Santa Cruz de la Sierra se fundó en 1560. Su fundador, el capitán español Ñuflo de Chávez, la bautizo con ese nombre como homenaje a pueblo natal, en Extremadura. Luego de algunas vueltas, y de algunas revueltas de los nativos, para que negarlo, la ciudad cambió de emplazamiento en 1592, sobre el arroyo Pari cerca del río Piraí. Fue el centro de expediciones misioneras principalmente de Jesuítas.
Hasta hace muy poco, no más de 50 años, permaneció como una ciudad aislada. Hoy es la segunda ciudad del país, integrada a mercados internacionales, y, aunque algunos dicen que sólo se llega en avión, la verdad es que hay servicios de autobuses que llegan a diario desde las otras capitales de departamento.
El ferrocarril le da acceso directo desde y hacia Puerto Suárez en la frontera con Brasil y Yacuíba, frontera con la República Argentina. El avión, por supuesto, es la mejor opción.
Lloyd Aéreo Boliviano y AeroSur unen Santa Cruz con las demás ciudades bolivianas y puede accederese a las conexiones internacionales a través del Lloyd, Aerolíneas Argentinas, Aeroperú, Lan Chile y otras.
Que podemos ver en Santa Cruz de la Sierra
¿En una ciudad de 1592?… ¿De todo!La catedral metropolitana, reedificadada en 1838, conserva parte del altar mayor original, labrado en plata de la misión jesuítica de San Pedro de Moxos y tiene un museo con bellísimas obras de los siglos XVII y XVIII. La pieza principal es la custodia donada en 1603. Las iglesias de San Andrés y de San Roque, con estructura de madera, merecen una visita, sin duda.
El parque «El Arenal», el zoológico municipal, las cabañas del río Piraí son paseos imperdibles dentro de la ciudad.
Cerca están Valle Grande, donde pueden comprarse productos artesanales y Puerto Suárez, con la laguna y paisaje selvático.
Ya un poco más lejos, se puede visitar el puerto de Yapacaní, localizado a unos 120 km al norte de la ciudad.
La Chiquitania, un poco de historia
Es el paseo obligado para todos aquellos que visiten Santa Cruz. El nombre remite al territorio compuesto por las provincias de Ñuflo de Chávez, Velasco y Chiquitos.
La historia fue, más o menos, como sigue. Entre principios del siglo XVI y finales del XVIII, los jesuítas controlaron la región tropical de Santa Cruz de la Sierra.
El establecimiento de una cantidad importante de Reducciones no fue ajeno a este fenómeno. La cuestión es que este «encuentro de culturas», más allá de los detalles poco agradables que haya tenido, ha dejado un importantísimo legado para la humanidad: la Gran Chiquitania, joya arquitectónica del Barroco, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco, y el no menos importante aporte a la música. La mayoría de la gente desconoce que uno de los principales festivales internacionales de música barroca se lleva a cabo, por ese motivo, en Bolivia.
Se trata de un manojo de aldeas cercanas al límite con Brasil. Tan solo un puñado de casas sencillas alrededor de una plaza, en cuyo centro se alzaba una capilla de madera.
Suena sencillo, si no fuera porque las humildes capillas son verdaderas obras de arte en las que se ha fundido el barroco europeo con la cultura nativa.
Dos ejemplos son San Javier, de 1691 y la Concepción, de 1709, pero también están San Miguel, Santa Ana, San Rafael (foto izquierda), San Ignacio de Velazco.
Para apreciar los interiores de estos templos recomiendo este enlace.