Cerrar el año nos invita automáticamente a realizar un balance general. Y esto no sólo se refiere a lo laboral y de negocios sino también a lo personal.
Normalmente, si en algunas áreas no hemos obtenido los resultados deseados, no sólo evaluamos lo que hicimos mal sino que comenzamos a planear las acciones correctivas, a establecer nuevos objetivos para el año que comienza. Pero, ¿qué pasa con los fracasos que tal vez podemos haber cosechado?
Muchos fracasos se niegan, muchas cosas que no salieron bien se esconden. Pareciera ser casi un tema tabú. Pero hay otra alternativa. Hay una oportunidad frente a los fracasos. ¡Los fracasos son nuestros grandes maestros!
Casi podríamos decir que si una persona jamás fracasa es porque, probablemente, ¡no está arriesgando lo suficiente! Y no me refiero a tomar riesgos innecesarios ni desmedidos. Pero una cuota de riesgo, una cierta audacia para analizar nuevas alternativas, nuevos proyectos y vislumbrar nuevos horizontes siempre suma.
Si hemos sido exitosos, ¡maravilloso!
Si hemos fracasado, ¡algo habremos aprendido!
Por lo tanto, en esta época de balance, te invito a celebrar tanto tus éxitos como tus fracasos. Encuentra el aprendizaje detrás de ellos y continua en tu camino de crecimiento.
Identificar los fracasos como oportunidades es tomar de cada cosa lo positivo y seguir adelante, inclusive sintiendo orgullo por haberlo intentado y haber capitalizado la experiencia. Los fracasos son grandes maestros.