
Desde aquel Encuentro Nacional de Ceremonial, al que concurrí en Buenos Aires, Argentina, y que mencioné en mi anterior editorial, entendí que estaba empezando una nueva búsqueda, desde un lugar diferente, porque el modelo de Ceremonial que yo había recibido, el que me había sido develado a través de la formación, de la bibliografía y de la experiencia, me parecía maravilloso y potencialmente efectivo (repito que tuve excelentes maestros), pero aún insuficiente como herramienta exitosa de la comunicación y de la interacción humanas. Yo tenía más preguntas.
Mi abuelita me decía:“nena, vos siempre tenés una pregunta para todo!”. Y gracias a esa curiosidad, (que, por supuesto, mi abuelita supo alimentar en mí justamente al intentar aplacarla), encontré otro modelo aplicable a la comunicación, que hizo que mi mirada del Ceremonial se volviera tridimensional, al darle un nuevo sentido.
Ese nuevo modelo es el de la Programación neurolingüística (en adelante PNL), un conjunto de técnicas que nos permiten entender cómo filtramos y procesamos la información (neuro) y cómo la devolvemos a través del lenguaje (lingüística).
La PNL es el estudio de la subjetividad y de cómo podemos alcanzar la excelencia en nuestro comportamiento y en nuestras relaciones con otras personas, a partir de entender cómo operamos en el mundo de acuerdo a nuestra manera de filtrarlo y programar así nuestra vida, de una manera mucho más exitosa.
La PNL cambió mi vida. Me enseñó a liderar mis estados internos, a entenderme, a escucharme y a hacer lo mismo con otras personas. Me enseñó a tener objetivos más claros y mejor diseñados, a estar atenta a lo que sucede dentro y fuera de mí y a desarrollar la flexibilidad para hacer los cambios que considerara necesarios. Teniendo en cuenta todos estos logros, decidí aplicar estos elementos al Ceremonial y, efectivamente, logré construir un modelo renovado que yo insisto en denominar: una mirada tridimensional de la Comunicación.
Y desde este nuevo lugar, un lugar con más opciones, con más recursos, con más perspectiva y poder personal, pude revalorizar el Ceremonial y definirlo, ahora sí, como un modelo comunicacional que decodifica distintos modelos del mundo creando marcos de referencia compartidos y que será exitoso, siempre y cuando se oriente a objetivos claros y, para lograrlos, se actúe:
- Con agudeza (estando alertas al otro)
- y con flexibilidad (aceptando más opciones de comportamiento).
Si en cada situación en la que se planteen dudas para aplicar alguna norma de Ceremonial, tienen en cuenta este premisa esencial que nos aporta la PNL: “en toda acción a ejecutar tenemos que tener claro el para qué, aplicando agudeza y flexibilidad”, muchas de las reacciones negativas se evitarían y también muchas deformaciones y excesos del Ceremonial, (que pretendiendo unir, alejan a la gente más que acercarla), se dejarían de lado definitivamente.
“Cuando tenemos claro un para qué, podemos soportar cualquier cómo” Víctor Frankl
Redefinimos entonces cuál es el principal “para qué” del Ceremonial:
Generar un espacio de acuerdo común, de códigos compartidos, para acercar personas de diferentes sectores y con distintos modelos del mundo, a partir del concepto fundamental de la igualdad de las personas y las instituciones.
¿Para qué? Para que luego (y sólo después de haber creado ese espacio), cada uno de los involucrados en esa acción logre sus respectivos objetivos.
Veamos: si yo llevo a cabo una norma de ceremonial, sin tener en cuenta que el verdadero objetivo de aplicarla es el de acercar y facilitar la comunicación entre personas con distintas interpretaciones del mundo, puedo elegir la acción equivocada y, en consecuencia, lograr el resultado exactamente opuesto. En la experiencia diaria, observamos que cuando se elige la norma vacía de contenido, aprendida en un marco teórico sin funcionalidad, perdemos el objetivo final.
Como ejemplo podemos mencionar algunas demostraciones mediáticas de un Ceremonial que termina generando una respuesta polar en la gente que recibe esa información, anclando el concepto de “Ceremonial” o “Urbanidad”, con interpretaciones totalmente alejadas del objetivo esencial que debe tener toda aplicación de una norma de ceremonial.
¿Cuáles son esas interpretaciones? Puedo contarles desde mi experiencia personal, que un gran número de personas que reciben esta información interpretan que el Ceremonial sirve para establecer diferencias y para imponer rigidez en el comportamiento. Y, en realidad, es totalmente lo contrario, ya que su misión esencial es la de unir, igualar y aportar más opciones para el comportamiento y la interacción humanas. Es más: obtenemos mayor flexibilidad en nuestras interrelaciones, porque ampliamos nuestros recursos y operamos con más poder.
Y ahora quiero detenerme en una pequeña anécdota personal, que sirve para que vean y sientan hasta qué punto, cuando esto se malinterpreta, el Ceremonial se convierte en una barrera, más que en un puente entre las personas:
En uno de los habituales encuentros del Foro de Mujeres del MERCOSUR, estábamos a punto de compartir un almuerzo todas las mujeres presentes en ese día de disertaciones y debates. Particularmente, me había simpatizado Silvia, una arquitecta que conversó conmigo durante el encuentro de la mañana y que había hecho aportes muy interesantes durante los debates. Ella sabía que era especialista en Ceremonial y Comunicación y yo me alegré después cuando ví que mi lugar en la mesa estaba justo enfrente del de Silvia. Pero, en el momento en el que me vio sentada allí, me dijo:
“ Ah no, disculpame, pero yo no puedo comer si estás sentada ahí…” Como no entendía bien a qué se refería, le pregunté el por qué, y entonces me contestó: “Porque me vas a mirar y evaluar y yo no sé muy bien cómo comer”
En ese momento, sentí que su percepción o interpretación del Ceremonial, o de normas de comportamiento social, eran la barrera que nos impedía lograr un mayor acercamiento. Si interpretaba que esas herramientas me servían a mí para ver qué es lo que el otro no tiene como yo, a partir de allí no íbamos a poder construir un espacio posible para nuestra comunicación. Ese concepto anclado por Silvia acerca del Ceremonial no generaba un terreno fértil para fomentar ningún intercambio.
Y entendí que esa interpretación es la que muchas veces la gente hace de esta disciplina, cuando no se entiende el “para qué” ni se definen las creencias básicas que sostienen y le dan sentido a toda esta estructura: una de las creencias básicas es, como ya lo hemos señalado, que las personas a pesar de sus diferencias, son iguales y que justamente por respeto a esa igualdad, inherente a la condición humana, marcamos jerarquías, ordenando las personas sólo en función de su representatividad. Pero que la falta de información de una norma de comportamiento social no me hace menos que el otro, sino solamente eso… menos informado.
“Silvia, si el Ceremonial no me sirve para acercarme a vos o a cualquier persona, entonces no me sirve para nada”. Fue recién después de esta aclaración que Silvia entendió que mi intención no era juzgar su comportamiento en la mesa y entonces pudimos avanzar en la construcción de un espacio común, posible, positivo, donde cada una aportara sus recursos desde la profunda creencia de que nuestras distintas miradas del mundo se enriquecerían si las compartíamos, sabiendo que una era tan valiosa como la otra. Silvia es una gran profesional, permanente generadora de ideas y proyectos y responsable de un sitio en Internet de mujeres de empresa… y haberla conocido fue maravilloso y enriquecedor para mí… y no le hubiera perdonado a ninguna regla rígida que me privara de esa experiencia. Es más, luego de ese encuentro me pidió que colaborara con su propuesta, aportando y compartiendo con otras mujeres mis experiencias con el Ceremonial.
Desde hace ya unos años aplico estas herramientas en mis cursos y disertaciones de Ceremonial y puedo asegurarles que esta nueva mirada ha sido un gran aporte, especialmente entre los sectores estudiantiles, donde la motivación (el para qué) es un factor esencial de éxito en el aprendizaje.
Los invito a quedarse con este primer concepto básico y a empezar a preguntarse, hasta nuestro próximo “ciber-encuentro editorial”, qué es lo que quieren lograr ustedes con el Ceremonial, para qué puede servirles, y de qué manera quieren que estas poderosas herramientas de la comunicación (El Ceremonial y la PNL) les faciliten el camino al éxito.
En la próxima entrega analizaremos el concepto de “modelo” del mundo que aporta la PNL y que nosotros aplicaremos a esta mirada renovada del “modelo” del Ceremonial.